viernes, 11 de julio de 2025

Crítica: TR3S: MÁS ALLÁ DEL MIEDO


Terror en casa

Tres microobras marcadas por el suspenso y el terror psicológico: un personaje peculiar que nos recibe y advierte sobre lo que va a suceder (resulta que es el director); hay una atmósfera peculiar, la corporalidad, la energía y la voz hielan la piel como una fría noche. Ingresamos a una casa donde hay un colchón, estamos en lo que parece una sala, los primeros atisbos van causando sensaciones en el cuerpo. El personaje que nos recibe hace como una especie de guía, nos anuncia que la obra va a empezar, hay un apagón y una joven aparece sentada en el colchón; su presencia es fuerte, el rostro parece marcado por el dolor, hay un mal presagio.

La historia trata sobre soltar y perdonar, gran labor a la que nos enfrentamos día a día, cuando abordamos un trauma o un mal recuerdo esta situación es más complicada; es una prueba extenuante, pero al descubrir que la única manera de volver a existir y salir de ese lugar que se derrumba y nos aplasta lentamente (con la agonía de un condenado) es perdonar, llega el momento de la purificación y el nuevo comienzo. Las dos actrices usaron muy bien sus recursos, gran diálogo, excelente interacción, buena energía. Personalmente me gustó mucho la presencia de la joven lastimada a la que atendían como paciente, lo que causaba en el lugar funcionaba muy bien con la naturaleza de la creación, gran presencia e interpretación, pero por supuesto su acompañante era la docilidad, el equilibrio necesario para no volver tan densas las cosas.

La segunda historia empieza con un accidente inesperado y termina en un asesinato cruel, aquí se aborda la razón del confiar y cómo nunca terminamos de conocer a las personas que nos rodean. Ambos intérpretes jugaron adecuadamente un diálogo de proximidad, seducción y recuerdos, buen manejo del texto y presencias llamativas en el espacio. La transformación del joven asesino que se encontró con un amor del pasado es inesperada, hay un buen trabajo en cuanto al desarrollo del personaje; al principio, parece inofensivo cuando sucede el encuentro, un joven normal, pero acusa un secreto, algo así como un temor.  Al final manifiesta toda su naturalidad al lograr llevar a la chica a su casa, la joven tiene una energía condensada, como si estuviera marcada por sucesos, un rencor, situaciones sin resolver; sin embargo, todo termina calzando víctima y victimario suelen encontrarse con facilidad. El joven se muestra como es, un asesino; los recursos teatrales son bien usados para marcar este momento tenso y de desenlace; la luz, el cambio de energía y el vestuario, todo termina con un asesinato, la risa del guía retumba el espacio.

En la historia final nos enfrentamos a una especie de conciencia que habla: un joven llega con unas bolsas y hace como si nada pasara, pero sucede que él ha asesinado a su novia, entonces tocan la puerta y es el espíritu o la presencia de ella, que le va increpando algunas cosas. En las bolsas en donde solo aparentemente había basura, ahora está el cuerpo diseccionado de la chica, la conciencia es un fuerte retumbar dentro del ser. En esta puesta lo que nos habla es una culpa, un crimen que se consumó desde el silencio, pero que atormenta a gritos desde voces lejanas. El joven termina torturado por una presencia demoniaca que tiene la imagen de su novia. El buen manejo de la tensión y la energía permite que esta escena se desarrolle adecuadamente; los dos intérpretes conjugan muy bien sus capacidades y la actriz mantiene una gran tensión desde su corporalidad.

Moisés Aurazo

11 de julio de 2025

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