Esos trajes naranjas
Desde que su foto promocional apareció, con todos los presos
posando encadenados con los trajes naranjas, la puesta en escena de
Encarcelados parecía de manera consciente alejarse por completo de retratar la
atroz situación de los presos en nuestro país como teatro testimonial, para
convertirse acaso en la versión más “americanizada” de un drama carcelario. Ese
dichoso color naranja podía transformar la obra ya sea en una versión teatral
masculina de la serie de culto Orange Is the New Black, o simplemente ser un
detalle superficial que no le aporte nada al montaje final. Pues ni lo uno ni
lo otro: Encarcelados, estrenado en el Teatro Auditorio Miraflores por solo
tres fechas, fue un tímido e irregular producto teatral que se queda en el
camino al tratar de mostrar el horror de estar privado de libertad.
Presentada por Abuelo Producciones y con la dirección de Renatto
Argüelles, Encarcelados sí que fue la versión encubierta de la premiada cinta
española Celda 211 (2009), con líneas argumentales prácticamente idénticas,
como la presencia de un policía encubierto (Jorge Luis Rivera) que debe intentar
sobrevivir dentro de un peligroso pabellón sin levantar sospechas; hasta
detalles triviales, como el aspecto del líder carcelario (César Gabrielli), muy
similar al personaje que interpretó el actor Luis Tosar en la película
mencionada. Pero lo que la cinta de Daniel Monzón logró en emoción y suspenso,
no se percibe en el montaje de Argüelles, ni con un policía de rehén (apenas
mostrado o siquiera mencionado), ni con la inexorable toma del pabellón por las
fuerzas del orden, ni con la presencia de una pareja “moderna” (Franco Coloma y
Christian Pacora), ni con la aparición del hermano del policía (el mismo
Argüelles) que le revelará un terrible secreto al protagonista.
La nula tensión que se desprendió del montaje, con
interminables conversaciones que dilataron con muchos tropiezos la trama, delató
por igual la débil dirección y el irregular rendimiento actoral. Para los que
vieron la primera escena (ya que varios espectadores entraron inexplicablemente
ya iniciada la función), el final se adivinaba fácilmente. De continuar
presentándose en el futuro, los responsables de Encarcelados deben replantear
varios aspectos esenciales de forma y fondo en su puesta en escena, para lograr
así fluidez y ritmo, al igual que prescindir de personajes y acciones que no sumen
al drama. Pero especialmente, Encarcelados debe esforzarse por ganar una
personalidad propia, más allá de aquellos uniformes naranjas.
Sergio Velarde
26 de octubre de 2017
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