Porque lo digo yo
Aunque los años pasen, siempre los hijos serán
los bebés de mamá. Guste a quien le guste. “Tu madre, la Concho”, comedia
costumbrista peruana escrita por Angelo Condemarín y dirigida por Paola Vicente, es una obra fresca, divertida y dinámica que te
atrapará de inicio a fin. Cuenta con las actuaciones de Claudia Dammert, Sonia
Seminario, Claudio Calmet y Lia Camilo; y la temporada va hasta el 11 de
junio en el Teatro Centro Cultural Ricardo Palma. Nuestro personaje principal
será nuestra amada Concha, una madre amorosa pero demasiado controladora y
protectora.
La obra comienza con las dudas de Concho, al
enterarse de que su hijo Mariano tendrá que viajar. Es así que junto a su madre,
la abuela Clementina, y la ayuda de su hija Catalina, buscarán la manera de
persuadir a Mariano para que este desista de la idea de viajar con la única
finalidad de que su hijo se quede a su lado. Lo curioso de esta obra es que el
hijo intenta escapar, no de su casa sino de su madre, abuela y hermana que
viven con él, ya que siente que es tiempo de independizarse. Pero no puede,
porque se siente condicionado por la mujer que le dio la vida.
“Tu madre, la Concho” es una puesta reflexiva,
donde se nos enseña que la soledad no debe ser motivo para impedir que un hijo
llegue tan lejos como pueda hacerlo; refleja además, un amor maternal tierno
pero a la vez toxico; y deja un mensaje a los padres para que dejen crecer a sus
hijos y que estos asuman su propia vida. Se trata de un montaje bien trabajado que
cuenta con un gran elenco. Por otro lado, me asombra el talento innato de estas
dos grandes actrices que son Claudia Dammert y Sonia Seminario, ya que a pesar
de su mayoría de edad siempre nos sorprenden y nos dejan con ganas de más. La
conexión que hay entre todos los actores es genial: uno no para de reír y también de llorar en
algunas escenas.
Me sentí identificada con el papel de Catalina,
la hermanita molestosa y metiche, que en vez de ayudar a su hermano lo ponía en
aprietos. Sentí lastima por el personaje de Mariano y la impotencia que sentía
por no mantenerse firme al tomar su decisión. También odié a su madre, pero
entendí que por más amor que Concho decía tener hacia él, solo lo convertía en
un parasito. Aunque no lo creamos hoy en día, hay muchos padres que luchan para
que sus hijos ya mayores de edad se vayan de casa y se independicen. Espero que
esta obra les sirva como reflexión para aquellas personas que les gusta vivir a
cuestas de sus padres: dejen de hacerlo y entiendan que a cierta edad, los
padres necesitan que sus hijos mayores cuiden de ellos y no viceversa.
Solo me queda agradecer por esta historia tan
edificante y brillante, la cual disfruté mucho.
María Victoria Pilares
31 de mayo de 2017
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