La dura vida del artista
Nuestro prolífico Juan Rivera
Saavedra formó parte de un grupo de dramaturgos que se propuso cambiar el
panorama teatral en el país en los años 60, así como lo hicieron a su
particular manera, por ejemplo, César Vega Herrera, Hernando Cortés o Alonso
Alegría. La renovación y el acercamiento de las artes escénicas a la gran masa
popular se logró gracias a las situaciones y personajes en los que se reflejaban
la injusticia y la desigualdad social, que dicho sea de paso, arrastramos hasta
ahora. Es el caso del sencillo texto de Rivera Saavedra elegido por el colectivo
Molinos de Viento Teatro y su director Miguel Torres para este año, llamado El
león (1967), presentado como una comedia familiar, pero que contiene ciertos
elementos de denuncia social y pinceladas de un corrosivo humor que motivan la
oportuna reflexión en los más pequeños.
El patio de la AAA es el
escenario elegido para representar el interior de la carpa de un circo pobre. Recibe
al público la humilde troupe: la dulce trapecista Liliana (Erika Najarro), el
vanidoso equilibrista Cóndor Roca(Johann Allpas), el tosco domador
Artiga (Ronie Cuba), el lacónico ilusionista Samy (Natalio Díaz) y el
noble payaso Pantalón (Alejandro Mansilla). Las penurias económicas de estos
artistas, sin embargo, puede que tengan una solución, de acuerdo a lo expresado
por el inescrupuloso productor Baliño (Renato Ayllón): la llegada de un fiero león,
que se convertiría en la gran atracción del circo, pero que debe ser alimentado
antes de la función y ya no hay dinero para comprar alimento. La solución se
deja caer por su propio peso: uno de ellos deberá sacrificarse por los demás y convertirse
en la cena del felino, para así poder continuar con el espectáculo. Lo insólito
de la trama sorprende por su profundo sentido social y que los más pequeños
logran intuir.
Luego de la correcta comedia Más pequeños que el Guggenheim, Torres consigue una fluida puesta en escena, acaso algo
discursiva (cada uno de los personajes debe explicar su utilidad en el circo
por turnos), pero compensada por su corta duración y por el buen desempeño del
elenco, especialmente Najarro y Mansilla. También se aprecia otra oportuna
reflexión: la difícil tarea del artista y los sacrificios que debe hacer en
favor del arte. El presente estreno de El león de Juan Rivera Saavedra recupera
el sabor y el estilo de las obras peruanas típicas de aquella época y nos
propone una pertinente reflexión sobre las injusticias sociales, que a pesar
del tiempo transcurrido, poco han cambiado.
Sergio Velarde
11 de abril de 2016
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