miércoles, 18 de febrero de 2015

Crítica: VIDA DE MIEL

Acertado retrato de la violencia 

El interesante colectivo teatral Panparamayo viene teniendo una breve pero intensa actividad en nuestra capital, intercalando creaciones colectivas como Comer (2010), con versiones propias de piezas del dramaturgo Arístides Vargas, como las notables La razón blindada (2011) o El deseo más canalla (2012). Las licencias que toma el grupo los lleva a acercarse más al arte performativo, o en todo caso, a alejarse de las maneras más tradicionales de llevar a escena un espectáculo teatral. Siguiendo esta tradición, Vida de miel… es la nueva puesta en escena de Panparamayo, estrenada en el Teatro Ensamble y que los confirma como un colectivo enfrascado en la investigación capaz de generar atractivas propuestas que generen reflexión sobre problemáticas de actualidad.

Presentada como una creación colectiva dirigida por Marco Otoya, la premisa se centra en los conflictos internos de un músico (“Loko” Pérez), que son representados en escena con la complicidad de cuatro intérpretes y una guitarra. La violencia en nuestra cotidianidad es el gran tema que planea sobre los seis cuadros presentados: la tensa relación entre una mujer y su hermano con problemas mentales; una voz que grita en el encierro; un salvaje programa de concursos que explota la miseria humana; una mujer luchadora que enfrenta una tormentosa relación; una delirante conversación entre una pareja de esposos; y una fiesta llena de drogas y libertinaje sexual. Como toda obra que consta de fragmentos, resulta muy difícil lograr la misma calidad en todos, pero el resultado es muy auspicioso, aunque se nota que todavía el montaje final puede evolucionar mucho más.

El pretender abarcar todas las posibilidades que tiene la violencia para entronarse en nuestras rutinas, acaso le pase factura al resultado final, pues no todos los casos expuestos se pueden presentar a profundidad. Sin embargo, el esfuerzo es muy encomiable, ya que se aprecia escénicamente un trabajo profesional como resultado de una investigación coherente con los objetivos del colectivo. El joven director Otoya (que ya se hizo cargo de La razón blindada) consigue una digna puesta en escena, entretenida y entendible, que aprovecha los recursos interpretativos del elenco, integrado por Moyra Silva, Mario Ballón, Sandro La Torre y Bruno Ocampo, todos ellos en perfecta sincronía y armonía. A destacar, por su ritmo y creatividad, las secuencias del reality y la discusión marital, verdaderamente de antología. Vida de miel… (oportuno y sarcástico título para describir nuestro día a día) es un acertado retrato de la violencia en nuestras vidas, todavía en sano proceso creativo, que partirá hacia Brasil para representar al Perú en un encuentro juvenil de teatro. Panparamayo sigue su proceso de feliz evolución.

Sergio Velarde
18 de febrero de 2015

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