martes, 21 de mayo de 2019

Crítica: TRECE Y MARTES


La vigencia de la comedia

Colectivo Creativo trajo en el mes de marzo la divertida comedia “Trece y Martes”, bajo la dirección de Ricardo Morante y con las actuaciones de Katherina Sanchez, Ena Luna, Victor Barco y Sergio Velarde en el Teatro Auditorio Miraflores.

La ubicación del teatro es ideal, pues se trata de un espacio que ayuda a abstraerse y concentrarse en lo observado: Cristina (Ena Luna) y Jerónimo (Víctor Barco) son un matrimonio muy feliz y con una tendencia a ironizar todas sus experiencias; además, son muy amigos de otra pareja disfuncional, Natalia (Katherina Sánchez) y Patricio (Sergio Velarde). Este último acaba de caer de un vuelo de avión en la Amazonía, con un boleto de lotería que originalmente era de Jerónimo. La acción dramática de la obra gira en torno precisamente a las diversas situaciones que atraviesa Jerónimo para recuperar el boleto de lotería premiado de la maleta de Patricio.

Es muy rescatable la dramaturgia, ya que casi en todo momento produce una sensación de tensión entre el público sobre qué es lo que le ha sucedido a Patricio y si este está vivo o no. Por otro lado, acerca de la producción, la decoración es muy sucinta, de estilo realista, con muchos elementos de utilería básicos, mobiliario y luces blancas muy sencillas, pues todo sucede en un solo acto. Lo más resaltante del montaje, repetimos, es la dramaturgia (adaptada al contexto peruano) y las jocosas situaciones que atraviesan los personajes que hacen que la energía escénica no se pierda y el público se encuentre concentrado todo el tiempo disfrutando con risas.

El vestuario de los personajes consta de ropa casual, pero de colores vivos y hasta chillones, lo cual juega muy bien con la temática del montaje: la comedia. Las actuaciones fueron muy creíbles, en especial la de Sánchez, quien destacó por su protagónico en “Chambi y la ciudad dorada” el año pasado. La actriz produce en su actuación, una serie de gestos faciales que transmiten mucho el sentido del humor. Luna y Barco le ponen el toque sarcástico a sus personajes, que los hace muy empáticos. Una situación que no queda del todo clara es la muerte repentina de uno de los personajes, que sucede demasiado rápido al final; este pudo haber sido uno más cómico y no tanto dramático, pues rompe un poco con la acción. Finalmente, “Trece y Martes” es una comedia rápida, agil, con un uso de la ironía de manera inocente y con actuaciones precisas y limpias . El montaje terminó con una lección sobre la importancia de la convivencia familiar y la amistad.

Enrique Pacheco
21 de mayo de 2019

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