“No tiene sentido hacer teatro cómodo y seguro”
Ganadora del Premio de Dramaturgia Sara Joffré 2016 por Oficio Crítico, La humilde dinamita fue un texto atípico, provocador y
arriesgado, escrito por Marbe Marticorena. “Sara Joffré ha sido representante
de un teatro hecho visceralmente”, menciona Marbe. “No soy investigadora de su
trabajo, pero conocía su cercanía hacia la esencia misma del teatro, lejana de lo
superfluo, ajena al "mercado" y al gusto del público”. Marbe conoció
a Sara a los 18 años, cuando dirigió a su amiga Rosemary Araujo en el monólogo
Rojo, escrito por esta última. “No sé cómo así ella fue a ver la obra y escribió
una crítica. Yo no estuve muy contenta con el resultado, pero ella valoró mucho
el espectáculo, escribió que los jóvenes tenían que hacer teatro, más que por la
técnica, por su espíritu nuevo". Marbe no volvió a encontrarse directamente con
Sara, pero reconoce que siempre le tuvo cariño. “Ella representaba La Resistencia
dentro de nuestra clase teatral. Tenía la certeza de que se puede hacer
espectáculo sin perder lo esencial, la pasión, la entrega, la rebeldía”.
Marbe se inició en el teatro desde los 5 años. "Ismael
Contreras fue mi profesor en la YMCA”, recuerda. “Luego estuve con María Luisa
de Zela en Los Tuquitos, pero mi primer profesor de teatro propiamente dicho
fue Novo Miyagi, quien dictaba en el colegio San Felipe, clases de expresión
corporal”. Con Miyagi, Marbe tuvo la suerte de participar en el Encuentro
Internacional Qosqo 1987, organizado por Cuatrotablas en Urubamba. “Presentamos
coreografías y conocí a Eugenio Barba. Y solo tenía 13 años. Fue el inicio. Posteriormente, como casi el 50% de los artistas dedicados a las artes
escénicas, pasé por el Club de Teatro". Después decidió viajar a Brasil y
estudiar por allá Artes Escénicas.
Expresión corporal y lucha escénica
“No es posible hablar del actor sin hablar de su
expresividad corporal”, afirma Marbe. “Es como hablar de un dramaturgo sin
mencionar su habilidad para redactar. Se tiene que comprender el teatro como
una unidad, que incluye el cuerpo en escena”. Evidentemente, cuanto más
trabajada tenga el actor su fisicalidad, más puede crear. “Puedes ser músico y
tocar la flauta muy bien, pero si además
tocas piano, guitarra y compones, serás un músico más completo. Puedes tener un
actor sin trabajo corporal que sabe defenderse, pero uno con trabajo corporal tiene
otro nivel: compone e integra las ideas físicas en la escena; yo busco trabajar
con ese tipo de actores”.
Conocida especialmente por su trabajo en lucha escénica en
varias puestas en escena, Marbe la define como una técnica para que los actores
no se hagan daño ni lo hagan al compañero
y puedan resolver escenas violentas
sin lastimarse con verosimilitud. “Nada más triste que estar viendo una
obra bien dirigida, bien actuada, hasta que llega el momento de la bronca, los
actores no saben resolver la escena violenta de forma ordenada, y la escena se
cae”. Hacer una coreografía de lucha escénica es para Marbe, equivalente a dirigir una escena, "solo que esta es
física y tiene golpes. Es exactamente lo mismo: Una escena violenta también
tiene acción, estrategias y obstáculo. se resuelve con las mismas herramientas
que una escena cualquiera, pero además necesitas técnicas para no hacer/se
daño". Marbe comenta que tuvo un profesor que le decía que se debe llamar “Dirección
de lucha escénica”, porque la tarea no consiste en crear una coreografia sino
en contar una historia.
“Mi maestro de lucha escénica en Brasil fue Lorival Pariz. Él fue quien me enseñó las bases de la actuación y el teatro físico”, menciona
Marbe. “Estuve usando esa técnica por muchos años hasta que en algún momento
sentí que era insuficiente para las nuevas necesidades del mercado, como hacer obras con armas y espadas. Así que viajé a Estados Unidos durante
cuatro años para adquirir nuevos conocimientos”. Es entonces que Marbe conoce a
Rick Sordelet, prestigioso profesor norteamericano de lucha escénica. “Rick es
mi amigo y maestro, es el capo de la lucha escénica en Broadway. Él y David Brimer
me ayudaron muchísimo en el manejo de la espada, la daga y a repensar la tarea
de coreografiar la lucha escénica”.
Para Marbe, el montaje más difícil que le tocó participar
como encargada de la lucha escénica fue
Julio César (2005), dirigida por Leonardo Torres Vilar. “Eso fue al
inicio de los tiempos”, rememora. “Leo dirigía y actuaba. Todos eran hombres de
40 años y yo era una jovencita de 25 que les decía cómo debían pelear con
espadas. Fue difícil, no por el grupo, sino porque me sentía muy insegura, a
pesar de haber hecho mi tarea y preparado el ensayo”. Por el contrario, en
Agosto (2010) dirigida por Juan Carlos Fisher, la experiencia fue
diametralmente opuesta, especialmente en la escena de la cena. “Fue maravilloso
trabajar con Patricia Barreto, Claudia Dammert y Norma Martínez. Para entonces,
ya tenía otro aplomo. Fue un placer, una pera en dulce”.
El origen de la dinamita
¿Cuál fue el origen de La humilde dinamita? “Todo surgió por
algo muy concreto: me habían pedido que escriba una obra de tema peruano y que
tenga lucha escénica con seis actores, para llevarla a un pueblo en New Jersey”.
Con esta motivación, Marbe comenzó a analizar varios temas, entre ellos, la
lucha interna contra Sendero Luminoso. “Y asi empezó: como un encargo no remunerado,
pero creativo. Investigué y leí todo lo que pude del asunto y desde mi propia
mirada expliqué la violencia, la guerra,
el terrorismo, qué hace que el ser humano llegue a tales niveles de crueldad. Ese
fue mi tema”, afirma.
Indagar la crueldad humana se convirtió en el gran objetivo
de La humilde dinamita. “El personaje Apu (Lilian Nieto), indaga en un sentido
cosmológico sobre el origen de la violencia. Pero también está la mirada de
los que sufren, Jonás, su madre o el subversivo”, continúa
Marbe. “Voy a poner a los personajes arquetípicos de esta guerra en la obra. ¿Cómo
se van a enlazar? No tenía idea, eso iba a surgir solo. Solo quería que hablaran,
desde Dios hasta el último chico abandonado, pasando por el presidente, el militar,
el subversivo mayor, los activistas y la sociedad civil”. El trabajo de Marbe
fue investigar qué decía cada uno de ellos y a través de ella, como autora, ir descubriendo
cómo funciona cada una de esas personas en esos contextos.
Ver en escena a un personaje quechuahablante no es algo de
todos los días. Aquel fue un riesgo más de la puesta en escena de La humilde
dinamita: el personaje de la madre (Angelita Velásquez, ganadora del premio del
Oficio Crítico por su trabajo en la obra) declamaba sus líneas en quechua. “En
realidad, el quechua ya era para mí mucho riesgo”, manifiesta Marbe. “Mi
primer impulso fue poner a un
quechuahablante hablando con un hispanohablante
y ver qué pasa, que el público sienta lo mismo que la madre". Marbe se
preocupó en no darle excesiva importancia narrativa a los textos de Velásquez,
para que el espectador no se perdiera. Y si el texto era indispensable, el
personaje de Apu servía como traductor. “Para mí ha sido sorprendente este
personaje, todos me lo mencionan, causó un gran impacto”.
Así como Velásquez, destacó también en La humilde dinamita
el trabajo de Lelé Guillén. “Ella está en un buen momento de su carrera”,
refiere Marbe. “Tiene la edad perfecta, la madurez emocional y de vida, porque viaja
muchísimo y es joven. Me aportó la mirada de alguien que no había visto la
guerra”. Lelé, tal como lo menciona Marbe, estaba muy ligada a los personajes
que le tocó interpretar en la obra. “Ella representaba la rebeldía y a la
pasión por la vida, en dos personajes completamente opuestos. Me acuerdo de su primera
improvisación, pues le dije: ‘Esto queda’ (ríe). Al final, seguimos trabajando,
pero me impresionó su capacidad para comprendernos escena a la primera".
“Actualmente, estoy dictando actuación en la Universidad
Católica y el colectivo Conejo en el sombrero me ha pedido que dicte también
lucha escénica”, nos comparte Marbe, quien además planea este año llevar a
festivales fuera del país La humilde dinamita. “Fue esa la idea original (los
festivales) además, una narración sobre la esencia de la violencia del ser
humano se puede llevar a cualquier país del mundo”. Por otro lado, prepara una
comedia sobre la historia del Perú prevista para fin de año. “No tiene sentido
hacer teatro de forma cómoda y segura”, concluye.
Sergio Velarde
17 de marzo de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario