sábado, 10 de mayo de 2014

Crítica: UN ZAPATO Y UN MUÑEQUITO

Una estilizada mirada a un execrable crimen. 

Un tema tan polémico y chocante como la violencia sexual en nuestra sociedad (pertinentemente mostrada durante la obra a través de las recurrentes imágenes de cualquier noticiero local), siempre será difícil de tratar de manera estilizada, especialmente sobre las tablas. Una empresa que la puesta en escena de Un zapato y un muñequito, dirigida por Jorge Bazalar (protagonista de la reciente ¡Bang, bang, estás muerto!) y estrenada en la Casa Espacio Libre, sabe salir airosa. Conformada por un par de monólogos independientes (así como lo fue en Tres), pero que se logran cruzar en un punto determinado, la pieza explora con acierto la brutalidad de este acto, enfrentando sus perversos detalles, escenificándolos a través de un coherente lenguaje simbólico.

En La máquina de muñequitos de Jorge Bazalar, un reo (Johan Allpas) confiesa su horrendo crimen a la policía: describe cómo volteó la “máquina” en cuestión en un descampado, para luego extraer el dichoso “muñequito”. El excelente trabajo actoral de Allpas hace más escalofriante aún el evidente contenido sexual del relato. Los treinta años, tres meses, tres días y tres horas de prisión son también retratados con acierto por el actor. Por su parte, Bazalar se encarga de actuar en Por la ventana del francés Jean Cocteau. Los atisbos de sobreactuación por parte del actor, en algunos momentos puntuales, no mellan la comprensión de la historia: un hombre que intenta convencer a una señorita, a través de su ventana de un quinto piso, para que suba a su departamento.

Acompañados por la música en vivo a cargo de Julio César Delgado, ambos monólogos llegan al escenario de manera sólida, luego de varias presentaciones previas, como en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático, en el V Festival de Teatro Aficionado, en el 1º Encuentro de Nuevos Creadores organizado por Espacio Libre y en el 1º Encuentro de Teatro organizado por Teatro Gnocivo. Y si bien la obra puede consolidarse aún más, Un zapato y un muñequito se convierte en un espectáculo con un propósito definido, que por cierto cumple a cabalidad: desnudar la completa ligereza de la justicia en nuestro país para castigar estos execrables crímenes, y por cierto, para concientizar al público sobre este asunto de importancia capital.

Sergio Velarde
11 de mayo de 2014 

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