“Es importante rescatar momentos de nuestro pasado”
Una de nuestras actrices más sólidas y versátiles en la actualidad es,
sin duda, Irene Eyzaguirre, ganadora del premio de El Oficio Crítico como mejor
actriz dramática por su rol en En la Calle del Espíritu Santo de Celeste Viale.
“Empecé como casi todos desde chica en el colegio, para mí era una cosa natural
estar ahí arriba en el escenario. Es curioso,
siempre he sido tímida y extremadamente reservada, y actuar fue como una
manera de romper con eso”, recuerda. Pero la formación profesional de Irene
llegó cuando ingresó al TUC. “Recuerdo que, cuando estudiaba en la Católica fui
al local del TUC en Camaná a ver Electra, con Mercy Bustos, Mónica Domínguez y
Juan Manuel Ochoa. Me impactó ver esa tragedia con esas actrices fuertes; a partir de ahí dejé la carrera de Derecho y
me fui torciendo (risas).”
Anteriormente, Irene ya había llevado un taller de actuación con el
reconocido actor Hernando Cortés. “Él era un erudito, una persona muy sabia,
apasionada. Hicimos La Ciudad de los Reyes; allí me fui preparando con
confianza para postular al TUC. Entramos en ese taller con Zelma Gálvez, Elmer
Alfaro, Jorge Silva, entre otros.” En el TUC, Irene tuvo como profesor de
actuación, en el primer año, a Roberto Ángeles, a quien considera “un maestro
muy bueno, con una rigurosidad en el trabajo, te involucraba mucho en ser
disciplinado, tremendamente estimulante, muy puntual con la disciplina, trabajo
de investigación, muy estricto en eso”, refiere. En segundo año, a José Enrique
Mavila (recordado actor, director y dramaturgo), “a quien le agradezco por la
confianza que me dio, los estímulos, los retos que me puso”; y en tercero, a
Ruth Escudero. “Con ella egresamos con un montaje basado en La casa de Bernarda
Alba y Yerma. Sintonizamos con la sensibilidad y pasión lorquiana de Ruth en un
bello montaje que hizo que me enamorara
más aún de la obra del poeta. Tuve profesores excelentes y exigentes como
Alberto Isola, Luis Peirano, Coco Chiarella y Antonio Aguinaga.”
Las artes escénicas
Para Irene, un actor de teatro debe “tener disciplina, mucha pasión,
estar ahí arriba y transmitir todo lo que el autor, tu personaje o tu director
haya trabajado. Si tu pasión no es ésa, mejor no te embarques. Nada es fácil,
habrá un montón de tropiezos, el actor tiene que tener una fortaleza mental,
pero también de salud, debe procurar no ser “malitos” con el cuerpo.” Y por
otro lado, un director teatral tiene que “tener paciencia y especialmente
empatía, tener la capacidad de comunicarte con el actor, de poder transmitir
cosas y que se enamoren de tu proyecto; y obviamente, ser un poco loco, tener
una locura especial: la creatividad.” También afirma que no necesariamente un
director debe haber sido actor, pero reconoce que sí le da algunas pautas
básicas, pero no cree que deba ser una condición. “Por ejemplo, recuerdo que cuando
ingresamos al TUC con Rafael Dumett (autor de Números reales), dijo delante de
todos que no había ingresado para ser actor, sino que quería escribir, que
quería saber el proceso del actor. Y lo mejor de todo es que en el montaje del
último año, Rafael interpretó a una espléndida Angustias en La casa de Bernarda
Alba”, recuerda.
Irene ha intervenido en numerosos montajes teatrales, pero recuerda
algunos con especial cariño. “Medea, dirigida por Bruno Ortiz en la Alianza
Francesa, tuvo una estética muy particular; Bruno es muy creativo, alternativo,
rompió todos mis esquemas luego de haber tenido otras experiencias. Ese
personaje fue totalizador, me fascinó, fue grande y trágico”, recuerda. También
señala a Las bacantes, que dirigió Coco Guerra. Para Irene, Guerra es “otro de
los grandes locos directores, recreó un universo alucinante. Fue un montaje que
se hizo en el Museo de Arte de Lima, fue un trabajo físico intenso, con un
elenco de peso (Alberto Isola, Milena Alva, Olga Bárcenas, Aristóteles Picho, entre
otros) y como experiencia, fue grande.” Irene reconoce a Alberto Isola como un
hito en su vida profesional. “Es un maestro, un grande. Cuando egresé del TUC,
me llamó para Viaje a la tierra de Jauja y otras peregrinaciones del hambre,
delicioso y tremendo montaje basado en pasos y entremeses. Es uno de mis
recuerdos más queridos, fue la primera vez que canté en un escenario (gracias a
Pepe Bárcenas, con el que desde allí participamos en diferentes espectáculos). El
elenco estaba conformado por Luis Álvarez, Delfina Paredes, Haydée Cáceres, Mary Ann Vargas, Gianfranco Brero, Rosario Verastegui, Alicia Morales, Víctor Prada y
Manuel Arenas.” A lo largo de los años, Irene ha tenido el placer de participar
en otros montajes de Alberto, guardándole especial cariño a Las que cantan, El
alma buena de Sechuán, El Pingajo y la Fandanga y Canciones para mirar.
La memoria del teatro
“Lo que podría decir de En la Calle del Espíritu Santo, es que doy las
gracias de haber podido participar, porque me importa todo lo que tenga que ver
con hablar del país, con bucear en nuestra historia para rescatar anécdotas y
hablar sobre nosotros, sobre nuestra identidad. Creo que así vamos a dejar de considerar a obras como La cautiva como una apología, es terrible”, afirma Irene. En el mencionado
montaje, tuvo la oportunidad de trabajar con su gran amiga Cecilia Monserrate.
“A Cecilia la conozco hace años, me dio un gusto tremendo por el papel que hizo,
por la calidad de su trabajo; en el estreno nos abrazamos fuerte. Es importante
dar a conocer que hay muchos actores y actrices valiosos, la gente tiene que darse
cuenta de qué clase de actores tenemos”, reflexiona. “Así como se conoce la
historia del país, también tiene que conocerse a su gente, no solo actores,
también historiadores, dramaturgos, críticos y especialistas.”
La televisión, entre muchas producciones, también le brindó oportunidad
a Irene para involucrarse en la historia de una danza típica ancestral, a
través de su participación en El gran reto (2008), sobre los danzantes de
tijera. “Me impactó el tema, que se tomara esta danza ancestral para crear una
historia contemporánea. Tuvo tanta aceptación que la han repetido como siete
veces, nos fuimos a Huánuco para grabar. Fue un placer trabajar con Pold
Gastello, que es una persona con tanto talento, divertido, y como actor, qué
más se puede desear por compañero. La pasamos muy bien en nuestra chacra.”
Justamente, Irene tiene proyectos para televisión y uno de índole musical, pero
que todavía no puede revelar y este 6 de febrero se está presentando en el
Centro Español de Lima un corto en el que participa llamado La huida silenciosa,
en la que comparte roles con María Fernanda Valera (a quien vimos en ¿Qué hiciste Diego Díaz?). “También tengo historias que quiero desarrollar desde
hace años, no sé si las quiero escribir o actuar, pero es importante rescatar
momentos de nuestro pasado, para conocer y entender lo que somos y lo que hemos
sido.” Le deseamos toda la suerte del mundo a Irene en sus nuevos proyectos.
Sergio Velarde
30 de enero de 2015
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