lunes, 28 de mayo de 2018

Colaboración regional: TEATRO NECESARIO


“Mujeres de Arena” de Ccalapata Teatro

"Mujeres de Arena", una obra de teatro documental, relata historias de violencia contra la mujer sucedidas en Ciudad Juárez. Esta obra es cruda, como cruda es la realidad que denuncia: cuatro mujeres víctimas de abuso, violencia e impunidad, lo que se agrava con la nula capacidad del Estado en protegerlas, o por lo menos, de resolver sus casos y darle así tranquilidad a sus familias. Desapariciones, violaciones, golpizas grupales, todo en el calor de un desierto que parece tragarse gente que nunca más volverá a casa.

En la ciudad, el grupo Cclapata Teatro, liderado por Fiorella Díaz y Marco Antonio García, presentó “Mujeres de Arena” en el 2017; entonces, tuve la suerte de acompañarlos como espectador. No ahondaré sobre el sentido estético de la obra, bastante bien planteada por la directora (Fiorella Díaz) con recursos precisos y actuada con pasión por el elenco femenino que incluía actrices de gran trayectoria, así como actrices que llevan menos de una década en el oficio. Esta vez, no es mi fin redactar un artículo sobre la puesta y sus recursos, ya que esto sería hablar solo de un pequeño aspecto de lo que significa el trabajo de “Mujeres de Arena”, realizado por Cclapata.

Delante mío, en pleno monólogo de la consolidada actriz Martha Rebaza, un joven de aproximadamente veinticinco años se conmovía hasta las lágrimas aferrado de la mano de su acompañante, y es este, creo yo, el asunto medular sobre el cual se tiene que hablar. La obra enfrenta cara a cara un problema real como es la violencia, desnudándolo en escena, mostrando sus dientes, advirtiendo sus peligros y, lo más importante, capaz de generar en el corazón y la mente del público eso que el espectáculo tantas veces nos ha negado: catarsis.
Como dije antes, la obra es cruda, cruel, pero no había forma de que fuera de otra manera, lleva en sí misma un grito sofocado por la injusticia, lleva en sus venas algo importante que es necesario denunciar. Es, sin duda, teatro necesario, necesario en estos tiempos donde la violencia generalizada nos come las esperanzas, tiempos en los cuales la “solución” es volvernos estoicos y soportar, como si de algo normal se tratase, la violencia que ocurre ante nuestros ojos. Dios nos libre de seguir cayendo tan profundo.

La violencia contra la mujer es algo que lastimosamente une Latinoamérica. El miedo que Perú se transforme en un “desierto” como el que describe la obra, en el cual mujeres son violadas y muertas con total impunidad, es realmente espeluznante. No es coincidencia que esta obra, de Humberto Robles, haya sido montada en tantas ciudades y por distintos grupos a lo largo del continente. Algo está sucediendo.

Gracias a Ccalapata Teatro, una ciudad más se ha sumado a la lista de lugares donde se ha presentado la obra. El pasado 22 de mayo, el elenco de “Mujeres de Arena” realizó una presentación de la obra en el marco del 23avo Concurso Interamericano de Derechos Humanos en Washington D.C., lo que es una alegría para todos los que hacemos teatro en la ciudad.

Un grupo de mujeres arequipeñas emprendió un largo viaje para decir algo importante mediante el teatro. Esto es maravilloso, no solo por la trascendencia artística que esto implica para el teatro de nuestra ciudad, es maravilloso también porque habla de la necesidad social de nuestro arte y sus creadores, habla del compromiso con la realidad que nos circunda y afecta, habla de una necesidad de nuestro arte para todos y cada uno de los miembros de la sociedad, habla de la urgencia de contemplar el teatro como un agente de cambio real y sacudirlo del espectáculo que muchas veces lo oprime. Es realmente un orgullo ver que un trabajo tan bien realizado, con un mensaje tan potente atraviese las fronteras de nuestra pequeña ciudad y pueda ser disfrutado-sufrido (algo que solo el teatro permite) por gente tan lejana a casa.

“No he venido a divertir a tu familia mientras el mundo se cae a pedazos”, reza una canción de Fito Paez. Hagamos que sea cierto, cumplamos nuestro rol en la sociedad, sigamos el ejemplo que Ccalapata Teatro, que desde la obra “Mujeres de Arena”, nos ha dado a nuestro arte un sentido mayor al que pueda alcanzarse desde lo escénico.

Alas y buen viento.

Mauricio Rodríguez-Camargo
Arequipa, 28 de mayo de 2018

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