“Hay que encontrar otras posibilidades con la imaginación”
Ganador del premio del público como mejor actor de reparto
2016 en la encuesta del Oficio Crítico por la comedia familiar El león, el
joven intérprete Alejandro Mansilla nos comenta sobre sus inicios. “Me interesé
por la actuación desde el colegio, cuando mi profesora nos incentivaba a
participar en sketches y representaciones cuando tenía 13 y 14 años”, recuerda.
“Posteriormente llevé un taller con Marcelo Oxenford por poco tiempo y aunque
me gustó, todavía no me decidía a llevar la actuación profesionalmente”. Es así
que Alejandro estuvo coqueteando con otras carreras como Topografía, Hotelería
y Turismo y hasta postuló a la Pre en Administración. “Fue estudiando
Administración que llevé talleres de teatro y me convencí que esto era lo mío,
que no podía estar sentado sin estar haciendo Arte”.
En aquella época, Alejandro se enteró a última hora del
examen de admisión en la ENSAD (Escuela Nacional Superior de Arte Dramático),
pero se animó a tomarlo, lo pagó y lo pasó exitosamente, con un monólogo de la
pieza Dos para el camino de Cesar De María y teniendo como jurados a Carlos
Acosta y Guadalupe Vivanco. “Y me quedé cinco años de mi vida en la ENSAD.”
Alejandro tuvo muchos profesores, pero recuerda particularmente a un par de
ellos: los maestros Ernesto Ráez y Rafael Hernández. “Admiro a Ernesto por sus
conocimientos de teatro peruano; él es un profesor de vocación y ha realizado
muchas actividades en su vida, también como actor y dramaturgo. Y admiro de
Rafael su preocupación por el tratamiento del texto y de la metáfora, o en
palabras del maestro: ‘el vuelo poético de la obra’.”
Muestras, montajes y proyectos
En la ENSAD, Alejandro participó en dos muestras que fueron
moldeando su capacidad interpretativa, con personajes retadores. “Con la
profesora Sofía Palomino hicimos la comedia romántica El juego del amor y del
azar de Pierre de Marivaux. Tuve que interpretar un personaje que no me convencía inicialmente, pero
que finalmente terminó enamorándome: Pasquín, una especie de arlequín moderno
(psicólogo)”, menciona. “Y con el maestro Rafael Hernández hicimos El preceptor
de Bertolt Brecht, en donde todos doblábamos personajes en una dinámica bonita
y complicada: nos cambiábamos el vestuario delante del público, subíamos al
segundo nivel y ya estábamos en otro personaje.” Por otro lado, el primer
montaje profesional de Alejandro fue Más pequeños que el Guggenheim (2015),
comedia de Alejandro Ricaño, dirigida por Miguel Torres y producida por Molinos
de Viento Teatro, que estuvo nominada a los premios Oficio Crítico por
dirección y montaje. “La caracterización de los personajes es muy importante”,
afirma Alejandro. “Para ese montaje, primero ensayamos sin caracterización para
encontrar la esencia del personaje, a través de trabajos de exploración como
inventar un día cotidiano del personaje fuera del texto. Ya después con el
vestuario, el saco, los lentes, el cabello más crecido se hizo la diferencia,
se crea a partir de la imagen”.
Para El león (la historia de unos artistas de circo pobre
que deben conseguir alimento para que el felino en cuestión, la mayor atracción
del circo, pueda sobrevivir), escrita por Juan Rivera Saavedra y nuevamente
dirigida por Torres, Alejandro confiesa que el joven director ya lo tenía
claro. “El león no aparece, solo se nombra pero hace de todo: él representa a
las figuras mediáticas que hoy en día están de moda y gozan de cierta fama”,
asegura Alejandro. “Ellos no son artistas, pero se les trata como si los
fueran. Y ese león simbólico termina por devorar al verdadero artista, en este
caso, al payaso que yo interpretaba, el que se sacrifica por todos”. Y es que
el mensaje con fuerte contenido social sí es pertinente en el teatro para toda
la familia. “Muchos pueden decir que los niños no se dan cuenta, que se dejan
llevar más por lo visual y que no entienden, pero yo creo que ellos sí lo hacen, pero hay que saber cómo manejar
los códigos para dejarse entender”, afirma.
Alejandro considera
que un buen actor de teatro debe “saber trabajar en conjunto, pues se trata de una
labor grupal; es importante también la puntualidad, porque las tardanzas
generan anticuerpos; y también es primordial el compañerismo, la predisposición
a apoyar al otro.” Considera además, que
la imaginación es vital en un actor, ya que permite salir un poco del texto y
proporciona otras posibilidades, como por ejemplo, crear posibles diálogos
entre los personajes. “Y un buen director de teatro debe darle libertad a los
actores para poder explorar y proponer; conozco directores que ya lo tienen
todo marcado y respeto eso, pero creo que es bueno darle libertad al actor,
para que encuentre otras posibilidades a través de la imaginación”. Para este
2017, Alejandro tiene varios proyectos, como el estreno de la obra Picnic de
Fernando Arrabal con un nuevo colectivo llamado Express Teatro Colectivo. “Y
también estaré actuando en una obra que escribió un amigo mío, Bryan Urrunaga”,
concluye.
Sergio Velarde
20 de enero de 2017
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