“Mi voz y mi físico me ayudan para la comedia”
Uno de los actores jóvenes que viene destacando con sus impecables personajes es Manuel Gold, ganador del premio de El Oficio Crítico al Mejor Actor de Drama del 2012 por la obra A ver, un aplauso de César De María. “Entré tarde al teatro, lo consideraba un hobby, como leer, escuchar heavy metal”, recuerda Manuel. “Antes de acabar el colegio llevé un taller de verano con Javier Echevarría, y él me propuso participar en una obra de Preludio llamada La Vaca, la Capa y la Zapatilla; y ahí estaba, a los 16 años actuando de una vaca y sin texto. La producción quedó tan contenta con mi trabajo, que me pagaron ya no medio punto como acordamos, sino un punto completo”.
Manuel estudió Comercio y Producción en el Instituto del Colegio Humboldt durante 2 años y comunicación audiovisual en el Instituto Toulouse Lautrec, pero siguió actuando de manera constante. “Hice otra obra, también con Preludio, Charlie y la Fábrica de Chocolate; luego me llamaron de la productora de televisión Chroma para hacer Los del Solar, que duró un año”. Manuel fue conociendo a la gente relacionada con el teatro, hasta que entró al Taller de Actuación de Roberto Ángeles. “Sebastián Monteghirfo, a quien conocí en el montaje Vladimir de Alfonso Santisteban, me recomendó ese taller; estuve el 2007 y a partir del 2008 he tenido mucho trabajo”. Manuel considera que nunca se propuso dedicarse a la actuación, aunque inconscientemente lo quería.
“Considero que un buen director de teatro debe tener clara la obra”, afirma Manuel. “Debe dejarte trabajar, darte guías e indicaciones precisas; no me gusta tampoco que me digan exactamente cómo debo hacer las cosas. El “cómo” es trabajo del actor”. Y un buen actor de teatro debe “ser disciplinado, ser una buena persona, que no genere conflictos, que se porte bien, que llegue temprano, para que al final, en la temporada, todo sea placentero”. Así lo vimos destacar en obras de distinto calibre como Cacúmenes, Los Número Seis, Karaoke, Los 39 escalones, Astronautas, entre otras.
Uno de los montajes más celebrados del 2011 fue Demasiado poco tiempo, una comedia dirigida por David Carrillo. “Fue un elenco poco convencional, veníamos de varios sitios diferentes y después de la primera lectura, en la que nos reímos mucho, nos preguntamos: ¿Alguien se reirá con esto?”, menciona Manuel. La temporada fue de menos a más, logrando sala llena en sus últimas funciones. “Es indudable que mi físico y mi voz un poco nasal, me ayudan para la comedia; aspectos que debo corregir al hacer drama, como trabajar la voz y ganar peso escénico”.
Su último trabajo escénico, el payaso Tripaloca en A ver, un aplauso, le valió muy buenas críticas. “Ese personaje, especialmente, me costó un montón”, comenta Manuel. “Yo hice la propuesta de tener uniforme peruano; quería que mi personaje representara muchos de los problemas del Perú”. También prefirió no regodearse en la miseria del personaje, que evadía con mucha astucia a la muerte durante todo el montaje. “Celebraba su ingenio, para que después de luchar y luchar con mucho humor, su muerte fuera más dramática”.
Sobre la actuación para televisión, Manuel opina que “eres una pieza dentro de una gran maquinaria, tienes que confiar y hacer bien tu trabajo; cosa diferente al teatro, en el que eres el motor de la obra”. Este año, podremos ver a Manuel en la reposición de A ver, un aplauso; estará en la nueva comedia de Plan 9 llamada Sueños de un seductor de Woody Allen; y a fin de año actuará en Falsarios de Gino Luque, bajo la dirección de Carlos Galiano, compañero de tablas en Demasiado poco tiempo.
Sergio Velarde
28 de enero de 2013
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