martes, 17 de septiembre de 2019

Crítica: UN AMOR COMO EL NUESTRO


El acelerado amor contemporáneo

No pensé que era amor (2018) fue un irregular aunque interesante ejercicio escénico dirigido por el joven artista Rodrigo Falla Broussett en el MALI, que consistió en la presentación de siete piezas cortas de autores nacionales e internacionales diversos, interpretados por solo dos versátiles actores, quienes luchaban contra el reloj (literal) para cambiarse de vestuario y entrar en nuevos personajes entre escena y escena, todas ellas dedicadas al acelerado amor de nuestros días. Pues bien, Falla Broussett, ahora de la mano de Arjé Producciones, estrenó en el Teatro Auditorio Miraflores el espectáculo titulado Un amor como el nuestro, que guarda grandes semejanzas con el montaje antes mencionado, pero que consigue salir airoso gracias no solo a la nueva propuesta de dirección, sino también a la divertida actuación de la pareja protagonista.

Entre las grandes coincidencias que se dejan ver entre Un amor como el nuestro y el espectáculo anterior del director, figura el hecho de presentar nuevamente una sucesión de escenas cortas (ahora solo cinco y de autores norteamericanos) dedicadas a los problemas de pareja e incluso repitiendo dos de ellas: las muy entretenidas Dueto matrimonial de Lauren Wilson y No hay problema de David Ives. La gran diferencia que propone el director es apostar por integrarlas todas dentro de la misma historia de una joven pareja (Natali Zegarra y Micky Moreno), a manera de flashbacks dentro de una terapia de grupo. Esta propuesta es acertada: los actores adaptan sus únicos personajes a las diferentes escenas, todas ellas simpáticas y fluidas, desde que se conocen por primera vez, pasando por la pedida de mano, hasta su matrimonio.

Sin embargo, la idea de la terapia de grupo no es desarrollada del todo, pudiendo haberse aprovechado mucho más. Los anfitriones con mandiles blancos y los stickers que pegan en el público anticipaban una dinámica mucho más interesante. También se puede atisbar algún tipo de historia entre la pareja de tramoyistas, quienes tienen una cierta personalidad apenas bosquejada y que luce desdibujada durante los cambios de escena. Estos además, bien pueden agilizarse, utilizando en mayor medida, por ejemplo, el recurso de la voz en off. Eso sí, la gran fortaleza del montaje recae en los inspirados trabajos de Zegarra y Moreno, quienes forman una carismática dupla en escena que ejecuta sin tacha todas las escenas, haciendo creíble su love story. Un amor como el nuestro es una interesante puesta en escena, sin duda superior a la anterior de similar temática dirigida por Falla Broussett, que promete una divertida reflexión sobre el amor en estos tiempos tan acelerados y despreocupados.

Sergio Velarde
17 de septiembre de 2019

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