Reencuentro teatral lleno de nostalgia.
Osvaldo Cattone ya es un clásico de nuestro teatro local. Desde 1976,
año en el que inauguró el Teatro Marsano con la obra Aleluya, Aleluya, en la
que participaba una joven Regina Alcóver, el director y actor argentino no ha
parado de estrenar obras, entre dramas y comedias con mayor o menor fortuna,
logrando convertirse en un referente ineludible de nuestras artes escénicas.
Con 81 años a cuestas, Cattone regresa a las tablas con la pieza cómica Querido
mentiroso del dramaturgo norteamericano Norman Krasna, en la que interpreta a
un financista que finge estar casado para evitar así comprometerse con una famosa
actriz de la que se encuentra profundamente enamorado. Como todo espectáculo en
el Marsano (acaso uno de los últimos en el emblemático local, previo a su
anunciada demolición), las risas están aseguradas, pero también la nostalgia,
pues volvemos a ver en escena a la autodenominada “pareja real” del teatro:
Alcóver y Cattone, nuevamente juntos en escena.
Cattone adora a sus actrices y le entusiasma verlas en escena,
interpretando bellos e histéricos personajes, como lo hizo recientemente en 8 mujeres (2012). Pero pocas actrices pueden darle la talla compartiendo con él
el escenario. Sin duda, Alcóver es una de ellas y la magia se crea en el
escenario. Acompañados por un solvente elenco, con la recurrente Marisol
Aguirre (¿la nueva musa de Cattone?), Walter Taiman, el divertido Nicolás
Fantinato y una muy inspirada María José Zaldívar, la “dupla teatral por
excelencia del teatro peruano” tiene el carisma necesario como para hacer
creíbles y tiernos su primer encuentro casual, su romance, su posterior desencuentro
y su reconciliación. Predecible a más no poder, todo se le disculpa al montaje,
pues estamos ante un acontecimiento teatral que tiene una significación que sobrepasa
cualquier ejercicio crítico.
Eso sí, acaso lo único que podríamos reclamarle a Cattone (si es que vale
el término), es que desde hace décadas, la gran mayoría de los personajes que
interpreta sigue teniendo el mismo patrón del machista empedernido y mujeriego,
y por supuesto, reacio tercamente al compromiso. Así lo vimos en En la cama
(2008) y en Un Don Juan en el infierno (2011), por citar solo los más recientes
montajes que vio El Oficio Crítico en el Marsano. En todo caso, la dilatada
trayectoria de Cattone le sirve para moverse a sus anchas en el escenario y el
haber conseguido una fiel legión de seguidores, así como también un gran número
de detractores, muchos de ellos que critican sus trabajos, aún sin ver sus
espectáculos. Querido mentiroso es entonces, un reencuentro teatral lleno de
nostalgia, así como también una divertida comedia, impecablemente producida que
bien vale la pena apreciar.
Sergio Velarde
21 de junio de 2014
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