viernes, 6 de febrero de 2015

Entrevista: JORGE SARMIENTO

Los montajes tienen que tener cuidado de conocer la historia y el estilo

Charlar con Jorge Sarmiento es como acudir a una clase de teatro. El actual director de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático (ENSAD) nos recibe en su oficina, luego de ser la puesta en escena que dirigió, Noches de luna de César Vega Herrera, elegida por votación del público como el mejor montaje de Drama del 2014. “Tener una sala acondicionada es un avance enorme para la Escuela”, comenta Jorge sobre la renovada Sala ENSAD. “El aparato escénico tiene todos los dispositivos sonoros y de iluminación, parrilla mínima para operar cualquier obra que pueda acomodarse a ese espacio. Yo he manejado hasta dieciocho personas en ese espacio con ¡Baila con la muerte! Tragicomedia de arquetipos. Ésa fue la primera prueba de adaptabilidad del espacio escénico.”

Una de las características de las obras estrenadas en la Sala ENSAD es su cuidada dirección de arte. “No hay obra teatral en donde no se tenga que investigar”, afirma Jorge. “Si no hay investigación, se te escapan los detalles. En el caso de una puesta en escena, todo significa, todo tiene un valor: el color, la forma, la disposición o la composición, la relación de cosas. Y es un valor que no solo significa, sino que puede cambiar el significado con el uso. ¡Si esto es tan importante para el espectador, cómo no lo vamos a cuidar!" Admite que el director debe tener conciencia que cada elemento tiene su propia referencialidad, pero que puede tener varias dimensiones de significación. “Por supuesto, el gran significador es el actor y de acuerdo a su calidad  de interpretación, puede darle todos los matices para garantizar la credibilidad de los signos.”

Jorge también menciona que es vital conocer el particular estilo de cada montaje, a la hora de llevarlo a escena. “Muchos no se percatan de la importancia de los estilos artísticos desde la llamada “post-modernidad”, donde se supone puedes meter de todo y que no signifique nada. Eso genera confusión. Tienes que conocer la historia del teatro y de la moda; demanda un trabajo de registro histórico, para saber por ejemplo, cómo se usaban las mangas del traje en una época determinada.” También afirma que todo tiene un valor en torno a la teatralidad, ya que hay que generar en el espectador múltiples interpretaciones. “Si tiene una sola interpretación, y ya sabe se lo que viene, hay algo que está mal, pues deja de sorprendernos. Esa  teatralidad genera controvertidas miradas, no sé cuántas interpretaciones podrá tener el espectador, pero al menos se quedará con una. Los montajes tienen que tener cuidado de conocer la historia y el estilo teatral.”

El estilo de Noches de luna

Jorge confirma que el estilo elegido para sus montajes ha sido expresionista al 100%. “Puede ir hacia lo grotesco, poniendo el acento de determinado tipo de comportamiento o del gesto; lo importante es una re-significación, que el escenario esté muy recargado con una multiplicidad de signos, con reiteración de determinadas tonalidades y saturación de texturas fuertes, especialmente en Noches de luna.” Para la puesta en escena de la mencionada obra, Jorge necesitaba en escena a un pintor, Victor Humareda. “Si voy a hablar de un pintor, el espectador debe registrar las sensaciones respecto al color, a la textura, a las formas. Además, hay que considerar el tiempo en el que ocurre la historia, en ese tiempo había ciertas condiciones de vida para ese sujeto, y a pesar de eso, trasciende por el valor de sus pinturas. Yo tenía que ver cómo expresar  esa promiscuidad, esa miseria humana, esa condición putañera de octava en un barrio como Guatica, o como el burdel San Pablo, un ambiente vil y degradante. A ese sitio iba Humareda y alimentaba su imaginación enfermiza, delirante, para convertirla en arte visual”.

“En el montaje, lo chocante  tenía que venir desde fuera , desde el ámbito de lo social hasta su pintura y su creación”, continúa Jorge. “Los gestos de Humareda son intensos, su apariencia es desagradable, su boca tenía los dientes sucios, con una prominencia de la quijada. Nadie daba un centavo por él. En el montaje se pintaban los cuadros en escena en vivo o también se hacían composiciones sobre transparencias, o se hacían reproducciones de sus cuadros componiendo escenas en vivo.” El mayor reto para el actor Rafael Hernández (premiado por el público como el mejor actor de drama del 2014 por El Oficio Crítico) fue pensar, hablar y pintar a la vez, y que tenga sentido artístico lo que pintaba. “La historia no me interesaba demasiado , yo tenía que ver un pintor”, sentencia Jorge. “Por suerte Rafael tenía una idea de cómo pintar, fue entrenado y aun así, no me convencía en los comienzos de los ensayos. Para el teatro no bastaba la habilidad para pintar, tenía que  realizar movimientos más enfáticos, que hagan más ostensible lo que hace de manera ordinaria un pintor.”

Recrear aquella época y espacio determinado  constituyó un gran esfuerzo de investigación para Jorge. “Yo, como Rafael, me acordaba de cómo era el burdel de la avenida México: era una fiesta, un enorme pampón por San Jacinto en la Carretera Central, donde habían cadenetas colgadas, shows pequeños donde las putas salían a bailar. Quería en un escenario pequeño, recrear ese mundo puteril que conoció, muy festivo, muy colorido, muy risueño, no doloroso. Es por eso que así empiezo la obra: él, en el burdel, pintando a sus modelos.” La investigación constó de varias etapas, como las de leer la obra del fotógrafo Herman Schwarz y del pintor Taboada, así como acudir al Hotel Lima. “Hemos averiguado el recorrido que hacía  Humareda de su departamento hacia la azotea donde tenía un desvencijado sillón, tuvimos que investigar mucho. Así como en el cine se investiga para que sea más artística la película, en el teatro es vital. Ésa es la recomendación para cualquiera que se inicie en este oficio. Con la investigación tendrás  la información base para el montaje."

La dramaturgia y el teatro peruano

Entre los montajes de la Sala ENSAD en el 2014, figuró la interesante puesta en escena de La Tercera Persona, pieza escrita por el dramaturgo peruano Daniel Dillon. ¿Acaso fue el 2014 el año del boom de la dramaturgia peruana? “No me atrevería a hablar de dramaturgia peruana, solo de la limeña, que es la que conozco de cerca”, aclara Jorge. “La realidad nos duele mucho, y eso que en la última década tenemos éxito económico, sin embargo nos persigue  el trauma de Sendero, la delincuencia, la superposición de las poblaciones de migrantes. Siendo pocos hace unas décadas atrás , ahora somos muchos y además, multidiversos.” Para Jorge, el trauma de encontrar nuestra propia identidad y de quiénes somos, de alguna manera la intuyen las diversas obras de los dramaturgos limeños. “La ficción con la realidad hacen fricción y generan la chispa del drama nacional. Y no solo acá. En Buenos Aires los autores nacionales y urbanos escriben sobre los fantasmas de la represión militar. Los brasileros generan el teatro del cuerpo, por las mismas razones”, afirma.

“Considero que un buen actor de teatro debe manejar sus medios expresivos, dominarlos al servicio de lo que quiere expresar”, nos dice Jorge. “Si no se le escucha, no se le entiende, si no puede variar sus registros, entonces va a tener problemas. Por supuesto, si no hace lo propio con toda la corporalidad y gestualidad que necesita para poder recrear el comportamiento de los personajes, tampoco puede darle niveles interpretativos.” También afirma que, además de una rigurosa capacidad de investigación, el actor debe tener la capacidad del entendimiento, de saber qué es lo que está haciendo. “Si no entiende el texto y el espesor de sus signos, jamás podrá reproducirlos en escena, solo será una reproducción mnémica de un texto, nunca sabrá encontrarle trasfondo; y si el texto nos los tiene, entonces el director tiene que encontrarlo.”

Por otra parte, un buen director de teatro debe “poseer inteligencia creativa e imaginativa, que le permita ver el espacio de representación en movimiento.” Jorge también piensa que el director de teatro debe ser un investigador nato. “Y finalmente, vienen los gustos particulares, el gusto por la composición, la estética, lo que trasciende artísticamente, en el buen sentido de la palabra.” Jorge tiene muchos proyectos para este 2015. En la Sala ENSAD se estrenarán tres montajes: Los dos hidalgos de Verona de William Shakespeare, dirigida por Carlos Acosta; Los perros de Elena Garro, bajo su dirección; y una obra que todavía está siendo evaluada, que dirigirá Daniel Dillon. “Continuaremos también con las prácticas de nuestros estudiantes, entre ellas, Fernando Flores presentará La ópera de dos por medio; seguiremos con las publicaciones: en marzo presentaremos el Diccionario de Teatro de Moncloa y Covarrubias y también publicaremos una trilogía de Sergio Arrau sobre Túpac Amaru; y con Santiago Soberón, iniciaremos la serie del bicentenario, sobre la manera en que el texto teatral ha hecho un registro de nuestra historia peruana, seguiremos las etapas en las que el teatro ha hablado de nuestra historia. Y por supuesto, vamos a seguir probando las posibilidades de nuestra sala, preparándonos para los 70 años de la ENSAD que celebraremos el 2016”, concluye.

Sergio Velarde
6 de febrero de 2015

1 comentario:

Perú Ecológico dijo...

Estimados amigos de la Ensad, tienen que reponer lo antes posible Noches de Luna, la extraordinaria obra sobre el maestro Humareda, donde el actor Rafael Hernández compone magistralmente el personaje del gran pintor. Es un clamor general.
Saludos, gracias