sábado, 24 de octubre de 2015

Crítica: DESNUDOS EN LA PENSIÓN

Pisando sobre seguro   

¿Hay que matar a la monja?, protagonizada por la versátil Katherina Sánchez, fue una de las comedias más exitosas (en lo que se refiere a público) del año pasado en el Teatro Auditorio Miraflores a cargo de la productora Liber-Teatro, que dirige el joven actor y director Jonathan Oliveros. Pues bien, siguiendo la misma (y segura) línea de estrenar comedias ligeras y entretenidas con alguna dosis de picardía, llega al mismo teatro Desnudos en la pensión, una adaptación de la original La Bonne Adresse (1966) del dramaturgo francés Marc Camoletti, responsable de otras desopilantes comedias que llegaron a nuestro país, como Boeing Boeing (2009) en el Teatro Peruano Japonés o Pijamas (1995) en el Teatro Marsano.

Desnudos en la pensión ofrece lo que su propio título adaptado promete y un poco más. Una comedia de enredos, por momentos muy divertida, que involucra a una serie de estereotipados personajes juntos y revueltos en la casa de una retirada artista de café teatro llamada Zaza (Cecilia Tosso). Ella vive con su empleada Bertha (Sánchez) y sus dos inquilinas: la profesora de piano Sofía (Daniela Martínez) y la pintora Irene (Miluska Eskenazi). Las cuatro deciden publicar, usando abreviaturas para evitar los altos costos, avisos clasificados en un periódico solicitando respectivamente, un nuevo inquilino (George Silva), un novio (el propio Oliveros), un alumno para clases de piano (Elihu Leyva) y un modelo para retratar un cuadro (Martín Velásquez). Cada una recibirá al hombre equivocado y el enredo estará servido.

Algunos problemas con la adaptación del texto (como en la primera escena de Velásquez) o el desborde histriónico de algunos actores (como en el caso de Leyva) podrían afinarse para obtener un producto más limpio y acabado, y menos tosco y gritado. Como era de esperarse, Sánchez destaca en el elenco con una divertida empleada provinciana muy bien esbozada, así como también lo hace la experimentada Tosso, muy digna como la otoñal vedette. El talentoso Oliveros logra en general, un producto entretenido y el público se divierte a lo grande, lo cual es de aplaudir. Sin embargo, siempre se puede ofrecer algo más; queda en manos de Oliveros (que forma parte activa del colectivo Teatro del Riesgo) reformular sus futuros proyectos. Desnudos en la pensión pisa sobre seguro y acaso supere en taquilla a "la monja". ¡Bravo por ellos!

Sergio Velarde
24 de octubre de 2015

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