miércoles, 15 de mayo de 2013

Crítica: LA CHICA DE LA TORRE DE MARFIL

Muy disfrutable espectáculo multidisciplinario

Tal como lo hizo en el 2010 con el feliz estreno de La Pera de Oro, el reconocido dramaturgo César De María vuelve a adentrarse en el terreno de los cuentos infantiles y nos presenta su nueva obra, titulada La Chica de la Torre de Marfil, una adaptación del conocido cuento de Rapunzel, en la que consigue darle una mayor profundidad a los personajes, a la vez que la trama adquiere proporciones épicas, gracias al enfoque multidisciplinario otorgado por el director Sergio Galliani e Insomnio Producciones. La inclusión de secuencias con danza contemporánea, números de circo, acrobacias en bicicleta, telas colgantes y especialmente, las canciones originales con voz y música en vivo, le dan brillos a la historia, además protagonizada por un solvente grupo de actores.

Luego de una introducción musical en la que los actores se presentan ante el público, un par de narradores nos cuentan la “verdadera” historia de Rapunzel (una luminosa Tati Alcántara), que incluye una variedad de temas engranados con mucha astucia: desde el amor maternal a prueba de todo que tiene la Reina (Daniela Camaiora), al perder a su hija por soberbia, y el de la Bruja (una genial Patricia Portocarrero), en su afán por protegerla del mundo, encerrándola en la Torre de Marfil; hasta la contaminación ambiental que sufren los bosques, por parte del Duque Mercurio (Renato Bonifaz), un inescrupuloso fabricante de fármacos. Pero acaso lo mejor del montaje sea la ingeniosa vuelta de tuerca que se le da a la personalidad de la Bruja Maruja, mitad Madre mitad Bruja: ya no sólo es la malvada antagonista que tiene prisionera a Rapunzel, sino que ahora es también la protectora de la naturaleza, que sana el bosque de los efectos nocivos de los químicos. Acaso el personaje menos conseguido sea el interés amoroso de Rapunzel, el Príncipe (Andrés Wiese), que pierde progresivamente protagonismo hacia el final del montaje, a pesar de ser coronado como nuevo rey.

Excelente el trabajo musical de la protagonista Tati Alcántara y el del resto del elenco, destacando una sorprendente Daniela Camaiora como la majestuosa Reina. Mención aparte para la actriz Patricia Portocarrero en el papel de la bruja Maruja, quien se roba cada escena en la que aparece, tal como lo hizo en Hairspray. El vestuario anacrónico con toques urbanos de los actores luce muy vistoso y el diseño escenográfico es lo suficientemente funcional como para permitir el cambio fluido de los espacios. Los superables problemas técnicos, tales como el audio y algunos detalles con los telones, no impiden el disfrute de la obra. La Chica de la Torre de Marfil, todavía en temporada en el Teatro Canout, es un espectáculo completo y entretenido, disfrutable para grandes y chicos, que confirma a César De María como un hábil narrador de historias y a Sergio Galliani como un efectivo director, capaz de sacar adelante proyectos de gran envergadura.

Sergio Velarde
15 de mayo de 2013

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