martes, 9 de enero de 2018

Crítica: DOS CALCULADORES

Nuestra capacidad de reacción

Javier Quiroz es un joven artista proveniente de las canteras de EspacioLibre, colectivo dirigido por Diego La Hoz. Si bien su interés inicial fue la fotografía (afición por las imágenes), el destino quiso que se dedicara a la actuación (manejo de la voz y el cuerpo), siempre de la mano de La Hoz, con el que participaría en varios proyectos teatrales de interés: desde su debut en Entre nubes y alcantarillas (2015), una interesante aproximación al universo de Jorge Eduardo Eielson y su novela El cuerpo de Giulia-no; hasta El país de la canela (2017), una incansable búsqueda de la memoria en medio de una nación devastada por la guerra; además de las muy apreciables Mientras canta el verano (2015); RaTsodia (2015); Un saludo que no llega (2016); y Café Inútil Orquesta (2016), en donde afinaría sus posibilidades como actor en puestas en escena precisas y alegóricas, ricas en símbolos y con un pertinente sentido crítico.

El estreno itinerante de Dos calculadores (2017) en diversos espacios como el Club de Teatro o la Casa Cultural Mocha Graña, con la novel dirección de Quiroz, acaso podría considerarse como el inevitable resultado de su corto pero sustancial aprendizaje. Alejándose de cualquier atisbo de puesta en escena tradicional, las acciones que propone el autor José Manuel Lázaro, interpretadas por Quiroz, obligan al espectador a contemplar pacientemente el desarrollo de los movimientos, gestos y sonidos, que los actores Yamile Caparó y Christian Mora ejecutan impecablemente en el espacio. Dos cuerpos enmascarados y vestidos a rayas, masculino y femenino, realizan varias veces a distintas velocidades la misma y calculada secuencia, que lejos de agotar y agotarse anímicamente, sugieren la reclusión del ser humano dentro de una rutina que no lo lleva a ninguna parte, y que solo se podría romper con fuerza de voluntad y criterio.

Dos calculadores, producido por Claudia Benites, es un íntimo montaje perfectamente compatible con las épocas actuales, en las que abrir los ojos y percatarse de la necesidad de deshacerse de los patrones establecidos, representados por los barrotes en los vestuarios de los actores y los cubos que utilizan, se vuelven fundamentales para conseguir libertad de decisión y pensamiento. Quiroz consigue con Dos calculadores un singular espectáculo de teatro físico, que si bien es cierto delata sus sólidos orígenes teatrales en EspacioLibre, sí que tiene personalidad propia, una con un agradecido sentido de crítica y rebeldía, imprescindible en un medio como el nuestro, tan necesitado de reacción.

Sergio Velarde
9 de enero de 2018

No hay comentarios: