sábado, 3 de junio de 2017

Crítica: VERGÜENZAS: CAJAMARCA, 1953

Los sentimientos ocultos de una mujer

El crítico literario Juan Carlos Ubilluz menciona en su artículo “El teatro del desengaño de Alfredo Bushby”, que el autor de Historia de un gol peruano (2004) “es –o debería ser- conocido por haber demostrado que el teatro experimental no tiene por qué estar reñido con los temas populares o con el gran público”. Su último estreno, Vergüenzas: Cajamarca, 1953, además de ser dirigido por él mismo, no escapa a esta afirmación: basado en sus propios recuerdos de la zona rural de Cajamarca que conoció en su infancia, Bushby nos sumerge en la historia de una solitaria mujer de 40 años llamada Saturna (Daniela Rodríguez León), quien sufre una terrible agresión en una noche de luna llena, por parte de un misterioso extranjero cuyos terrenos colindan con los ella. El siniestro hecho es el disparador para que Saturna revele su conmovedora historia en un monólogo, acompañada por la melodiosa música de guitarra en vivo de Magali Luque, en el escenario del Teatro Mocha Graña.

Ubilluz manifiesta que “Bushby dignifica la cultura popular (…), porque su obra nos ayuda a comprender que, a pesar del cinismo que lo caracteriza, el individuo contemporáneo no ha dejado de creer en la cultura popular”. Si ya en Conrado y Lucrecia (2014), el chisme (nuestro pasatiempo, o mejor dicho, deporte popular) distorsionaba la realidad; en Vergüenzas, Saturna le hace frente al qué dirán, debido a su condición de mujer madura, sola y sin hijos. El texto abarca una variada gama de emociones y problemáticas, incidiendo en los miedos, decisiones y amores de la mujer, así como en las culpas, los deseos reprimidos y las vergüenzas femeninas tan bien dibujadas por el autor. La responsabilidad de la puesta en escena recae en la actriz Daniela Rodríguez León, ganadora del premio Oficio Crítico por su participación en la obra Diario de un ser no querido (2015), en donde curiosamente también interpretaba a una mujer maltratada. Vergüenzas: Cajamarca, 1953 es el paso lógico en su evolución como actriz, demostrando una gran versatilidad y dominio escénico.

La historia de Saturna cala hondo en el espectador, haciéndonos parte de esta historia de vergüenzas. “Bushby no ha tenido jamás la intención de ser un visionario: es más, estoy seguro que una sonrisa irónica se dibujaría en su rostro ante la idea de que un escritor pueda contribuir a la resolución de los problemas ético-políticos contemporáneos”, reflexiona Ubilluz. Acaso tal aseveración sea cierta; sin embargo, la X Productora sí que consigue una puesta en escena muy estilizada y pertinente con Vergüenzas: Cajamarca, 1953, que busca sensibilizar a la comunidad sobre la extrema violencia, tanto física y psicológica, a la que es sometida la mujer en nuestro país.

Sergio Velarde
3 de junio de 2017

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