“Los medios no le dan prioridad al teatro”
“En un principio quería ser bailarina de ballet, era mi
sueño”, recuerda la joven actriz de origen cubano Lia Camilo. Sin embargo,
debido a una grave escoliosis de columna que le impedía mantener una postura
derecha, tuvo que abandonar con mucho dolor ese sueño. Y eso le permitió entrar
de lleno en la actuación. “Busqué otras cosas que hacer; en Cuba hay mucho movimiento
artístico, como los llamados círculos de interés, que vendrían a ser como
talleres, que se impartían directamente en centros especializados, practicando
en los mismos centros. Así hice taller de cámara, de títeres y de cuenta
cuentos en el ICRT”. Lia proviene de un pueblo alejado de la capital, a la cual
se mudó con su madre cuando tenía ocho años. “A los nueve vi mi primera puesta
de teatro, una obra militar en la Sala Universal de las FAR (Fuerzas Armadas
Revolucionarias). Recuerdo que al instante me dije que quería hacer esto y
estar en el escenario la vida entera”. Ese fue el primer paso que tomó Lía
hacia las artes escénicas y que le permitió ganar el premio del jurado del
Oficio Crítico 2016 como mejor actriz de reparto en comedia por el montaje de
Vanya y Sonia y Masha y Spike de Christopher Durang.
Todavía en Cuba, Lia llevó estudios en la ENA (Escuela
Nacional de Arte) y el ISA (Instituto Superior de Arte), y además, parte
importante de su formación fue pertenecer a Teatro Estudio, bajo la dirección
de Raquel Revuelta (una de las actrices más importantes en Cuba y Latinoamérica
en los años 60), y al taller de teatro de La Casa de Cultura de Plaza, que la
llevó a formar parte de la Compañía de Teatro Olga Alonso, bajo la dirección de
Humberto Rodríguez. “Hice además una licenciatura en Educación, con especialidad en la enseñanza de
Lenguas (inglés)”, añade Lia, quien estudiaba inglés por las mañanas y por
las noches, teatro en el instituto.
La verdadera realidad cubana
“Me quedé en el Perú, porque la situación en Cuba era muy difícil,
no necesariamente para los actores, pero sí en cuestión de libertad: aquí en
Perú pude descubrir que la libertad era todo lo que necesitaba”, reflexiona Lia.
Evidentemente, la noticia de la muerte de Fidel Castro le tomó por sorpresa,
cuando recibió fue un mensaje de whatsapp de su colega Alonso Cano. “Como era
Alonso pensé inicialmente que era una broma, pero luego busqué en internet y lo
confirmé. Empecé a llorar, no podía creerlo, lloraba de alegría, de alivio, no
por la muerte en sí, sino por todo lo que representaba Fidel Castro, tanto
sufrimiento y tanta separación en mi pueblo. Los cubanos en Cuba tienen una
idea muy pequeña de lo que es la
libertad”.
Lia había pertenecido a la juventud comunista, siendo dirigente
fidelista muy comprometida en la política. “Hasta que empezaron a pasar cosas
que no podía dejar de ver, y al salir de mi país pude ver cuánto nos habían
engañado". Y es que la población cubana había vivido bajo el régimen de Fidel
Castro durante casi 60 años. “Y la mayoría ha sido parte de un aleccionamiento,
de un trabajo psicológico diario, de un lavado de cerebro con consigna; por eso
es tan fuerte la represión en Cuba. Ahora me doy cuenta que nuestra educación
no es la mejor, que nuestra salud no es la mejor, es como despertar un día y
darte cuenta que todo lo que sabes lo tienes que desaprender”. Lía comenta que
debido a que no llega la televisión extranjera, los cubanos no saben que existe
un mundo fuera de la isla. “Es que en Cuba no existen fronteras, es agua lo que
te rodea”.
La vida artística en Perú
“Recuerdo que en el 2004 asistí a una lectura dramática en
el Británico con el dramaturgo cubano Pedro Monge donde leía Celeste Viale.
Conversé con ella y nos caímos bien, le dije que era actriz y me dijo que vaya al
día siguiente a Preludio (en aquella época ubicado en la avenida Salaverry)”,
comenta Lia. Es allí donde conoce a Jorge (Coco) Chiarella y a Alberto Isola, y
muy sorprendida se entera que tenían conocidos y maestros en común. “Coco me
invitó a asistirlo en la dirección en Enrique V, con un gran elenco: Isola,
Bruno Odar, Salvador del Solar, Wendy Vásquez y Alfonso Dibós. A partir de ahí
se me abrieron muchas puertas”.
Posteriormente, Isola invita a Lia a asistirlo en El zorrito
audaz, mientras conocía a más gente del medio. “Luego salí embarazada de mi
primer hijo y me retiré del ambiente teatral, no hice nada más”, menciona.
Cuando su hijo cumplió dos años, Giovanni Ciccia le comentó que se retiraba de
la Biblioteca Nacional y que buscaba teatro y productora. “Y pasaba el tiempo y
yo ya quería volver al teatro. He servido cafés, producido muchas obras, lavado
muchas prendas (ríe), ya pagué mi derecho de piso. Tuve hace unos años un
problema de salud fuerte y en ese momento de mi vida ya con dos hijos, pensé
que no iba a morirme sin hacer lo que más quería, tomé muchas decisiones
importantes, ese año. Una de ellas fue regresar al escenario”.
“Llevaba mucho tiempo sin practicar”, recuerda Lia. “Entré
al taller de Alberto Isola para ponerme en forma otra vez y ahí todo sucedió,
pues conocí a la gente indicada. Debo decir que Escena Contemporánea y Alberto
Isola han sido muy generosos conmigo, aún mantengo una deuda económica con
ellos, pero más que eso, una deuda de corazón, porque su taller me abrió de
nuevo las cortinas del teatro”. Luego vino Aquello, puesta en escena de Vanessa
Vizcarra y dirigida por Ernesto Barraza, que constituyó un nuevo comienzo para
la joven actriz. “Fue un papelito pequeño (la enfermera), pero estoy muy agradecida
con Ernesto y con todo el equipo de Aquello. Fue una lindísima primera
experiencia”.
“Luego estuve con Miguel Iza y con Martín Velásquez en
Microteatro. Y de ahí me convoca David Carrillo para estar en Vanya y Sonia y
Masha y Spike”, menciona Lia. Interpretando a Cassandra, una joven cubana
encargada de la limpieza, ella se lució en medio de un elenco que
incluía a Isola y a Natalia Torres, entre otros. “Fue una temporada muy
placentera y la disfruté mucho. Pero en medio de ella, me tuvieron que operar de
un tumor maligno y por doce días me reemplazó Anaí Padilla. Regresé con 17
puntos en el abdomen y me sentía morir en el escenario físicamente, pero más
viva que nunca por dentro”. Y aunque suene increíble, Lia tuvo problemas con el
acento cubano. “Había (he, sigo) luchado muchísimo para quitarme el acento y el
primer personaje importante que me toca interpretar es el de una cubana. David
me molestaba diciéndome que me había contratado por ser cubana y que ahora
necesitaba un coach para justamente hacer de cubana”, agrega riendo. Luego
llegaría Ópera, su primer protagónico de teatro.
Artes escénicas y proyectos
“Un buen actor de teatro debe tener el corazón abierto, él
es un comunicador de sentimientos, una vitrina de vidas que no son las suyas”,
asegura Lia. También menciona que la disciplina es muy importante y
fundamental, así como en el cine o la televisión, aunque con diferencias: el
teatro es un trabajo meticuloso de repetición, ya que se hace a diario en los
ensayos, como un programa en vivo cada día y sin disciplina todo puede llegar a
ser caótico. Lia comenta que le encantaría ser más disciplinada. “Es importante
también conservar la humildad y conocer las limitaciones, pues todo el mundo
tiene algo que enseñar, todo es representativo y siempre hay algo nuevo que
aprender”. Como dato curioso, Lia aborrece el momento en el que sale a recibir
los aplausos después de la función. “Me siento observada, porque dejo el
personaje y soy Lia Camilo esperando a recibir aplauso, eso me intimida”.
Para Lia, un buen director de teatro debe “escuchar a sus actores;
pero en contraparte, me gusta que me digan todo, dónde moverme, cuándo hacer
esto y lo otro, todo lo practico en los ensayos, trato de dar siempre lo mejor
de mí para ser un soldado, pero lo demás debe dejármelo a mí porque yo tengo
mis propias ideas. No olvidemos que los personajes mutan de acuerdo con los
actores”. Sin duda, un director muy presente en la corta carrera de Lia es
Carrillo. “Él es el director que te deja mucho ser, tiene una idea clara de lo
que quiere y se las arregla para que tú encuentres su camino”. Asegura también
que le encanta trabajar con él porque ante todo es una buena persona. “Más allá
de sus cualidades profesionales, David es gente de bien, muy sentimental, tiene
mucho amor a todo lo que hace y te impregna de ese entusiasmo, además, Plan 9
es como mi familia, y está muy bueno trabajar en familia.”
La situación actual del teatro peruano no le es indiferente
a Lia. “Con Vanya y Sonia y Masha y Spike no nos fue bien, últimamente no le ha
ido bien al teatro Larco y tuvo poco púbico. Creo que ese problema lo teneos
todos los que hacemos teatro independiente, ya que los otros tienen un engranaje
para hacerlo funcionar. El teatro independiente carece de recursos, aunque,
paradójicamente, se ‘recursea’ muy bien.
El teatro necesita mucho de los medios, pero no son prioridad para ellos.
Pienso que la falta de público siempre ha existido en el teatro, sobre todo en
el teatro independiente, y no creo que las cosas hayan cambiado demasiado”. Sin
embargo, Lia sí está convencida que actualmente se hace muy buen teatro y que
la gente joven es más exigente por ofrecer un buen producto. Se percibe que
está más interesada en aprender, en seguir avanzando, hacen miles de talleres,
están en constante renovación y formación y por eso está convencida que a la
larga, tiene que ser algo muy bueno. “Considero que esta crisis es relativa, el
público siempre irá a ver lo que es bueno, solo hay que resistir”.
“¡Estuve muy preocupada hasta noviembre porque nadie me
llamaba!”, exclama Lia, consultada sobre sus proyectos para este 2017. “Felizmente,
participaré en varias obras: en la tercera temporada de Crónicas en un bar; en
junio estaré en el Centro Cultural Ricardo Palma con una obra de Angelo
Condemarín y dirigida por Paola Vicente; luego actuaré en Bosques de Wajdi
Mouawad (autor de la imprescindible Incendios) que dirigirá Manuel Trujillo; tengo
otro proyecto confirmado para agosto, del que aún no puedo decir nada, y además
estaré en La dama y el laberinto de
Alfredo Bushby, dirigida por Martín Velásquez, nuevamente en el Ricardo Palma”.
Este año disfrutaremos del talento de Lia en varios montajes. “Estoy feliz y
agradecidísima, no puedo creer lo afortunada que soy”, concluye.
Sergio Velarde
21 de enero de 2017
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