Teatro con memoria: Una mirada desde la infancia
La obra Wawa: de niños a soldados, producida por Saturna Producciones y presentada en el Teatro de la Asociación de Artistas Aficionados (AAA), propone una visión del conflicto armado interno en el Perú a través de los ojos de un niño. La puesta en escena busca sensibilizar al público sobre las heridas de una de las épocas más violentas del país desde una perspectiva íntima e inocente.
Desde el inicio, la propuesta artística presenta una escenografía sugerente y metafórica que introduce al espectador en la atmósfera del montaje. Acompañada por música envolvente y una secuencia inicial de movimientos intensos, la obra promete una experiencia sensorial potente. Sin embargo, este impacto inicial se diluye conforme avanza la acción debido al uso excesivo de repeticiones físicas y narrativas que vuelven la estructura redundante.
La dirección escenográfica plantea con acierto el "dónde" sin recurrir al realismo. El espacio se configura como una metáfora, invitando a la imaginación del público. No obstante, esta propuesta pierde fuerza por la falta de precisión y claridad en el uso de la utilería, que parece decorativa antes que funcional. Los elementos escénicos carecen de unidad y no refuerzan el relato, dando lugar a momentos confusos y vacíos de contenido.
El diseño sonoro acompaña de manera interesante, creando atmósferas que aportan al desarrollo de la obra. Sin embargo, ciertos fragmentos con sonido tecno-experimental interrumpen bruscamente la convención escénica, generando una ruptura estética que desconecta de la historia. Estas decisiones, al no guardar relación entre la convención creada con el espectador y la obra, afectan la coherencia general del montaje.
En cuanto al trabajo actoral, los intérpretes demuestran compromiso físico, dada la exigencia del montaje. No obstante, presentan debilidades técnicas tanto en el manejo de la voz como en la ejecución de movimientos, lo que impacta en la claridad de la acción dramática. Las secuencias, aunque bien ejecutadas en forma, carecen de contenido que respalde el subtexto, haciendo que el impacto del relato se diluya.
La dramaturgia, por su parte, no logra sostener con firmeza un conflicto central. La progresión de los personajes resulta imprecisa, especialmente en el caso del protagonista infantil, donde no se percibe con claridad su transformación a lo largo de la historia. Las relaciones entre los personajes son cambiantes, pero poco claras, sin una lógica de causa-efecto que las respalde, lo que resta verosimilitud a las acciones. El lenguaje del niño es reiterativo y la dinámica con su madre carece de un conflicto que potencie la transformación del personaje.
En síntesis, Wawa ofrece una temática potente y necesaria, con momentos escénicos dinámicos que intentan acercarnos al dolor de una generación marcada por la violencia. Sin embargo, la falta de cohesión entre sus elementos artísticos impide que el mensaje alcance el impacto emocional que la historia exige. A pesar de sus propuestas desde la dirección artística, la obra no logra consolidarse como una experiencia teatral contundente.
Rubén Aquije
4 de agosto de 2025
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