La maravillosa diversidad que nos permite crecer
¿Qué sucede cuando invade nuestro interior una sensación de
inconformidad, de hastío, de querer evolucionar? Muchas veces, el ímpetu y las
energías diseñan el camino para lograrlo, encontrándonos en esa búsqueda con
personas, ideas, habilidades y sentimientos distintos, que nos ofrecen la oportunidad
de crecer. Ermitaño es una puesta que permite al espectador ver más allá y
descubrir la infinidad de ventajas que tenemos al convivir con nuestras
semejanzas y particularidades como seres humanos.
Bajo la dirección de Andrea Zárate Gálvez y Anaité Caycho
Verástegui, en alianza con Kinesfera Danza, este proyecto teatral escrito por
Martín Pérez del Solar relata la historia de un cangrejo ermitaño que busca ser
más fuerte y grande; sin embargo, siente que su caracola ya no encaja con él y
su propósito, por lo que recorrerá las profundidades del mar buscando una nueva
caracola que le permita desarrollarse plenamente.
La obra se desarrolla en el fondo del mar, por ello destaca
el juego de luces, efectos visuales y vestuario de los actores. El movimiento y
expresión corporal combinados con la suavidad de la danza son clave para darle
vida al relato, incluso más que los propios diálogos. Un punto destacable es la
perfecta combinación entre el mensaje que envía la puesta -la necesidad de
crecer, de no estancarnos y caer en el desgano, la fuerza que nos impulsa, los
obstáculos y ruido exterior que pretende detenernos- con la versatilidad de un
elenco diverso y genuino, que integra a personas con habilidades diferentes,
permitiéndoles desarrollarse en el plano artístico.
Seis actores, que interactúan cada uno con su propia
esencia, conformando un engranaje en el que unos y otros se apoyan solidariamente.
Bernardo Scerpella –interpreta a Bruno, el cangrejo ermitaño– siendo el
protagonista de la representación, construyó un buen personaje, con la
tonalidad de voz y corporalidad precisas; otro personaje meritorio fue el
interpretado por Erick Ríos –Evagrio- quien cautivó con su entrega y
profesionalismo; así también José Rojas –Enrique- quien tenía a su cargo un
antagónico, que finalmente descubre la bondad de su corazón.
Completan el reparto Claudia Benites, Leydi Layango y Lilia
Layango, con intervenciones bien elaboradas. De esta forma, Ermitaño invita a
dar un vistazo interior de cada uno y reflexionar acerca de cómo vemos,
entendemos y aprovechamos nuestras diferencias como seres individuales y las
potenciamos para evolucionar en todos los aspectos de la vida profesional,
personal, como sociedad, entre otros. Siendo capaces de complementarlos con las
semejanzas que en el fondo compartimos; comprendiendo que no es posible tal
trasformación, si no convivimos, valoramos y aceptamos la maravillosa
diversidad que existe en el mundo.
La expectativa queda para próximas puestas, en donde pueda
apreciarse el talento y trabajo conjunto de personas valiosas, capaces de
llevar adelante un espectáculo digno de aplaudirse una y otra vez.
Maria Cristina Mory Cárdenas
7 de julio de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario