martes, 8 de marzo de 2022

Crítica: EL MUEBLE (O TODAS ESAS COSAS QUE NUNCA NOS DIREMOS)


Cosas que no se dicen

El humano es un ser muy complejo, pues no hace lo que piensa o dice lo que siente. De ahí que no están alineados sus pensamientos, sentimientos y acciones. Por ejemplo, apuesto que elegirías almorzar con tu familia en un restaurante que en casa de tu suegra. ¿Por qué? Porque no quieres perder tu dignidad. Sabes que tus hijos prefieren su sazón, porque es mejor que la tuya. Entonces, no quieres que se devalúe tu orgullo de madre ante una “señorona” con harta experiencia. Pero, ¿por qué hacemos eso? Porque somos personas, que proviene del latín persona, es decir, máscara usada en un montaje teatral. En otras palabras, creamos máscaras sobre nuestros propios pensamientos para ocultar aquello que nunca diremos o reconoceremos. Sobre dicho tema aborda El Mueble (o todas esas cosas que nunca nos diremos), obra dirigida y representada por David Carrillo y Cécica Bernasconi. Además, fue presentada con aforo reducido en el Teatro de Lucía.

La dramaturgia pertenece a los españoles Juan Carlos Rubio y Yolanda García. Junto a los creadores escénicos, abordan la historia de una pareja ideal que desea amoblar su sala, pero tienen diferencias sobre el mueble que han comprado. Entonces sobresale su complicada convivencia luego de veinticinco años. A nivel textual, El Mueble… es una comedia que rompe la cuarta pared, pues los apartes que presenta invitan que el personaje interactúe con el público. Ese recurso es interesante, ya que la obra como producto estimula que exista una identificación entre el espectador y personaje. También respetaron fielmente el texto, ya que no hubo alguna variación en los nombres de marcas o lugares que evocan.

La escenografía estuvo compuesta por un par de sillones, un mueble para armar y una caja de herramientas, básicamente. Así, el uso de pocos objetos permitió que haya orden en el espacio. Po otro lado, si separamos la escenografía de los entes actuantes, esta invitaba a imaginar por donde iba el curso de la historia. En este caso, se observaba a dos personas (sillones) con el mismo estatus que tenían que arreglar algo (mueble).   

Las interpretaciones tuvieron un estilo naturalista; es decir, dentro de la teatralidad usaron códigos que se emplean en un entorno no ficcional. Las propuestas de Carrillo y Bernasconi funcionaron. Esto se vio reflejado en el público, porque reían al identificarse con alguna situación de la obra. Sin embargo, los primeros minutos del hecho teatral estuvieron enmarcados por dichos que no provenían del aquí y ahora. Por otro lado, las energías de los actores se complementaban. Generaban la ilusión de parecer una pareja que ya había convivido mucho tiempo. Finalmente, ambos supieron manejar los ritmos e interactuar con el público para que surja la identificación. Se podía apreciar en el comportamiento del público, que disfrutaba de la obra.

Los insights estuvieron enmarcados por aquellas cosas que nunca se dicen. Por ejemplo, en una discusión, algunos no reconocerían que la otra parte tiene razón, a pesar de que sabe que la tiene, tal como sucede con los personajes de la obra. Sin importar el objetivo, más se desea cuidar el orgullo y no entrar en un estado de vulnerabilidad. Así, el tema de la obra es muy acertado, porque trata de un conflicto universal que tiene el ser humano.

En líneas generales, la calidad de la obra es buena. Se observa la experiencia de los actores y la capacidad de solucionar en el momento. Además, los insights que abordan no solo son pertenecientes a un segmento humano, sino a toda la humanidad.

Elio Rodríguez

8 de marzo de 2022

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