La obra sobre los planos de pensamiento
Una nueva propuesta de comedia romántica llega al Teatro de
Lucía con Así de simple, escrita por Bresso
y Sofía González Gil y dirigida por Yanira Dávila. Tenemos en escena la
historia de una pareja joven, Joaquín y Clara, que empieza a convivir. Entre decisiones apresuradas y
choques idealistas entre ambos, se van dando a conocer verdaderos sentimientos
y formas de pensar de cada uno de los personajes.
La obra no propone una representación de una pareja de
manera “convencional”: tanto Joaquín como Clara son representados por tres
actores y tres actrices respectivamente, de modo que cada personaje se ve
representado en tres planos distintos: social,
racional y emocional. Era muy
interesante ver estas tres “realidades de pensamiento” de cada personaje, una
noción muy real de cómo funciona nuestra mente. Ningún plano anulaba a otro:
ver el lado emocional y el lado racional diciendo cosas totalmente opuestas generaba
una empatía agradable, provocaba las ganas de querer ver más de estas
contradicciones.
Para que esta
propuesta funcione, las actrices que representaban a Clara y los actores que
representaban a Joaquín estaban vestidos de la misma manera. El hecho de que
las tres versiones de los personajes hagan las mismas acciones todo el tiempo
como, por ejemplo, amarrarse y soltarse el cabello, o sacarse alguna prenda
funcionó perfectamente para invitar al espectador a aceptar el código que la
obra propone: los actores realizaban estas sutiles acciones limpiamente, de
manera uniforme todo el tiempo sin dejar lugar a posibles confusiones. Por otro
lado, la propuesta escenográfica, que consistió en el uso de un sofá y cajas
que se podían convertir en lo que sea, le dio versatilidad a la obra. Fue una
decisión que aportó al equilibrio en escena: si vamos a ver un personaje
representado por tres actores a la vez, elegir una escenografía más acaparadora
hubiese recargado la obra. Los seis actores destacaron de la misma manera con
los planos de los personajes que representaban: hubo una noción colectiva del
ritmo de la obra, los textos y los movimientos en el espacio parecían parte de
una gran coreografía que nunca paraba, lo que permitió que el efecto cómico
venga como consecuencia, y no de manera forzada por los actores. Sin embargo,
en algunos momentos álgidos, varios
textos se perdían debido a que el volumen de las voces de los seis actores
estaba muy alto o por falta de dicción.
Respecto a esta obra, yo dudaría en definirla como una
historia de cómo funcionan las parejas jóvenes solamente. A pesar de que la
historia sea la de una pareja joven efectivamente, tengo la impresión de que el
recurso más explotado de esta obra es el desdoblamiento de pensamiento en los
tres planos “dominantes”, llevándonos a pensar en que nuestra mente pasa por
vértigos todo el tiempo, en cada decisión, con cada persona con la que
interactuemos. Digo esto porque, si me concentro en la historia de la pareja en
cuestión, siento que no se desarrolló tanto la historia en sí misma. Sí, se nos
muestra momentos de su relación y la explicación de su desenlace como pareja,
pero el recurso del desdoblamiento de planos de pensamiento estuvo tan
explotado y bien logrado, que el desarrollo de la pareja pasó a segundo plano.
Es más, la separación de la pareja no me causó demasiada sorpresa o pena
realmente porque no hubo tiempo de desarrollar su historia.
¿Qué tantos planos podemos construir para mostrarnos ante
otros? Es una pregunta que se me ha quedado en la mente desde que vi Así de simple. Agradezco a esta obra por
mostrar sin filtro cómo funcionamos al procesar información, al sentir momento
a momento, el poner tangible el hecho de que podemos pensar dos ideas
completamente diferentes – plano emocional y plano racional- y no sentirnos mal
por eso: así funcionamos, no nos avergoncemos de la naturaleza vertiginosa que
poseemos, así de simple.
Stefany Olivos
5 de diciembre de 2017
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