¿Y si se juntan los fragmentos?
Un cumpleaños, la excusa perfecta para que ocho amigos se
reencuentren después de mucho tiempo, en una etapa que combina los cambios
propios que trae la “madurez” de los 30, con los conflictos de una generación marcada
por una especie de culto a la superficialidad, a la enajenación y a la
hipocresía. “Fragmentos” es una original propuesta escrita y dirigida por el
también actor Carlos Galiano. La obra narra con total franqueza y ciertos
toques de crudeza y humor, una realidad que es evidente hoy por hoy en la
llamada generación de los “millennials”, que parece dejarse llevar por sus
deseos de reconocimiento, por un excesivo egocentrismo y, al mismo tiempo, por
un incontrolable miedo al fracaso… ¿Te suena familiar?
En cuanto al espacio escénico, un elemento llamativo fue el
hecho de permitir que el espectador visualice a través de la imaginación los
artículos que complementaban la puesta (cuadros, copas, botellas, etc.): ello
permitía enfocarse más en la acción y esencia de cada personaje; sin embargo,
el manejo profesional de la utilería por parte de los actores le daba vida y
realismo a cada elemento. Considero, en general, que la intención del director
fue centrarse precisamente en el fondo más que en la forma. Los flashbacks
(desplazamientos bruscos hacia el pasado en el eje temporal) engranaban y
explicaban muy bien la narrativa de la historia.
Un elenco acertado y experimentado (Manuel Gold, Karina
Jordán, Mayella Lloclla, Sebastián Monteghirfo, Mikhail Page, Gisela Ponce de
León, Jely Reátegui y André Silva) con un plus importante: son amigos más allá
de la ficción, lo cual se reflejó en la naturalidad y fluidez de la interacción
entre ellos. Particularmente, sorprendieron en sus peculiares roles Mayella
Lloclla (una joven superficial) y Mikhail Page (el chico cool).
Historias que se entrelazan, que reflejan la poca tolerancia
y empatía con la que nos tratamos los unos a los otros; la careta que trata de
ocultar las debilidades de cualquier ser humano; la envidia y la frustración
que se mezclan para mostrar al espectador el quiebre de un grupo de muchachos
que enfrenta de distinta forma la vida y, probablemente, el encuentro en esta reunión
será el principio de un cambio o tal vez, una reafirmación de su identidad como
seres individuales, pero también, como parte de una sociedad que necesita con
urgencia encontrar coincidencias y unir aquellos fragmentos que la reconstruyan
como un todo, diverso sí, y al mismo tiempo más humano.
En definitiva, una obra que permite sentir y ver más allá,
para revalorar los lazos de amistad y reencontrarnos con la esencia de lo que
realmente somos. Cabe destacar, que aunque parezca dirigida a un público joven, esta pieza de un solo acto no puede encasillarse,
puesto que el público adulto también podría darle una lectura propia,
permitiéndole conocer más a esta generación.
Maria Cristina Mory Cárdenas
18 de septiembre de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario