La vida después de la escuela
La mayoría de las veces que voy a ver la muestra final de un
taller, empiezo a pensar con cuidado respecto a lo que veré. Vienen a mí las
ideas que me dicen que “es una muestra”, “no es un montaje de verdad”, y todo para justificar de antemano el producto que veré, el mismo
que, estoy seguro, tendrá fallas originadas (y permitidas), justamente por ser
una muestra final. No sé cuán válido sea este pensamiento, ya que si alguien se
atreve a mostrar al público (y más aún, si vas a cobrar por ello), debe de ser
porque estás seguro que mostrarás un buen producto y no porque sabes que
contarás con la indulgencia del “respetable”, pero el hecho es que el
pensamiento existe.
Eso fue lo que me pasó cuando fui a ver la obra “¡Compre,
casera, compre!”, montaje final de la Promoción XI del Centro de Formación
Teatral Aranwa, y que si bien contaba con el gran aval de haber sido escrita
por Mateo Chiarella y dirigida por Jorge Chiarella, aún seguía siendo la
muestra de un grupo de jóvenes entusiastas que sueñan con actuar
profesionalmente.
Sin embargo, esta vez no hubo ni comprensión ni indulgencia,
porque lo que vi estaba en un nivel bastante más alto que algunos montajes
profesionales que me han tocado ver. Y es que ¡Compre, casera, compre! no sólo
resultó siendo una obra fresca y divertida, hecha para que sus cinco actores
tengan la oportunidad de demostrar sus dotes artísticas, sino que también es una
obra que critica a la sociedad consumista en la que vivimos, y que nos mostró a
través de su ficción el dolor del feminicidio, la ignorancia y la soledad.
Para esto, la obra nos cuenta lo que ocurre cuando, un día y
sin previo aviso, a un caserío del norte del país llamado Santo Potón, llega un
vendedor inescrupuloso, quién se aprovecha de los pobladores y les hace
endeudarse hasta perder todo lo que tienen, siendo esta situación la detonante
para que otras desgracias empiecen a ocurrir.
Dicho esto, me voy a enfocar en los puntos más positivos de
esta obra: Primero, ha sido trabajada como una real obra de teatro y no como
una muestra y el lenguaje usado para comunicar su mensaje (texto, canto y
baile) ha sido muy efectivo, dando como resultado una obra coherente y muy bien
hecha. Segundo, las actuaciones han sido buenas y nos han mostrado la
versatilidad de los participantes. Tercero, hemos conocido personajes realmente
queribles (el inocente y enamorado Gabriel es el mejor ejemplo). Cuarto,
dramatúrgicamente es una obra que no se quedó en la forma, sino que realmente
tenía algo importante que decir, criticando a la sociedad en diferentes temas.
Es cierto que hay puntos que arreglar, especialmente en el
primer acto, pero realmente disfruté mucho de esta obra y me emociona pensar en
lo que estos actores harán en el futuro. Espero que venga la reposición.
Daniel Fernández
25 de marzo de 2017
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