Los riesgos del teatro del
absurdo
Trabajar una pieza de teatro del absurdo representa un gran riesgo, y
desde el inicio, resulta un gran mérito para cualquier joven agrupación que
decida llevarla a escena. Pues el grupo Sobrescena Teatro y Danza, con la
dirección de Sofía Rebata, presentó en Teatro Racional su quinto montaje de
teatro: Día de campo o cómo sobrevivir al mundo, pieza escrita por el
dramaturgo argentino Cristian Palacios basado a su vez, en Picnic de Fernando
Arrabal. Una obra que, haciendo gala de totales disparates, explora con acierto
lo absurdo que resulta la guerra; sin embargo, la directora no se zambulló del
todo en el género teatral que eligió, aunque sí logró un muy destacable acierto
en la producción de su espectáculo.
El mundo está en guerra. Ya no existen fronteras ni países, y todos
parecen haber olvidado el origen del conflicto. En medio de este panorama
aparece un soldado (Fito Bustamante), quien debe resguardar su trinchera. Luego
aparecen sus padres (Analía Laos, a quien vimos en El sargento Canuto junto a
la directora Rebata; y Pepe Tejada), totalmente ajenos al caótico problema que
enfrenta la humanidad, pero sí muy dispuestos a pasar un relajado día de campo
con su hijo. Luego aparece otro soldado (Gabriel de la Cruz), tan confundido
como el primero, que es capturado por el primero. Los nombres de los personajes
nunca son mencionados y eso poco importa. La disparatada situación y los
diálogos pudieron haberse lucido más, siempre y cuando el grupo revise algunos importantes
aspectos.
Si bien el Teatro del Absurdo permite que cualquier hecho teatral sea
válido, existen ciertos preceptos mínimos que deben seguirse. La construcción
de los personajes de los soldados es adecuada, reflejando especialmente su
confusión y humanidad; pero yerra en la de los padres, a menos que la directora
haya intentado adrede presentarlos como un par de antipáticos sin remedio. La
evidente diferencia de edades entre Laos y Tejada resulta inverosímil;
especialmente la primera, como la imposible madre del primer soldado. Grave
error también el de presentar diálogos pregrabados con un solo interlocutor;
así se ensaye mil veces, nunca se logrará fluidez ni veracidad. La música
también aparece y desaparece sin motivo aparente, a pesar de haber una escena
en la que un personaje enciende y apaga una radio.
Una gran idea, como la de hacer participar a un invitado al azar dentro
del montaje, sin motivo aparente, logrará su objetivo cuando toda la puesta en
escena se ajuste a la propia naturaleza del absurdo. Por otro lado, el mayor
acierto del montaje es el notable diseño escenográfico, que convierte el íntimo
escenario de Teatro Racional en un verdadero campo de batalla dentro de un mundo
apocalíptico. Día de campo o cómo sobrevivir al mundo arrastra los mismos
problemas que otros montajes de temática similar, como Te odio y te quiero
(2012), y no alcanza a otros, como a Fando y Lis (2009). Sin embargo, la obra
del grupo Sobrescena es una puesta que puede alzar vuelo en futuras temporadas,
replanteando los aspectos anteriormente indicados, para así obtener mejores
resultados.
Sergio Velarde
02 de agosto de 2013
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