“Considero que mi personaje no debe ser monótono, sino más bien debe
ser versátil y variopinto”
Una gratísima revelación del año que pasó, fue el desempeño actoral de
la pequeña gran actriz Mirta Urbina, en dos interesantes montajes: Los romances de Lorca, de Carlos Rubín; y La traición, de Daniel Dillon y Ricardo Delgado.
“Soy egresada de la ENSAD, y tuve de profesores a Ismael Contreras, Sergio
Arrau, Juan Arcos y Carlos Acosta”, menciona Mirta. “De Ismael recuerdo la gran
dedicación que demostró, pese al poco tiempo del que disponía. De Arrau, sus
insultos: bodrios, superbodrios, pencas y superpencas; él me agarró de punto y
encuentro, pensó que no sería capaz de seguir la carrera, pero yo me agarraba
de eso para demostrarle todo lo contrario, logrando al final que me llegue a
querer.”
“Con Juan Arcos”, continúa Mirta, “aprendí que sí lograba hacer Artes
Marciales. Y por último, mi papi, perdón, mi profesor Carlos Acosta: él es el que más me ha gozado, siento que logré sacar mi propio yo, mi
inconsciente y consciente. Acosta es alguien muy especial para mí, porque
lograba que sacara lo verdadero de cada personaje”. El estilo que Mirta manejó con
más frecuencia con Acosta fue el teatralismo, ya que trabajó mucho con la
expresión del cuerpo. "Con él trabajé las obras: Esperando a Godot, en la que
no pude presentarme en la muestra, debido a un accidente que sufrí, faltando
pocos días para el estreno; y Escorpiones mirando al cielo, con esa obra me
gradué, como resultado final de la carrera de actuación teatral”.
Las artes escénicas
Mirta afirma que una buena actriz de teatro debe “lograr construir
completamente el personaje que interpreta, haciendo que el trabajo sea rico en
su esencia, logrando matizar cada interpretación que le propongan, hasta
lograr gozar con el papel y que se sienta involucrada con el proceso”. Por otra
parte, un director ideal debe “saber darse su lugar, ya que él es el líder, para que nos pueda guiar confiando en el trabajo del actor”. Mirta se ha
topado con directores tiranos e impacientes; ella es de las actrices que, para
bien o para mal, están pendientes de que le digan si está haciendo bien o no su
trabajo. “Daniel Dillon me convocó para La traición, porque nunca llegó a enseñarme
en la Escuela”, comenta. “En un principio me era muy difícil convertirme en la
diva de la obra, pero conté con un muy buen director.”
¿Comedia o drama? Pues a Mirta
le gusta más la comedia, a pesar de haber sido premiada por sus roles
dramáticos en este año. “Cuando el público ve un actor que se aleja de lo
cotidiano, de lo tradicional, llama la atención”, reflexiona. “Yo creo más en
la intensidad que le pongas a un papel, que no sea monótono, que sea de varios
colores.” Mirta conoce mucho a Lorca y sus comedias son las que más le gustan;
fue para ella un reto interpretar los personajes lorquianos más dramáticos.
“Para mí fue complicado construir a Bernarda Alba en Los romances de Lorca,
siento que me faltó pulirlo más”. Uno de los proyectos teatrales que traerán de
vuelta a Mirta este año, será el estreno de El amor sin límites, una
estrambótica comedia (según palabras de la propia Mirta), dirigida por Paul
Campos y que se estrenará próximamente en la AAA.
Sergio Velarde
04 de enero de 2014
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