martes, 13 de junio de 2017

Crítica: LA PÍCARA SUERTE

La fortuna no es casualidad

Cuántos no hemos evocado a la fortuna, al azar o a los buenos augurios alguna vez (o casi siempre) para enfrentar distintas situaciones de la vida. Lo cierto es que la puesta en escena “La pícara suerte”, escrita por el recordado poeta, dramaturgo y periodista peruano Leonidas Yerovi en 1914 y dirigida con genial habilidad por Mateo Chiarella, nos presenta la historia de Felipe -interpretado con destreza y naturalidad por José Dammert- quien ha perdido todo, está a punto de ser desalojado y tiene fama de ser un Don Juan.

Es allí que interviene su inseparable amigo Ortiz –interpretado con  por el actor Pold Gastello- para ofrecerle una solución que remediará su ingrata situación: apostar lo poco que le queda en la ruleta; suscitando los líos más inesperados, que irán tejiendo una hilarante trama de principio a fin.

La obra, que se presenta en el teatro Ricardo Blume, nos conecta con esa parte expectante e ilusoria que todo ser humano ha experimentado en algún momento, dejándose llevar por el destino; muchas veces evadiendo la realidad y la responsabilidad de tomar decisiones que den solución a los problemas. Otro punto notable es la picardía y viveza con la que ciertas personas suelen conducirse, utilizando una serie de artimañas para salirse con la suya. Hechos que debe juzgar el propio espectador, sin perder la sonrisa garantizada con cada actuación.

Particularmente, queda la impresión de un elenco que calza perfectamente con lo que se está contando, como si los personajes hubieran sido pensados para ser interpretados solo por ellos; un armonioso engranaje completado por el experimentado Ramón García, Lilian Nieto, Mayella Lloclla, Anneliese Fiedler, Marco Miguel Ravines, Chipi Proaño, Danitza de Bona y Olga Acosta.

Una comedia que no tiene pierde si de reír se trata; cada movimiento, gestualidad e interacción permite captar la atención del público. Que a su vez, lleva un claro mensaje que invita a reflexionar sobre los vaivenes que esa pícara y a veces esquiva suerte desencadena en nuestras vidas, para bien o para mal. La misma que nos recuerda que así como se pierde, también se gana, y que a pesar de pretender que la casualidad nos ofrezca las respuestas, estas se encuentran en nuestro interior, solo hay que prestar atención y será fácil reconocerlas.

Y finalmente, más que pedirle a los astros que confabulen a nuestro favor para obtener cosas materiales… “La pícara  suerte” puede hacer un mejor trabajo, permitiéndonos conocer el amor verdadero.

Maria Cristina Mory Cárdenas
13 de junio de 2017

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