Los trapos sucios en casa
Sarah Ruhl es una joven y prestigiosa dramaturga norteamericana, a
quien conocimos en nuestro medio gracias a Plan 9: tanto El celular de un
hombre muerto (2007) como En la otra habitación (o la obra del vibrador) (2010)
se estrenaron exitosamente con la dirección de David Carrillo y la actuación
protagónica de Vanessa Saba. Es el turno ahora de la mencionada productora para
cerrar por el momento esta trilogía, esta vez con una pieza escrita con
anterioridad por Ruhl: La casa limpia (2004), finalista del premio Pulitzer. Se
trata de una comedia dramática que explora, en primer lugar, la disfuncional relación
entre dos hermanas muy diferentes entre sí: la imperturbable doctora Lane y la nerviosa
ama de casa Virginia; para luego terminar presenciando los últimos días de una
enferma terminal llamada Ana, nada menos que la amante del esposo de Lane; y en
medio de estas historias, la joven brasileña Matilde, una aprendiz de
comediante huérfana que detesta la limpieza, pero que trabaja inexplicablemente
limpiando la casa de la doctora.
El director Carrillo, especialista en comedias de este calibre, maneja
con sabiduría los recursos artísticos que dispone para el presente montaje en
el Teatro Larco. Si bien es cierto el primer acto demora un poco en arrancar al presentarnos la dinámica de las hermanas y lo absurdo de la presencia de
Matilde como empleada doméstica, la posterior aparición de Charles (el esposo
de Lane) con su amante en casa de la doctora, en el segundo acto, dispara la
coartada dramática en la que Ruhl acierta con creces: el cáncer terminal que
aqueja a Ana no solo le servirá a Lane para comprender el verdadero significado
del perdón, sino que también Matilde terminará descubriendo su verdadero
potencial como comediante. Un emotivo conflicto que funciona adecuadamente en
medio de una escenografía aséptica, que privilegia los colores blancos como el marco
de esta historia de risas, llanto, dolor y compasión.
Si bien Carrillo vuelve a contar con la presencia de la eficiente Vanessa
Saba, interpretando a la doctora Lane, es Vania Accinelli quien asume con
sobriedad y carisma el rol protagónico como la divertida Matilde; se nota el
esmero con el que ha construido su personaje, demostrando su enorme versatilidad, la misma que notamos desde su debut en ¿Qué tortura? Por otra parte, Natalia
Torres como Ana y Omar García como Charles, el esposo de Lane, acompañan
apropiadamente; pero es Claudia Bérninzon la que sorprende con el personaje de
Virginia, hilarante y conmovedora a la vez. La casa limpia entretiene con el
sarcasmo de las situaciones extremas que atraviesan sus personajes, pero
también conmueve con la titánica lucha que deben enfrentar los pacientes con
cáncer. Sarah Ruhl es una interesante dramaturga a quien se le debe seguir la
pista.
Sergio Velarde
17 de agosto de 2016
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