“Hay que despertar nuestra sensibilidad”
El amor es un bien (2016), una interesante adaptación de Tío
Vania de Antón Chéjov a cargo del argentino Francisco Lumerman y estrenada en
la Alianza Francesa de Miraflores por el colectivo Hermanas Lamancha, sirvió
para regalarnos un puñado de sentidas actuaciones por parte de su elenco. Uno
de los intérpretes en cuestión, Alfonso Dibos, fue reconocido por el jurado del
Oficio Crítico como el mejor actor de reparto en la categoría Drama, por su
conmovedora y contenida actuación. “Empecé tarde en el teatro”, afirma Alfonso.
“Estudié Economía en la Universidad del Pacífico y trabajé en la tesorería de
un banco por cuatro años”. Si bien es cierto tiene familiares que se dedican a
la música o a la actuación, su familia nuclear no es artista. Un día, Alfonso
vio una entrevista en televisión al actor Liam Neeson. “Me pregunté cómo sería
esa ‘chamba’. A mí siempre me había gustado el cine y me daba mucha curiosidad
cómo sería eso de ser actor”.
Un amigo de Alfonso, el actor y director Sergio Llusera, le
recomendó seguir un taller en la escuela de la destacada bailarina y coreógrafa
Mirella Carbone, para iniciarse en danza clásica. “Mi ignorancia era tan grande
que no tenía una idea clara de lo que era la danza clásica. Llegué a mi primera
clase y había tres chicas en vestido de tutú, recién en ese momento descubrí
que eran clases de ballet. Y lo disfruté. Durante los últimos tres meses de mi
trabajo como gerente de ventas de tesorería en el banco, me escapaba dos veces
por semana un poco más temprano para ir al ballet. Los martes y los jueves. Las
clases estaban a cargo de la profesora Lorna Ortiz. Tenía 25 o 26 años”.
Alfonso cree que su corto paso por la danza clásica abrió una puerta importante
para su formación como actor. “En todo caso fue beneficioso para mí, ya que
entendí que el cuerpo se podía mover de otra forma. Se despertó en mí una
sensibilidad que estaba algo adormecida, que seguro todos tenemos, pero que
debemos hacer algo para despertarla”.
Los maestros y Lumerman
Nuevamente Llusera ayudó a Alfonso a prepararse para
ingresar al TUC. Una vez dentro, tuvo la fortuna de tener un impresionante
grupo de profesores que fueron puliendo su talento. “Definitivamente Alberto
Isola ha sido mi maestro emblemático, no solo porque era el director de
estudios del centro de formación en aquel entonces, sino que tuvo a su cargo 4
de los 8 cursos de actuación de la carrera. Aprendí mucho de Alberto, también
de Marisol Palacios y de Coco Chiarella, quien me dirigió en mi primer montaje
profesional, Enrique V”. La puesta en cuestión, una notable revisión moderna
del clásico de William Shakespeare, le permitió a Alfonso demostrar sus
habilidades interpretativas, al lado de un versátil elenco, que incluía al
mismo Isola, Bruno Odar, Salvador del Solar y Wendy Vásquez. “También tuve de profesor
a Gianfranco Brero, con quien hicimos un curso de actuación para la cámara; y
debo reconocer que fui un mal alumno de Ruth Escudero, no me porté muy bien, yo
estaba en conflicto conmigo mismo, terminé siendo un dolor de cabeza para ella”,
reconoce.
“Hermanas Lamancha nace de las ganas de Valeria Escandón
(socia y pareja de Alfonso) y mías de hacer el teatro que nos provocaba”,
menciona Alfonso, que asegura además ser consciente de que prefiere no sentarse
a esperar el llamado de los directores, sino salir a buscarlos. “Valeria venía
de haberse formado en Londres y todo el tiempo le metieron en la cabeza que uno
debe crear su propia compañía”. El estreno de El amor es un bien, primera
producción de Hermanas Lamancha, fue inicialmente el resultado del taller de
tres días que llevó Alfonso con Francisco Lumerman en Lima, durante el festival
de Sala de Parto 2014. “Fue un gran acontecimiento para mí, un abrir los ojos a
una manera más simple de aproximarse al trabajo del actor en el escenario”.
Valeria y Alfonso fueron con un grupo de amigos a buscar a Lumerman en
Argentina e hicieron un taller por allá. La propuesta para otro taller en Lima
no se hizo esperar y de vuelta en nuestra capital surge la oportunidad de
realizar una temporada. Así llegó a la Alianza Francesa El amor es un bien.
“Ensayamos para la obra con horarios parecidos a los de colegio, bloques fijos
de 6 horas, de lunes a viernes”, recuerda.
¿Pero qué hace a Francisco Lumerman un director tan
especial? “Todos los directores tienen su manera y estilo particulares. Lo que a
mi me llamó la anteción en él es que no trabaja para un resultado”, explica
Alfonso. “No es que tiene la obra en la cabeza y quiere que se haga así, sino
que realmente usa los ensayos para eso, para ensayar, para buscar. Es decir, había
una verdadera apertura para probar, sin presión de que algo funcione desde el
día uno”. Alfonso añade que probar en escena es parte del trabajo del actor y
la idea es probar las cosas sin imponer una emoción. “Él deja que todo vaya
naciendo de a pocos. A veces los actores preguntamos por dónde van a ser las
entradas o las salidas, o cómo va a ser la iluminación. Eso al él no le
importaba, ya veremos en el teatro
decía. Su enfoque estaba puesto en lo que pasaba entre esas personas que
estaban en escena, en lo que esas personas sentían en ese momento, mientras
ensayábamos. Fue un proceso placentero, divertido, con algunas frustraciones
claro, pero hasta eso era agradable”.
De esta forma de trabajo es que salió el nombre de los
talleres que organizan con Francisco Lumerman en Lima, “Actuar sin actuar”. La
base es escuchar de verdad al compañero, estar de verdad, sin representar que
haces algo, sino hacerlo de verdad. Sin actuarlo, sino hacerlo. “La idea es que
el público deje de ver al actor y vea a la persona. Que en lugar de que el
público salga comentando sobre la técnica y las habilidades del actor, salga
preguntándose si estaba actuando o si es así de verdad. Por eso queremos que
Francisco siga regresando a Lima, para seguir aprendiendo”.
Artes escénicas y proyectos
Consultado sobre cómo debería ser un buen actor de teatro,
Alfonso responde con cautela. “La experiencia es de gran ayuda, por eso hay que
trabajar y trabajar”, afirma. “Algo que creo es muy importante es luchar contra
el ego. Es muy aburrido ver a un actor con el ego inflado, que solo está en el
escenario para que lo vean, para demostrar lo bueno que es. Creo que debemos ir
en el camino contrario a eso, trabajar para desinflar nuestros egos, y que se
nos vea como somos en verdad”. Añade además que es importante que un actor esté
relajado en escena. “Ver a un actor con tensión en el escenario no me gusta. No
me gusta darme cuenta de que se están imponiendo las emociones”. Por otro lado, comenta que un buen director de teatro debe “escuchar lo que ocurre en el
escenario, debe ser apasionado y tener algo que decir”. Agrega que incluso si
la obra esta dirigida por encargo, el director puede “hacerlo con pasión y para
eso encontrar de qué le habla a él o ella esa obra. Finalmente
para los actores es igual, la mayoría de los personajes que uno hace son por
encargo, pero debemos encontrar el vínculo que ese personaje tiene con nosotros”.
Alfonso se encuentra en plena temporada en el Teatro de
Cámara del Centro Cultural El Olivar de San Isidro, con la dirección de Pancho
Tuesta y la producción de Break Producciones. “La obra se llama Una relación
pornográfica. Es la historia de un hombre y una mujer que se conocen por medio
de un anuncio de prensa, en el que ella solicita a alguien que esté dispuesto a
cumplir una fantasía sexual muy particular. Lo que empieza como algo solo
sexual, se va convirtiendo en otras cosas”. A pesar del osado título que tiene
la pieza, no asistiremos como espectadores a sus encuentros íntimos, solo a lo que
sucede antes y después de los mismos. “Actúo con Vanessa Vizcarra, los ensayos fueron
increíblemente divertidos, sinceros y libres. Y la estamos pasando muy bien en
la temporada”. En paralelo, Alfonso se dedica a desarrollar los proyectos de Hermanas
Lamancha. “Tenemos un taller de clown en abril dictado por Valeria Escandón, y
tres talleres de actuación bajo el título ‘Actuar un Shakespeare’ que va a
dictar la maestra argentina Laura Silva, en tres niveles. Uno para
principiantes, otro para actores que ya tienen formación, y otro para actores
con mucha experiencia”, concluye.
Sergio Velarde
20 de marzo de 2017
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