El ocaso de una estrella
Edith Piaf fue una de las más grandes cantantes francesas de todos los
tiempos. No solo sus temas fueron conocidos mundialmente, sino también su
tormentosa y agitada vida, que la llevó a la muerte con tan solo 47 años.
Celebrando los 100 años del nacimiento de Piaf, llega a escena la pieza escrita
por la dramaturga inglesa Pam Gems, que le rinde un justo homenaje a una de las
artistas más trascendentales de la música mundial. Para encarnar tan difícil y
complejo personaje, se necesitaba una actriz de amplio registro, tanto vocal como
histriónico, que supiera dar la talla: en ese sentido, la elección de Patricia
Barreto sobrepasa cualquier expectativa. Se trata de una versátil actriz, que
participó en puestas en escena de diverso calibre, como en Entonces Alicia cayó
(2011) o Confusiones (2014), pero siempre en papeles de apoyo y sorteando
además, con estilo, cualquier asomo de sobreactuación. Su creación de Piaf es
notable y es el principal atractivo del presente musical, ahora en el CCPUCP.
Asistimos en primer término, a una de las últimas presentaciones de la
artista, para luego retroceder en el tiempo y observar a la pequeña y humilde Piaf,
cantando en las calles parisinas a cambio de unas cuantas monedas. Es entonces descubierta
por el dueño de un cabaret y así empieza su meteórico ascenso hasta su trágico
final, en medio de accidentes automovilísticos, adicciones, morfina, alcohol, romances
y decepciones, y todo aderezado por números musicales en vivo, a cargo de la
misma Piaf y de los demás personajes apenas desarrollados dramáticamente, pero que
son interpretados por un competente elenco que acompaña con bastante corrección
a la figura protagónica, en el que se encuentran Carlos Casella, Fiorella de
Ferrari, Fernando Luque, Armando Mayta, Mariano Sábato y Gonzalo Tuesta.
A destacar en todo caso, el limpio trabajo de Nidia Bermejo, como la íntima amiga
de Piaf, logrando un puñado de conmovedoras escenas.
La puesta en escena es bastante fluida y se sigue con interés a lo
largo de sus dos actos, acompañada por músicos en vivo y material de video, que
sirve para recrear aquella convulsionada época que le tocó vivir a Piaf. El veterano
director Joaquín Vargas, que lograra maravillas con Sebastián Reátegui en El Hombre Elefante (2013), aprovecha al máximo el talento de Barreto para
construir una insuperable caracterización física, que no se resiente ni siquiera
por algunos mínimos detalles referidos al maquillaje y a la peluca. Así como la
extraordinaria Marion Cotillard alcanzara los brillos por la encarnación
cinematográfica que hizo de la cantante, mucho del contundente éxito de la
temporada teatral de Piaf es mérito de Barreto, en la que es sin duda, la interpretación
de su vida. Es difícil, se agotan la entradas, pero este montaje es de visión
imprescindible.
Sergio Velarde
5 de octubre de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario