domingo, 27 de julio de 2025

Crítica: DISTORSIONADA


Dramaturgias jóvenes, conflictos urgentes

En el marco de la actualidad y la inserción teatral de nuestro país, surgen distintas propuestas artísticas que responden a las percepciones de la sociedad. Una vez más, esto ocurre en el Teatro Esencia de Barranco, esta vez bajo la mirada de alumnos escénicos que están a punto de egresar. Presentan una propuesta que no le es ajena al medio audiovisual; al contrario, dialoga con él de forma oportuna y concreta, planteando la importancia del amor propio en la adolescencia. Distorsionada es un proyecto final de carrera dirigido por Patrick Quevedo y Aoki Delgado, escrito por Renato Guerra y Joanne Roman.

En escena vemos a Naydelly Celeste Elías en el rol de Lizbeth, una joven conflictuada por su imagen y su presencia en redes sociales. Elías transmite la inocencia del personaje con naturalidad, aunque en algunos momentos el exceso de gesticulación facial juega en contra, ya que no se alinea con el código escénico de la obra.

También es relevante destacar la construcción del personaje Liz Wiz, a cargo de Joanne Roman. Cuando aparece, podría pensarse que caerá en el cliché del avatar o la inteligencia artificial. No obstante, Roman evita esto con una composición precisa: movimientos pausados, robotizados y justificados. Cuando se trabaja con elementos tan cercanos al público, el actor debe apropiarse del personaje desde su sentido, no solo desde la forma. Y en este caso, lo logra.

La obra se enmarca dentro del teatro contemporáneo, rompiendo con estructuras tradicionales mediante una narrativa fragmentaria y episódica. Esto permite contar la historia de una chica que está a punto de ser distorsionada. En ese sentido, la dramaturgia de Roman y Guerra apuesta por nuevas formas de representación que reflejan conflictos actuales.

En conjunto, se trata de un montaje cuidado, tanto en escenografía como en iluminación. Por momentos, la acción tiende a caer debido al timing de ciertas ejecuciones y diálogos; quedan algunos vacíos escénicos sin resolver. Aun así, la propuesta cumple su objetivo y nos recuerda la importancia de la autoaceptación, utilizando al avatar como una figura de contraste. Un texto accesible, que se alinea con los lenguajes contemporáneos sin dejar de ser reflexivo.

Juan Pablo Rueda

27 de julio de 2025

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