miércoles, 14 de septiembre de 2022

Crítica #701: PERDIDOS EN UNA NOCHE SUCIA


Violencia normalizada

Repuesta en innumerables ocasiones, no solo para montajes profesionales sino también en las muestras de estudiantes de actuación, la ya clásica pieza del autor brasilero Plinio Marcos, Perdidos en una noche sucia (Dois perdidos numa noite suja, 1966) no ha perdido un ápice de vigencia, debido a la cruda realidad que retrata y que además cobra capital importancia en temporadas cuando se nos bombardea en todos los noticieros con el feroz avance de la delincuencia. La puesta a cargo de El Club De Los Aquellos, como parte de la programación de eventos culturales por el Bicentenario de Brasil, resulta muy efectiva e inquietante al presentar las miserias de miles de jóvenes sin oportunidades, verdaderas bombas de tiempo que constituyen un serio peligro para la sociedad y para ellos mismos.

La historia es ya conocida, sencilla en apariencia, pero que esconde toda una problemática que pareciera imposible de resolver. Un par de zapatos de vestir decentes es todo lo que necesita Toño para salir de la miserable vida que lleva, pero su compañero Paco no está dispuesto a dárselos, desencadenando una terrible espiral de violencia. El director Daniel Goya aprovecha el espacio del Teatro Barranco de manera circular, lo que constituye todo un acierto. Es ahí donde aparecen estos dos cargadores de mercado, dentro de unas cajas de frutas, como si fueran animales enjaulados a punto de salir en libertad. La imagen es poderosa, más aún con los actores interactuando entre ellos tan cerca de los espectadores en primera fila. A pesar de su juventud, Alfredo Motta y Eduardo Suárez realizan una muy buena performance, en general.

Se puede señalar ciertos detalles durante la función, como el valioso monólogo externo del inicio que bien podría tener cabida en otro tipo de espectáculo, o la dosificación de la energía de los intérpretes en determinadas secuencias, o los visibles brackets de uno de ellos, o la ausencia sonora en la impactante resolución final. No obstante, Goya aprovecha la frescura e intensidad de Motta y Suárez para sumergirnos en esta historia durante más de una hora, en la que vemos cara a cara la sinrazón, la desigualdad, la envidia y la violencia normalizada. Perdidos en una noche sucia siempre tendrá vigencia, mientras no nos cuestionemos acerca de los enormes males sociales que nos aquejan y que sorprendentemente aún convivimos con ellos desde la indiferencia.

Sergio Velarde

14 de setiembre de 2022

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