“Los personajes cobran verdad
cuando se les ve imperfectos”
Uno de los actores peruanos más
versátiles y en constante actividad en nuestra cartelera teatral es Mijail
Garvich. Oficio Crítico ha presenciado algunas de las puestas en escena en las
que ha participado, todas ellas de diversos estilos y temáticas: amables
comedias, como la itinerante Titina (2008); musicales contemporáneos, como
Bare: expuestos (2014); divertidas obras para toda la familia, como El Cuco
Cuquito (2015); y contundentes dramas, como Escenas en casa de Vasili Vesémenov
(2016), ganando por esta última el premio del público al mejor actor en la
categoría Drama en la Premiación Oficio Crítico del año pasado. “Fue un gran
honor el ser convocado, junto a mis compañeros, por parte de Leonardo (Torres
Vilar, director de la puesta)”, comenta Mijail.
“Empecé muy temprano, porque la tenía muy clara desde niño”,
recuerda Mijail. “Quería ser actor y cada vez que había oportunidad en mi
colegio de participar en alguna actuación, ahí estaba”. Pero manifiesta que sí
tuvo un alto durante sus últimos años de escuela. “En aquella época, cuando
comuniqué mi deseo de estudiar actuación y me preguntaba dónde, la ENSAD estaba
confinada en una apartada casona en el Rímac incluso con problemas de
electricidad y hasta en la tele salían a denunciar el abandono en que estaba;
me dije que era impensable”. Es entonces que Mijail decidió estudiar otra
carrera y así entró a Comunicaciones en la Universidad Garcilaso. “Estuve en el
Taller de Teatro TAPS, con el que participamos en festivales de teatro
universitario. Una vez viajamos a Cerro dePasco, con una obra muy física; la
mayoría de elencos terminaban en el hospital con oxígeno”.
Talleres y maestros
Mientras que Mijail estudiaba en la universidad, no dejaba
pasar oportunidad para ganar experiencia en las tablas. “Hice teatro en la municipalidad
y en la parroquia en alguna época”, rememora. “Luego estuve en algunos talleres,
con profesores maravillosos, que trabajaron conmigo la expresión corporal y la
plasticidad. No seré el mejor ejemplo de ello, pero fue un viaje muy
interesante y satisfactorio”. Uno de esos talleres fue el de Iguana, en el que
conoció a muchos compañeros que todavía siguen en el medio como Patricia Barreto y
con maestros como Joaquín Vargas, Pilar Nuñez, Margarita Ponce y Cocoa, entre
otros. Posteriormente, estuvo en Pataclaun y tuvo de maestro a Alberto Nué, su
compañero de escena en El Cuco Cuquito. “Me divertí muchísimo; en aquel
entonces estaba algo peleado con el teatro y encontré un lado que desconocía:
el poder reírme de mí mismo”.
Mijail recuerda con bastante cariño el taller que llevó con
Torres Vilar, en el que aprendió de su particular estilo (Técnica de Meisner).
“Pone mucho énfasis en escuchar al otro. Se trata de una técnica en la que
tienes que tomar todo lo que dé tu
contraparte y eso es algo que tengo siempre presente.” Para Mijail, la idea es
tomar del otro actor todo lo que pueda nutrir. “Te puede hacer explotar, te
puede llevar por una serie de emociones y
estar segundo a segundo reaccionando a la conducta del otro. Eso lo tengo muy
presente, hasta en la vida, si se está interpretando correctamente el mensaje,
te permite corregir”, reflexiona.
Consultado sobre la manera en la que aborda
diversos personajes de diferentes registros, manifiesta que ha interpretado
algunos personajes más complejos o distantes que otros, que le han llevado a un
trabajo mucho más consciente. “En cambio, en otros me divierto más y simplemente
voy trabajando con mis compañeros de elenco como un laboratorio y dentro del
proceso voy ajustando el personaje. De repente en teatro infantil, estamos
jugando por un lado pero uno de tus compañeros propone algo muy parecido a mi
propuesta; entonces te fuerza a buscar otros matices”. Por ejemplo, en El Cuco
Cuquito, Mijail tenía como compañeros de elenco a Mario Soldevilla y Juan Carlos
Díaz. “Éramos tres altos en el escenario, los tres medios pesados, así que había
que diferenciarnos”.
El arte de la interpretación y la dirección
“Desde el punto de vista humano, un actor debe tener
muchísima perseverancia, esta profesión es una especie de maratón: corres y
corres y no puedes rendirte”, afirma Mijail. “Es necesario también ser muy
paciente en todo sentido, porque puedes tener meses o años de sequía teatral.
Pero también ser paciente con los procesos, con la parte humana, pues a veces la
producción no es como debería ser por cuestiones económicas o de experiencia.
Además, ser paciente con el proceso como actor, ya que es muy distinto para
cada personaje. A veces encuentras al personaje recién durante la temporada”.
Mijail agrega que un buen actor debe ser buena persona, tener buena onda y
hacer las cosas con cariño. “Debe tratar a todos con el mayor respeto y cariño,
porque todos hemos estado en el otro lado; yo entiendo cómo se siente el director,
el escenógrafo, el colega, trato de que los comentarios tengan la mejor de las
intenciones”.
Desde el punto de vista profesional, para Mijail un buen
actor de teatro debe “tener mucha verdad, escuchar mucho al otro, porque a
veces te está dando algo, un gesto, un tono de voz, un cambio en el texto, y si
no estás atento a eso, puedes quedar mal tú, tu compañero o todo el
espectáculo, por algo que se pudo corregir gracias a la escucha”. La
solidaridad debe primar en el teatro, que es netamente un trabajo de grupo. “Todos
tenemos que saber la letra y movimientos de los demás; si a algún compañero le
sucede un imprevisto, hay que ayudar y tratar de solucionar el problema
inadvertidamente”. Últimamente, Mijail ha reflexionado sobre cómo encontrar verdad
y naturalidad a sus personajes. “Me llevó a pensar que el personaje también sea
imperfecto, ese detalle también debe estar presente dentro del trabajo como
creación. Un personaje cobra verdad cuando es imperfecto, cuando muchas veces deja
de ser un cliché y tiene ese “algo” que lo hace muy humano”. Como ejemplo,
Mijail menciona a la premiada cinta La La Land y a su pareja protagonista. “Seguro
habían miles de actores ideales para esos papeles, pero verlos así,
imperfectos, dar por ahí un mal paso, equivocarse o hacer un gesto que de
repente no corresponde, así pasa en la vida real. Aunque en el teatro es más
complejo y a veces no se nota”.
Por otro lado, para Mijail, un buen director de teatro debe
ser muy maleable, es decir, tener la capacidad de adaptarse a cada elenco,
situación y obra. “Yo no creo que el actor y el director deban adaptarse a un estilo,
ya que cada obra es un mundo distinto”. Además, añade que cree mucho en el
estímulo positivo por parte del director, cuando este trata con cariño y
respeto al elenco. “Siento que me hace comprometerme de lleno con la obra y que
no le puedo fallar. Así que lo doy todo, y a veces te ayuda maravillosamente “jalando
hilitos”, como un trabajo de filigrana y te hace sacar lo mejor de ti”. Por
último, un requisito indispensable es la paciencia, una virtud que puede convertir
a un actor considerado como malo en toda una sorpresa en escena. “Tiene que
tener la paciencia de esperar y confiar, se pueden construir cosas muy
sorprendentes”.
Dramas domésticos de época
Escrita por el dramaturgo ruso Máximo Gorki y presentada por
El Estudio de Actuación de Leonardo Torres Vilar y la Asociación Cultural
Camisa de Fuerza en el Teatro Racional de Barranco, Escenas en casa de Vasili
Vesémenov nos presentó la lucha generacional, tan lejana y tan cercana a la
vez, dentro de un hogar en la Rusia de principios del siglo XX. La pertinencia
temporal de su puesta en escena fue justificada plenamente con la sólida
actuación de Mijail, como el severo y castrante padre que le da el título a la
pieza, frente a una nueva y frustrada generación ávida de libertad. “Fui alumno
de Leonardo hace más de 10 años y siempre he tratado de mantener contacto con
mis ex-maestros. En un momento me dijo que quería hacer este proyecto con mucha
anticipación, hasta que gratamente salió al año siguiente. Me dijo que quería
que interpretara a “Vasili”. Me gustó mucho la obra, además de parecerme un
desafío muy grande, un personaje bastante distante (así como el que hice en
Casa Refugio ese mismo año), me obligan a pensar conscientemente y trabajar todo,
desde el caminar, el peso, el mundo interior, esas cosas que nunca están
escritas pero que tengo que dárselas”.
Todos los actores de Escenas en casa de Vasili Vesémenov
fueron alguna vez, alumnos de Torres Vilar. “Supongo que quería mantener un
estilo, era importante que todos tengamos esa técnica de
actuación”. Para Mijail, cualquier universidad, instituto o taller tiene una
responsabilidad con sus egresados y ex-alumnos. “Es tu mejor carta de
presentación. Si tienes egresados muy buenos y en actividad, es un referente
para los próximos estudiantes”. Por último, Mijail prefiere ser cauteloso en
adelantar sus próximos proyectos. “Aquí en el Perú, nada es seguro, vamos a ver
qué pasa. Hay una posible reposición, y me interesaría mucho hacer cine”,
finaliza.
Sergio Velarde
18 de febrero de 2017
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