Entre realidades y fantasías
Los alumnos de cuarto año de la carrera de Actuación de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático, bajo la dirección de Luis Sandoval, nos trajeron una versión libre de la obra La noche árabe de Roland Schimmelpfennig, y tuvo lugar en el Hall del Museo Metropolitano de Lima.
La trama de por sí es bastante envolvente y llamativa, pues prometía una serie de sucesos que llevaron al público a un viaje en el tiempo entre lo contemporáneo y la antigüedad; todo esto dentro de una locación tan común, como es un edificio que está sufriendo un misterioso corte de agua en plena noche de verano. Es una historia que oscila entre la realidad y la fantasía, y es el personaje de Francisca el que lo logra traspasar. Su presente es el de una mujer científica que vive independientemente junto con una amiga. Sin embargo, su pasado se remonta a los tiempos de los grandes sultanes, donde las mujeres no tenían tanto valor, generando un contraste bastante llamativo. Además, otro elemento interesante fue la forma en la que estaba narrado; es decir, los diálogos, en cómo cada personaje relataba las acciones que hacía el otro y las propias, como si fueran sus propios narradores.
Sobre la escenografía, esta era sencilla, pero con lo justo y necesario para dar a entender el contexto en el que estaban. El uso del espacio para dar la ilusión de que uno de los personajes se había encogido y estaba atrapado en un recipiente fue algo bastante llamativo en el buen sentido, pues denotaba el buen dominio del espacio de los actores, además de sus buenas interpretaciones. Otro elemento que le sumó bastante a la obra fue la música, pues ayudó a ambientar y a darle ritmo a los acontecimientos. Incluso el lugar en el que se encontraban los músicos era idóneo, como una especie de escondite, no se distinguían, solo eran sombras detrás de las sábanas. Asimismo, el elenco de baile fue otro gran elemento, pues contribuía a la fluidez.
Pese a que la puesta en escena fue innovadora y llena de bastantes talentos, lo que le jugó en contra fue el local: los asientos estaban al mismo nivel, lo cual no le permitía al público apreciar bien lo que pasaba en el escenario y se sentía más como una radionovela. Una estructura que permitiera que los asientos estuvieran de forma escalonada hubiera sido lo ideal, ya que no se pudo apreciar bien el buen trabajo que se estaba desarrollando.
Barbara Rios
20 de abril de 2025
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