La piedra de los
cuestionamientos humanos
¿Se imaginan un momento de la historia de la humanidad donde
las guerras hayan cesado por completo? Esta es la realidad ficticia que nos
presenta La piedra, del dramaturgo
Christian Saldívar, bajo la dirección de Fiorella Díaz, con las actuaciones de
Rebeca Ráez y Liz Navarro. Esta pieza es el tercer montaje de los cuatro que la
Escuela Nacional Superior de Arte Dramático presentará en el 2017 como parte de
su ciclo de temporadas profesionales.
La piedra nos
transporta a un escenario desértico y rocoso, donde los personajes Uno y Dos
entablan una conversación filosófica sobre sus sentimientos hasta cierto punto
frustrados. Nunca se llega a saber si realmente los personajes son humanos,
animales o algún tipo de ser mitológico; sin embargo, Uno y Dos son capaces
dentro de la obra de transmitirnos aquellos cuestionamientos que el ser humano
se ha hecho desde siempre. La obra nos muestra a estos personajes en un
contexto antinatural para ellos mismos: mientras que Uno es un ser carroñero y
es el único sobreviviente de su especie por la escasez de muertes, Dos es un
ser que busca trascender y morir por una causa “heroica” en un mundo donde ya
no hay conflictos ni lugar para héroes de guerra. El montaje nos muestra a dos personajes que
están viviendo en un contexto que va en contra de lo que su naturaleza exige.
Uno, al ser un ave carroñera, come lo que encuentre muerto a su paso; esto,
dentro de un contexto de paz donde la muerte escasea, lo obliga a pasar hambre,
razón por la cual toda su especie se ha extinguido. En su naturaleza no está
matar para comer, sino esperar a que haya muertes a su alrededor. Por otro
lado, Dos es un ser que busca vivir un conflicto en medio de tanta paz, una
prueba de que por naturaleza el hombre buscará el drama, buscará de alguna
manera que el conflicto sea parte de su vida para sentirse útil, para poder
retarse a sí mismo.
El montaje contaba con una estética con colores sepias y
plomos, llena de códigos que nos transportaba a los espectadores a un ambiente
desértico, donde parece que nada puede cambiar. La escenografía y los
vestuarios fueron cruciales para que este montaje se entendiese en 360 grados,
una buena decisión. Los personajes eran claramente diferenciados, se notó la
posición de cada uno desde el inicio, por lo que la relación entre ambos se
entabló naturalmente y en progresión a lo largo de la obra. Esto fue soportado
por la interpretación de ambas actrices, cuyo manejo de texto estuvo rico en
imágenes, muy bien logrado con una pieza llena de metáforas y demás usos de
subtexto. Todos estos elementos estuvieron atinadamente explotados, sin caer en
el riesgo de regodearse en un texto lleno de cuestionamientos filosóficos. La
obra exigía habilidades físicas que manejaron muy bien. Sin embargo, tuve la
ligera sensación de un cierto desborde de energía por parte de ambas actrices
en algunos momentos, sobre todo al inicio de la obra. Esto suele pasar en
varios inicios de obras teatrales, lo que yo llamaría el “síndrome del inicio
teatralizado”, es decir, querer comenzar una obra “teatralizando” el teatro, lo
que implica un sobreesfuerzo en el inicio. En el caso de La piedra, solo se dio en los primeros instantes, pues después
lograron calibrar el manejo de energía vocal y corporal. Un elemento que
resalta en el montaje es el de una gran roca con la que Uno tiene una relación
metafórica: solo come los insectos que encuentra muertos debajo de ella y la
llama madre. Esto constituye una especie de cadena metafórica, que le impide
tomar acción para conseguir la comida que necesita para sobrevivir: no lo deja
tomar decisiones y que, de algún modo, siempre lo está vigilando.
La piedra es una
invitación a no dejar de lado aquellos cuestionamientos que la naturaleza
humana no puede obviar: la reflexión sobre la vida, la muerte y la necesidad
del conflicto en nuestra existencia. Sin embargo, no tomemos esta obra como una
manifestación pesimista de la vida: que sea una invitación a que cada vez más
personas tomen acción sobre los males que nos aquejan, una invitación a
desligarnos de aquella piedra que nos pueda estar impidiendo tomar una decisión
asertiva.
Stefany Olivos
24 de septiembre de 2017
24 de septiembre de 2017
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