viernes, 20 de febrero de 2015

Crítica: PHOENIX, VOLVER A EMPEZAR

Auspicioso y feliz debut

La obra inicia con Sandra (Natalia Cárdenas), una joven enfermera itinerante, hablando con Bruno (Francisco Cabrera), quien está gratamente sorprendido por verla luego de su primera cita. Pero esta impresión inicial se rompe cuando ella le cuenta que está embarazada y que ya decidió terminar con el “inconveniente”. Esa primera secuencia hacía presagiar que estábamos ante una nueva y rutinaria puesta en escena de Break Producciones, acostumbrada a presentarnos historias sobre conflictos emocionales de jóvenes adultos sin mayor trascendencia, como en Rockstars (2013) o Bésame mucho (2014). Falsa alarma. Para su debut como director, Diego Lombardi elige la pieza Phoenix (agregándole la coda Volver a empezar) del joven dramaturgo neoyorkino Scott Organ, que puede verse actualmente en el ICPNA de Miraflores. El título hace referencia a la ciudad norteamericana del estado de Arizona, en donde se encuentra la clínica en donde Sandra "solucionará" su problema.

Phoenix: volver a empezar es trascendente por dos motivos: muestra el espíritu egoísta e individualista de parte de la sociedad actual, que prefiere seguir su vida sin mayores complicaciones, y por supuesto, sin importarle las consecuencias de sus actos; y por otro lado, explora de manera sutil y delicada el concepto mismo del aborto. Sabia la decisión del dramaturgo en alejarse de cualquier tipo de cliché o panfleto social para dar a conocer su postura sobre el tema. Las conversaciones entre Sandra y Bruno, salpicadas por cierta dosis de humor (acaso muy norteamericano, pero no por ello inoportuno), muestran por sí mismas la moral y la ética que manejan los jóvenes (norteamericanos) ajenas a cualquier tipo de responsabilidad. El novel director comprende al autor y plantea su puesta en escena sin excesos de ningún tipo, aprovechando el espacio que ofrece el ICPNA, con contado mobiliario y una escenografía que aparenta una construcción a medio hacer, como lo es, en cierta medida, la relación sentimental de los protagonistas.

Para que una pieza de dos actores logre sostenerse en escena, se necesita de un director que pueda conducir a los intérpretes por toda una gama de emociones. En ese sentido, Lombardi se revela como un director con una sensibilidad especial para guiar a su elenco, logrando la mejor actuación de Francisco Cabrera a la fecha y sorprendiendo con una excelente Natalia Cárdenas. Una de las últimas secuencias, ya en la clínica de Phoenix y con los dos atribulados personajes mirando a la platea entendiendo por fin lo que una pretende consumar y el otro evitar, resulta de por sí, notable. Todas las conversaciones anteriores, ejecutadas escénicamente con mayor o menor fortuna, convergen felizmente en ese momento, con las miradas de los actores en directo hacia el público. Phoenix: volver a empezar es un auspicioso debut de Lombardi y una entrega teatral de Break Producciones que verdaderamente vale la pena.

Sergio Velarde
20 de febrero de 2015      

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