jueves, 25 de agosto de 2022

Crítica: TINTAMANÍA


Hilarante obsesión 

No cabe duda que el dramaturgo y director Jorge Pecho goza de una fecunda pluma, la cual nos transporta a historias tan fascinantes como hilarantes. Esta vez, su más reciente trabajo narrativo y escénico, Tintamanía, no fue la excepción, pues nos plantea la curiosa reunión entre un ilustrador sin inspiración (dependiente de ansiolíticos) y una prostituta, siendo ella quien lo llevará al límite (con juegos de seducción, amenazas y revelaciones), con tal de lograr que él termine un dibujo que debe entregar sin demoras al día siguiente.

Los roles recaen en Viviana Pereyra (Camille) y Johan Escalante (Héctor), quienes conforman una dupla correcta, salvo algunos momentos de extrema energía, sobre todo al inicio en el personaje trabajado por Escalante. Ahora bien, bastante cuidada y acertada la puesta en escena, conformada por el juego de luces; los dibujos plasmados en papelotes blancos que hacían referencia a una sala, combinados con elementos realistas como el mueble y el escritorio, los cuales iban acorde a la temática y al desenfreno que proponía la historia que fue albergada en el íntimo espacio del Teatro Esencia de Barranco.

Tintamanía fue un peculiar e hilarante espectáculo producido por Valeria Ortega en coproducción con “La Tangente producciones”, el cual tocaba temas cotidianos como el bullying, la obsesión, la venganza y el cuestionamiento entre el bien y el mal; dando un giro inesperado hacia el final, en donde el dibujo cobra especial relevancia, en esta historia cargada de misterio y humor negro, que nos lleva a reflexionar acerca de nuestra capacidad de sanar para dejar atrás el pasado que pudo habernos lastimado.

Maria Cristina Mory Cárdenas

25 de agosto de 2022

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