Acertado retrato de la violencia
El interesante colectivo teatral Panparamayo viene teniendo una breve
pero intensa actividad en nuestra capital, intercalando creaciones colectivas como
Comer (2010), con versiones propias de piezas del dramaturgo Arístides Vargas, como las
notables La razón blindada (2011) o El deseo más canalla (2012). Las licencias
que toma el grupo los lleva a acercarse más al arte performativo, o en todo
caso, a alejarse de las maneras más tradicionales de llevar a escena un
espectáculo teatral. Siguiendo esta tradición, Vida de miel… es la nueva puesta
en escena de Panparamayo, estrenada en el Teatro Ensamble y que los confirma
como un colectivo enfrascado en la investigación capaz de generar atractivas
propuestas que generen reflexión sobre problemáticas de actualidad.
Presentada como una creación colectiva dirigida por Marco Otoya, la
premisa se centra en los conflictos internos de un músico (“Loko” Pérez), que son
representados en escena con la complicidad de cuatro intérpretes y una guitarra.
La violencia en nuestra cotidianidad es el gran tema que planea sobre los seis
cuadros presentados: la tensa relación entre una mujer y su hermano con
problemas mentales; una voz que grita en el encierro; un salvaje programa de concursos
que explota la miseria humana; una mujer luchadora que enfrenta una tormentosa
relación; una delirante conversación entre una pareja de esposos; y una fiesta
llena de drogas y libertinaje sexual. Como toda obra que consta de fragmentos,
resulta muy difícil lograr la misma calidad en todos, pero el resultado es muy
auspicioso, aunque se nota que todavía el montaje final puede evolucionar mucho
más.
El pretender abarcar todas las posibilidades que tiene la violencia
para entronarse en nuestras rutinas, acaso le pase factura al resultado final,
pues no todos los casos expuestos se pueden presentar a profundidad. Sin
embargo, el esfuerzo es muy encomiable, ya que se aprecia escénicamente un
trabajo profesional como resultado de una investigación coherente con los
objetivos del colectivo. El joven director Otoya (que ya se hizo cargo de La
razón blindada) consigue una digna puesta en escena, entretenida y entendible, que
aprovecha los recursos interpretativos del elenco, integrado por Moyra Silva, Mario
Ballón, Sandro La Torre y Bruno Ocampo, todos ellos en perfecta sincronía y
armonía. A destacar, por su ritmo y creatividad, las secuencias del reality y
la discusión marital, verdaderamente de antología. Vida de miel… (oportuno y
sarcástico título para describir nuestro día a día) es un acertado retrato de la
violencia en nuestras vidas, todavía en sano proceso creativo, que partirá
hacia Brasil para representar al Perú en un encuentro juvenil de teatro.
Panparamayo sigue su proceso de feliz evolución.
Sergio Velarde
18 de febrero de 2015
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