Experiencia impactante
En el marco del festival de teatro
organizado por la Municipalidad de Arequipa, conmemorando el Día Internacional
del Teatro, se presentó en el teatro Ateneo la obra “Yo quiero ser
presidente”, por la compañía Víctor Zegarra Montes.
Sobre lo técnico
La obra es impecable, inspirada desde la
técnica del bufón, con una crítica directa hacia muchos de los temas actuales
como la política, la religión y la sociedad.
Los personajes están muy bien construidos y
estructurados desde la corporalidad y la exageración, buscan reflejar una
poética definida desde la técnica del bufón. Es un mundo de seres ácidos,
grotescos, tullidos, bulliciosos y coprolálicos… es decir, bufones, con
caminatas singulares, formas de hablar especiales, mudas, gestos, risas y
carcajadas, fruto de una búsqueda y un estudio de la técnica en la que,
director y actores, sé que se han internado por muchas horas. ¡Aplausos por
eso!
Los elementos de la puesta son pocos, casi
nulos: una caja que servirá de podio (o de lo que se desee), una mesa, una
cruz; todos aprovechados de manera inteligente y creativa, que solo cobran
sentido cuando los actores interactúan con ellos.
Se han creado imágenes impactantes que
dotaban a la obra de una plástica abrumadora; figuras bien pensadas que se
quedan en la retina y en la imaginación, que encontraban siempre un equilibrio
en la escena y nos hacía entender de forma concreta lo que estaba sucediendo.
Quisiera resaltar la evidente creación
desde lo teatral, esa voluntad expresa de buscar una poética en el actor como
principal componente de la escena y la ficción, esa renuncia al recurso que
siempre resta a “lo teatral” y que termina con mostrar en escenario artificios
técnicos, que más que teatro, hacen parecer que uno está en una sala de cine.
En esta puesta, nada de eso, y todo del actor.
Las luces ayudaban a las transiciones de
escena a escena, a marcar la importancia en acontecimientos determinados, y
junto a la música, ayudaban a la construcción del hecho escénico y no eran
meros adornos como se ve muchas veces.
La dirección ha sabido explotar de manera
prolífica las escenas, el texto y los actores, todos los elogios anteriores se
resumen en eso.
Sobre el fondo
El texto (quizás lo más flojo de la obra)
se componía de escenas sueltas unidas por la gran temática: un partido político
nos presenta a su candidato mesiánico para las próximas elecciones.
La idea era lanzar crítica sobre crítica,
hasta no dejar títere con cabeza; para ello, se echa mano de textos ajenos,
hasta algunas publicaciones y canciones de internet, siempre en búsqueda de la
sátira, de la broma. Esto nos deja como resultado textos completamente
inteligentes, con gran impacto en el público (recuerdo uno en especial sobre la
migración) y otros que pasan desapercibidos.
La crítica se dispara para todos lados
En la política se abre fuego contra todos
los partidos nacionales (aunque la izquierda se la lleva fácil), haciendo la
sátira de siempre con los políticos de siempre, justa pero repetitiva. Nuestra
endeble política nacional es fácilmente criticable, y de por sí es farsesca.
Los actores han sabido darle como a piñata a todos los personajes políticos del
momento (repito, la izquierda se la lleva fácil).
Denuncias contra el maltrato a la mujer y
los casos de pederastia, nepotismo y consumismo de la iglesia católica también
están presentes. Una de las imágenes más fuertes de la obra es lograda por la
única actriz, Estefani Bengoa, recordando las esterilizaciones forzadas,
cantando y amamantando como madre patria a los demás actores.
Es muy interesante lo que propone la obra y utiliza de manera muy inteligente al bufón para hacerlo. Desenvaina la
sátira, fiel amiga del artista, con un humor ácido, irónico y que oscilaba
entre el chiste pensado y el fácil, ese que estalla en carcajada después de un
carajo, una puteada, una punteada o una teta al aire. Dentro de la bufonada se
entiende y comprende.
Como espectador ha sido una experiencia
realmente impactante, plástica y entretenida. Aun cuando yo, en lo personal, no
suelo disfrutar ese lado de la estética, la obra es atrapante, juguetona, fuera
de los esquemas tradicionales en Arequipa, distinta a lo que estamos
acostumbrados, por lo que el público lo ha recibido como una innovación, algo
nuevo y distinto a lo que nos tienen acostumbrados (o adormecidos) las demás
obras.
Este estilo, no solo del bufón, sino el de
crear desde lo teatral, desde el vínculo entre el actor y el público, es algo
necesario en nuestro medio. Esta obra es una de las mejores del año.
Lo que más aplaudo es el proceso de
creación y entrenamiento, proceso que debería darse para todas las puestas.
Mauricio Rodríguez-Camargo
Arequipa, 8 de abril de 2019
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