Bushby y las mujeres
Inclasificable, indefinible e insólita. Acaso podríamos ajustar dichos adjetivos a la prolífica y notable producción dramatúrgica de Alfredo Bushby. Un autor que nos ha regalado, cuando los directores han sido capaces de traducir adecuadamente sus historias en el escenario, momentos inolvidables en montajes teatrales complejos y exigentes para el espectador. Y es que Bushby pone a prueba tanto a los artífices de sus obras, como a los propios lectores. Tal es el caso de Matildas (tres obras dramáticas), reciente libro publicado por el sello editorial Vallejo & Co., que contiene tres piezas acerca de ambiguas presencias femeninas, que revelan en gran medida los intrincados intereses de un escritor imprescindible dentro de la dramaturgia peruana.
Desde el mismo título del libro, Bushby pone a prueba a sus lectores. ¿Por qué nombrar Matildas a este compendio de piezas llamadas Tamara, la Magna, Ultimato y Yo, la mejor de todas? Pues proveniente del clásico de Dante Alighieri, apareciendo en el canto XXVIII del purgatorio en La Divina Comedia, esta bella mujer llamada Matilda representa de manera simbólica la perfección de la naturaleza humana, así como el anticipo de la felicidad total. He ahí la paradoja, pues los personajes femeninos que aparecen en las páginas distan mucho de ser perfectos, pero sí que representan las complejidades inherentes de todo ser humano.
El trío de piezas no solo destila teatralidad por todos lados, sino que además reta al lector a tener sumo cuidado y precisión para comprender las tramas; además, Bushby concibe cada historia con diferentes formatos que enriquecen el producto final. En Tamara, la Magna, con sus minuciosas acotaciones, varios diálogos en rumano, hipnóticas canciones y sus saltos espaciales y temporales, conocemos la historia de esta cantante que busca encontrar su propia voz, rodeada de tres actores que interpretarán el resto de personajes, tanto humanos como animales; en Ultimato, con una fuerte carga lírica, se le cede total protagonismo a la declaración de la Mujer, frente a una más bien complementaria presencia del Hombre, con un sorpresivo final; y en Yo, la mejor de todas, somos testigos de la exposición de tres mujeres de diferentes edades y experiencias, en una suerte de tribunal universitario en el que se discuten temas sobre feminismo y empoderamiento, sin caer en ningún momento en la trampa panfletaria.
Como menciona la crítica Rita Alvarez Carbajal en su lúcido comentario, “el libro toma un nombre que no solo lo compara con el ideal dantesco, sino que también lo conecta con un término asociado a la reivindicación, un tema transversal a los tres dramas”. Eludiendo cualquier arquetipo teatral preconcebido, Matildas (tres obras dramáticas) es la confirmación de Bushby como un consumado dramaturgo que se pone a prueba constantemente, a él mismo y a sus lectores, encontrando nuevas maneras de escribir para la escena, develando las profundas heridas que nos vienen aquejando como sociedad.
Sergio Velarde
19 de abril de 2024
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