sábado, 3 de mayo de 2014

Crítica: ROCKSTARS

Las típicas decisiones adolescentes

Ernesto Barraza Eléspuru, uno de los ganadores del festival de dramaturgia Sala de Parto 2013, fue autor y director de Break (2011) y Botella borracha (2012), dos montajes en los que los protagonistas eran jóvenes aproximándose a la adultez, que reflexionaban sobre el amor, sus expectativas en el futuro y otros temas mundanos. Exceptuando su debut con El duende (2010), este estilo de dramaturgia bien podría resultar novedoso para algunos, o un simple entretenimiento sin mayor trascendencia para otros. En el caso de Rockstars, estrenada en el Auditorio del Centro Cultural Ricardo Palma, la anécdota se reduce al origen de una banda juvenil de música y a sus esperanzas de ganar un concurso, a pesar de los típicos problemas adolescentes que deben enfrentar sus integrantes.

Cuatro amigos del colegio se proponen formar una banda de rock y participar en un concurso que piensan, los catapultaría a su tan anhelado éxito musical. La historia se centra en Sebastián (Stefano Salvini, a quien vimos en El último fuego), el vocalista del grupo, su principal promotor, y acaso el personaje con mayor desarrollo dramático de la historia. Sebastián, un joven que además le teme al compromiso sentimental, trata de influenciar en sus compañeros para que sientan esta misma pasión para lograr su objetivo en común. Su principal antagonista, Sergio (Gabriel Gonzales), se mantiene en el grupo a duras penas, ya que su padre tiene otros planes profesionales para él.

Por otra parte, Marco (Andrés Salas, secundario de lujo en Mimí y el Monstruo de la Noche y Nuestro pueblo) y Renzo (Nicolás Valdés, de la notable Laberinto de monstruos), comparten los ensayos de la banda con sus estudios de inglés y repostería, respectivamente. La cuota romántica la pone Claudia (la siempre carismática Jely Reátegui), la fotógrafa que aparece para sacudir tímidamente los sentimientos de Sebastián. Se trata entonces, de un buen grupo de actores que deben encarnar sencillos personajes, con los típicos conflictos contemporáneos de siempre, como por ejemplo, el de tomar la difícil decisión de dedicarte de lleno a hacer lo que te apasiona. Los diálogos de los jóvenes durante los previos a los ensayos, pueden ser verosímiles, llenos de los típicos lugares comunes y groserías, pero llanos y superficiales, al fin y al cabo. La llegada de la fotógrafa sí sirve para darle un respiro a la historia, humanizando en cierta medida el personaje de Sebastián.

La puesta en escena utiliza escenografía minimalista y escaso uso de sonido y luz, acaso para centrar la atención en los conflictos y personalidades de los integrantes. Pero la densidad narrativa y la profundidad de algunos personajes, como en el caso del personaje de Valdés, no están lo suficientemente trabajadas como para elevar el montaje a otro nivel. El uso de la grabación en video, en la que apreciamos los previos al concierto; y la presentación musical en vivo del grupo, le aportan un digno final a una puesta en escena carente de mayor trascendencia. Rockstars, escrita y dirigida por Ernesto Barraza Eléspuru, se mantiene tan solo como una amable anécdota sobre los consabidos conflictos que enfrentan los jóvenes y nada más.

Sergio Velarde
Publicado en LA LUPE N° 3 

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