Innecesaria comedia sobre el amor
Con una gran luna en medio del escenario, se abre el telón en el Auditorio del Centro Cultural El Olivar. La puesta en escena tiene por título Náufragos en la luna, uno que lamentablemente no se aleja simbólicamente demasiado del resultado final. Se trata de una comedia ligera (descrita así por sus actores en algunas entrevistas) y además, con visos de teatro del absurdo, que aborda el tema de las relaciones de pareja en la vida de cuatro seres conflictuados (dos jóvenes y dos adultos), así como su búsqueda por el verdadero amor. De entrada nos hallamos ante un espectáculo atípico dentro de la programación del Olivar, pues la pieza se encuentra muy lejos de otras propuestas como El continente negro, Aquello o Ana, el mago y su aprendiz, por citar las más cercanas, ya que no aporta verdaderamente nada significativo a la cartelera teatral limeña, que se vuelve cada vez más interesante y exigente.
Con una gran luna en medio del escenario, se abre el telón en el Auditorio del Centro Cultural El Olivar. La puesta en escena tiene por título Náufragos en la luna, uno que lamentablemente no se aleja simbólicamente demasiado del resultado final. Se trata de una comedia ligera (descrita así por sus actores en algunas entrevistas) y además, con visos de teatro del absurdo, que aborda el tema de las relaciones de pareja en la vida de cuatro seres conflictuados (dos jóvenes y dos adultos), así como su búsqueda por el verdadero amor. De entrada nos hallamos ante un espectáculo atípico dentro de la programación del Olivar, pues la pieza se encuentra muy lejos de otras propuestas como El continente negro, Aquello o Ana, el mago y su aprendiz, por citar las más cercanas, ya que no aporta verdaderamente nada significativo a la cartelera teatral limeña, que se vuelve cada vez más interesante y exigente.
Náufragos en la luna podría unificar en el título a las dos líneas
argumentales: la relación de Amanda, una humilde mesera y aspirante a cantante
de rock, y Alonso, un “pobre niño rico” con ínfulas de cineasta, parece estar
destinada a “naufragar” por su opuesta condición social y la resistencia de los
estirados padres de él; mientras que una señora y un señor parecen estar “en la
luna” cuando despiertan una mañana y no se reconocen como esposos, acusándose
mutuamente de haber sido su domicilio invadido por el otro. Dos historias completamente ajenas
una de la otra en cuanto a concepto, pues mientras asistimos por un lado a la
enésima “love story” del chico rico con chica pobre; por el otro, tenemos el absurdo de una situación
imposible de creer.
El oficio ganado como guionista de televisión se nota demasiado en el
texto de Jimena Ortiz de Zevallos, pues sus diálogos, sin pecar de primarios, sí
resultan planos y carentes de un mínimo de profundidad, y que a duras penas se
sostienen hasta el final. Por su parte, la pareja joven interpretada por Alana
La Madrid (a quien vimos en Esquina peligrosa) y Jorge Bardales (notable en
Vladimir) luce desaprovechada, aunque hace creíble su mil veces vista historia
de amor. Mención aparte para los veteranos y dignísimos Lilian Nieto y Gustavo
Mac Lennan, totalmente comprometidos con sus personajes, así el ridículo planee
peligrosamente en cada una de sus escenas. Curiosa la presencia de un director
como Joaquín Vargas (responsable de la apreciable Piaf), quien por lo menos, dirige
ambas historias integrándolas con algo de coherencia al final. Náufragos en la luna es
un sencillo, discreto y a ratos, divertido espectáculo que nos hace reflexionar sobre las
tribulaciones de estar enamorado a cualquier edad, pero cuyos valores escénicos
no llegan a trascender.
Sergio Velarde
24 de octubre de 2015
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