Miyashiro inicia
Aldo Miyashiro es ahora una estrella de televisión. Ya no
sólo aparece en las páginas culturales y literarias, sino que también es ahora
"víctima" de la prensa de espectáculos. Luego de finalizada su
polémica miniserie "Misterio", que generó tantos adeptos y
detractores como los tiene el actual Presidente de Universitario de Deportes,
resulta muy interesante volver a sus orígenes y apreciar este último montaje
sobre el primer texto que presentara como dramaturgo, actor y director hace
casi media década en la Sala Joven de la Alianza Francesa. "No amarás
(último mandamiento)" fue un correcto y discreto debut, al que le
seguirían la formidable "Función Velorio" y otras obras más que
perfilarían a Miyashiro como una de las jóvenes promesas de la dramaturgia nacional.
Con la dirección de Haysen Percovich, estrecho colaborador del autor, llega
este nuevo montaje protagonizado por egresados del taller de iniciación actoral
que dirigiera el propio Miyashiro.
¿Qué es amar? ¿Qué es querer? ¿Qué es desear? Son las preguntas que apremian a Iván (limpio trabajo de André Silva), un joven que se debate entre los brazos de Paula (Helga Vega), su confiada enamorada y la Loca (Anahí Vargas), su despreocupada amante, mientras es hostigado por el Cura (Paul Beretta), enamorado en secreto del muchacho. Si bien es cierto las cuidadas actuaciones logran otorgarle interés a este singular triángulo amoroso de cuatro vértices, son los personajes periféricos los que descollan del conjunto, como la Madre de Iván (Silvia Majo), una prostituta retirada que mantiene un tórrido romance con Sergio (Emilio Berrocal), el mejor amigo del joven. Además figura Francis (Óscar Abril), el hermano homosexual de Iván, quien aporta la cuota humorística a la pieza y finalmente un personaje sorpresa (el niño Pablo Ucañay) que cierra el círculo de la azarosa vida de Iván con un demoledor final.
La historia mantiene un ritmo y energía muy parejo, sostenida únicamente por las actuaciones dentro un escenario desnudo con algunos ocasionales muebles. Muy bien Emilio Berrocal como el díscolo Sergio, divertido y creíble en cada una de sus intervenciones. También destaca Óscar Abril como Francis, un personaje que bien pudo caer en el fácil estereotipo, pero que Abril compone con contenida sobriedad, aunque debe afiatar más su relación con el Cura. Pero las palmas se las lleva la magnífica Silvia Majo como la Madre, logrando dos momentos notables: el encuentro sexual con Sergio, debatiéndose entre lo chocante y lo poético, y más tarde, con la justificación de su proceder a Iván y la "prueba" final de su profesionalismo.
La sólida dirección de Percovich logra que su elenco supere largamente (y felizmente) el nivel actoral de sus pasadas muestras del taller de iniciación actoral, permitiendo (ahora sí) evaluar los progresos conseguidos y entregando una puesta en escena sumamente digna y profesional. Una interesante revisión, así como lo hiciera anteriormente Ximena Arroyo con "Función Velorio", que permite conocer la evolución en el tiempo de Miyashiro como dramaturgo y que nos deja con las ganas de apreciar lo que vendrá en el futuro.
Sergio Velarde
28 de julio del 2005
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