lunes, 26 de agosto de 2019

Crítica: EL CÍRCULO DE LA NIÑA BONITA


Una paternidad difícil

El círculo de la niña bonita es un montaje breve de una sola escena, que aborda las dificultades de la paternidad y cuestiona la fragilidad humana hacia la duda, incluso en personas que usualmente calificamos como maduras. El lugar es La Histriónica, ex Teatro Ensamble, donde se ha acondicionado, recientemente, un microteatro al lado del pasillo de ingreso. Este espacio consiste en un pequeño lugar para un máximo de quince personas como público. De esta manera, La Histriónica tiene la posibilidad de tener dos montajes en simultáneo, uno en este espacio y otro en el sótano, su escenario principal y más amplio.

Con la dramaturgia de Daniela Martuccelli, la dirección de Gean Pool Uceda y las únicas actuaciones de Gerardo García Frkovich (en reemplazo de Alfonso Dibós) como Lucho y María Rubio como Nadia, la acción dramática gira en torno al intento de una hija por entender el porqué de la inminente migración de su padre hacia los Estados Unidos. El escenario es la representación de la habitación de Nadia: en el fondo, dibujos y collages de fotos con su familia; a la derecha, un tablero para pintar; a la izquierda, un sillón de color verde chillón; y al medio, una guitarra acústica. En resumen, los elementos son sencillos pero básicos para la transmisión del mensaje.

El contexto se deja entender mediante los diálogos: el padre quiere migrar, porque la madre ya fallecida hizo lo mismo con anterioridad a, precisamente, los Estados Unidos. Hay momentos de tensión en que la muchacha reta a su padre sobre el porqué no consultó sobre esta decisión. Es interesante el empoderamiento que tiene Nadia en relación con su padre. El montaje empieza con una pregunta que, en primer lugar, puede no tener una contextualización con la acción dramática: Nadia pregunta: ¿Cuándo comenzó la Guerra Fría? A lo cual Lucho contesta con una respuesta enciclopedista. Sin embargo, hacia el final del montaje, la pregunta cobra un significado muy potente, pues no se trató de una alusión política, sino de una metáfora sobre la decisión de Lucho. Tanto la Unión Soviética como los Estados Unidos querían darle una alternativa al mundo en ese entonces, pero no tenían certezas sobre su decisión. De igual manera, la migración de Lucho funciona de la misma forma: sabe que es necesario hacerla, sobre todo pensando en el futuro de Nadia, a pesar de ser esta una opción llena de incertidumbres.

Un elemento muy preciso es la música en vivo, destacando la canción “Es mi niña bonita” de Polo Campos, entonada por los actores; además, estos manejan muy bien la guitarra. El círculo de la niña bonita deja un final conmovedor, un abrazo lleno de esperanza.

Enrique Pacheco
26 de agosto de 2019

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