“El director puede tener las cosas claras, pero va a
dejar que la misma obra se las diga.”
Ganador del premio Sara Joffré a la mejor obra de teatro
peruana estrenada en el 2014 para La Tercera Persona, Daniel Dillon recuerda
así a nuestra entrañable Sara. “Ella es una de las mujeres más importantes del
teatro peruano, gestora de personalidades y dramaturgos muy importantes como yo
(risas).” Daniel recuerda que fue ella quien lo convirtió en dramaturgo,
insistiéndole para presentarse a un concurso en el Centro Cultural La Noche en
el 2003. “La obra se llama Quijote y con ella obtuve el segundo puesto. El
primero lo ganó Gonzalo Rodríguez Risco con La manzana prohibida, una obra
muy bien escrita", recuerda.
¿Existirá para Daniel el tan mentado boom de la
dramaturgia peruana? “Espero sea un boom”, reflexiona. “Sí creo que hay más
espacio de crecimiento, hay varios intentos de promover el escribir para
teatro, como en los diferentes concursos en la Plaza o en el Vivero de Alonso
Alegría y otros independientes también, por supuesto. Eso ha generado que los
jóvenes escriban más teatro y eso es siempre es mejor. Puede sonar a boom
porque no había ruido antes, éramos un tanto desconocidos y pocos.” Daniel está
de acuerdo con los concursos de dramaturgia en el medio, pues incentivan a que
la gente escriba. "Sobre la autenticidad, no creo que se trata del tema, así se
escriba una obra de un tema extrasensorial no por eso deja de ser un texto
propio de su autor, si el escritor es peruano estará hablando de su realidad
peruana y pertenecerá a la dramaturgia peruana. Lo auténtico empieza por la
honestidad, aceptar corregir tu texto las veces que tengas que hacerlo porque
puedes entenderlo mejor, por ejemplo."
El hecho escénico
Una de las cualidades que mostró el estreno de La Tercera
Persona en la Sala ENSAD fue su cuidado diseño artístico. “Es importante que la
gente que trabaja contigo sea profesional. Profesional en el sentido de que ame
su trabajo y sea artista, que tengan y busquen siempre una intención o sentido artístico en su propuesta, como los
que me acompañaron en la puesta: Ricardo Delgado en la escenografía, Raúl
Jardín en la composición musical, Carla Montalvo en el vestuario; todos tienen experiencia
y les interesa el espacio creativo.”
Para Daniel, se necesita dejar que las personas adecuadas hagan su trabajo y
puedan superar lo que imagines como director.
“Un buen actor de teatro debe ser sensible, debe tener interés
por una amplia cultura vivencial, así tal vez consigue una mejor comprensión de
la naturaleza humana…” Reconoce que existen algunos que tienen más condiciones
que otros, es decir, más talento. “Pero creo que el talento no es una cualidad
congelada sino en constante transformación y que va de la mano con la intuición
creadora: el talento ayuda pero no determina si no cambia y se desarrolla. De
hecho al talento es una herramienta, como la vocación, la sensibilidad, la
presencia física. Pero si no desarrollan esos talentos preparándose
constantemente, a veces a pesar de toda oposición, se debilitarán.”
Por otra parte, un
buen director de teatro debe “reconocerse en su realidad, tiene que ubicarse en
su entorno y debe tender un puente entre su arte y su vida. Un buen director
debe entender lo que va a hacer aunque no sepa bien cómo.” Daniel considera
además que "el actor y el director deben ser hambrientos insaciables de teatro”,
explica. “Un director puede y debe saber de teorías teatrales, tener un vasto
conocimiento artístico, pero sobretodo debe apasionarle probar nuevas formas. Podría
decirse con excesiva simpleza que es como preparar una torta de chocolate y luego,
aprender a hacerla bien para luego aprender hacer una de fresa y otra de otro
sabor hasta que un día después pueda inventar su propia torta siempre”.
“Creo que un director debe estar dispuesto a entender de
nuevo todo el montaje, cuando inician los ensayos”, menciona Daniel. “Él puede
tener muy claras las cosas, pero va a dejar que la misma obra se lo diga.” En
La Tercera Persona, escrita y dirigida por él mismo, no veía el montaje al
momento de escribir. “Ves las sombras de tus personajes, es que estás invocando
a los espíritus, mas no a las formas, todo queda a un nivel de pensamiento al
escribir. Ya cuando diriges, lo haces a un nivel escénico, ya es otro lenguaje.”
Afirma que el montaje final no lo imaginó, pero sí lo sentía propio cuando
escuchaba los textos. “La forma la encontré de nuevo con el montaje, con los
intérpretes. Como director, abres las puertas a lo que te da el conjunto.”
Sus maestros y sus proyectos
A pesar de su formación inicial como actor, Daniel dejó
la actuación hace ya 10 años por decisión propia. “Hago cosas pequeñitas, como
aparecer en cortometrajes (como en Ocaso de Cristian Cancho Llamocca, junto a
Sara Joffré). Debo confesar que pierdo un poco la cordura cuando enfrento un
personaje y descuido prioridades. Al dirigir me siento mucho más cómodo, sin
tener que ser absolutamente racional.” Recuerda que una de las primeras obras
que dirigió, Escorial de Michel de Ghelderode, fue elogiada por Sara en
una de sus críticas. “Era una obra rarísima y densa, tenía de personajes a un
rey su bufón. Yo era bastante joven y Sara la consideró buena puesta en escena”,
recuerda con nostalgia.
Acerca de sus maestros, Daniel considera que tuvo muchos
y muy buenos. Si bien nació en Chimbote, sus primeros estudios fueron en la
Escuela Superior de Arte Dramático de Trujillo. “Allá tuve excelentes maestros
como Fernando Basilio, Marco Ledesma y Giorgio Michi. Aquí en Lima, me preparé
como actor con José Carlos Urteaga, que tenía toda la onda de la corporalidad,
de Magia y Cuatrotablas. En dramaturgia y dirección, tuve a Alonso Alegría,
Sergio Arrau y Sara Joffré. Arrau me dio la oportunidad de dirigir en su curso
de dirección; José Enrique Mavila, que era en ese entonces el director de la
Ensad me permitió presentar mi montaje en las Bodas de Oro de la ENSAD en el ICPNA de
Miraflores.” Otro importante apoyo en dirección fue el taller y encuentro con el
profesor de interpretación búlgaro Chavdar Krestev.
Uno de los proyectos de Daniel para este año es el
estreno de Exiliados, un drama escrito por James Joyce en la Sala ENSAD. “Trata
el aspecto filosófico del amor y la relación de pareja. Quiero traerla a estos
tiempos y hacer una cosa sobria, quedarme con el discurso esencial del texto,
que aún deberé encontrar…”, concluye.
Sergio Velarde
13 de febrero de 2015
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