Prometeo contemporáneo
Danza, poesía, música y un elenco de actores confabularon
para llevar a cabo Prometeo Encadenado, una versión libre que tuvo lugar en el
teatro de la Asociación de Artistas aficionados. Prometeo fue un semidiós que,
al ver lo mal que lo pasaban los mortales en la Tierra, decidió robar el fuego
sagrado durante una celebración en el Olimpo, causando que Zeus lo condene a
estar encadenado a una roca de por vida. Esta versión teatral tiene la
peculiaridad de basarse en códigos que van desde el uso de poemas de distinto
autores hasta coreografías que invitaban al espectador a indagar qué es lo que
la historia de Prometeo podría decirnos hoy en día.
La representación tuvo como antesala una breve explicación
de la directora del montaje, Fabiola Alcázar, quien se encargó de explicar la
historia de Prometeo. Esto sirvió para poder darle protagonismo a las
herramientas que el montaje utilizó para contarnos la travesía del semidiós.
Aquí no importaba si sabías o no la historia de Prometeo. La obra se encarga de
construir imágenes que nos hacen prestar atención a lo importante: lo que una
historia como esta tiene que decirnos. Estamos hablando del caso del primer benefactor de la humanidad, del primer
condenado por desobedecer un poder absoluto y ayudar a quien lo requería.
Los actores involucrados interpretaron más de un papel y se
dieron abasto para poder sintetizar este mito en escenas donde se lograron
entretejer las imágenes, creadas desde la interpretación del texto y desde las
secuencias físicas que los actores elaboraron. A lo largo de toda la obra, se
sintió un trabajo coral, donde los actores estaban sincronizados con la misma
calidad de energía en escena, de modo que se percibía la atención y la
concentración de todo el elenco. A esto me refiero con trabajo coral, con el
hecho de todos estar llevando la obra en la misma dirección, sin desentonar en
ningún momento.
Los cambios de escena, al igual que el manejo de
herramientas como luces y música, estuvieron controlados e incluidos en el ritmo
que la obra tenía, hubo un buen manejo de estos elementos, de modo que ayudó a
mantener el hilo conductor de la representación. Los vestuarios estuvieron
diseñados de manera cómoda para los personajes, con lo que complementaban la
imagen que cada personaje debía dar, sin necesidad de pomposidad que podría
haber saboteado la puesta en escena.
Retomar historias como la de Prometeo exige una relectura
cuidadosa de información que sea valiosa y, sobre todo, vigente para el aquí y
ahora del lugar donde se representa. Es interesante ver cómo estas relecturas
tienen lugar gracias a nuevas tendencias y herramientas teatrales
contemporáneas que enriquecen la puesta en escena, de modo que no solo hay
protagonismo de un mito, sino que hay todo un corpus escénico que atrapa al
espectador. Prometeo fue un personaje que fue castigado por intentar hacer el
bien a la humanidad, a costa de desobedecer las autoridades del Olimpo, el
poder supremo. La pregunta es ¿qué tan común es eso ahora? ¿Se les hace
familiar que exista un poder que termine reprimiendo las buenas intenciones de
algunos? Se los dejo a su propia reflexión.
Stefany Olivos
4 de agosto de 2018
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