sábado, 14 de julio de 2012

Crítica: EL DESEO MÁS CANALLA

Una trangresión estilizada y grotesca a la vez

Panparamayo Teatro es un colectivo artístico en constante actividad y evolución. Sus artífices siguen en la brega de analizar la identidad del ser humano dentro de una sociedad aplastante e inmisericorde, siempre dentro de los parámetros del surrealismo, el absurdo y el gran campo que ofrece la performance, en la que absolutamente todo está permitido. Comer en el 2010 fue una polémica experiencia culinaria que dividió opiniones; y La Razón Blindada en el 2011 (primera aproximación escénica a Arístides Vargas), un relato de dos presos que escapaban del encierro a través de la imaginación. Justamente, en la puesta en escena de El deseo más canalla, escrita por el mismo autor y estrenada en versión libre en la Alianza Francesa de Miraflores, los personajes huyen de la realidad (una ciudad cubierta de cenizas) a través de un sórdido juego en el que cumplen sus fantasías más profundas y oscuras.

Se trata de una versión libérrima del original, sobre todo al observar aquí fragmentos de la puesta dirigida por el mismo autor. Los personajes y el espacio en donde se desarrolla la acción han sido cambiados: ahora tienen números en vez de nombres, y un teatro en vez de una biblioteca, respectivamente. Las razones de estos cambios pueden ser variadas y discutibles, pero es ya sello propio del grupo alterar sin miedo las convenciones propias de una puesta en escena, en favor de las imágenes y sensaciones que produce cada uno de sus montajes, descartando cualquier atisbo de lógica. El escenario es asaltado por este grupo de personajes, cada uno en un espacio determinado, utilizando diversos elementos como fuego, cartas, lienzos, muñecos de trapo, que funcionan dentro del desenvolvimiento de los intérpretes. Las luces, la música y la caracterización de estos ocho cuerpos en escena cautivan, generan emociones y se regodean dentro de un ambiente lúdico y de pesadilla.

Los directores Mario Ballón y Pamela Santana consiguen momentos de teatro puro (Jely Reátegui declamando sus textos en el foro rodeada de fuego, la grotesca cena de bienvenida a Jorge Armas y las tentaciones carnales a las que es sometido Marco Otoya), transgrediendo el texto original y aprovechando al máximo la calidad interpretativa de sus actores. Especialmente Ballón (quien interviene como actor en la puesta), un joven actor y director de teatro que viene creando inteligentes y sentidos montajes de calidad, como lo fueron en su momento Generación en liquidación y N. A. Ninguna de las anteriores, en complicidad con Carolina Barrantes, presente también en el elenco de El deseo más canalla. Completan el reparto la sensual Michella Challe, la siempre bienvenida Sheillah Gutiérrez y un enérgico Sandro La Torre. Panparamayo logra un montaje generoso y abrumador, estilizado y chocante a la vez, de visión obligatoria.

Sergio Velarde
14 de julio de 2012

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