miércoles, 29 de octubre de 2025

Crítica: HAMLET & OFELIA. EL ÚLTIMO ACTO


Intensa versión del clásico inglés

Hamlet es uno de los personajes más representativos creados por Shakespeare; encarnado en innumerables ocasiones y diversas adaptaciones, este clásico de la literatura inglesa sigue vigente en nuestros tiempos. Esta vez, la dramaturgia y dirección de Laura Silva trajo al Auditorio del Británico Miraflores Hamlet & Ofelia. El último acto, una versión cargada de potencia física, que además incorpora a la figura de Ofelia, otorgándole una voz que confronta en escena.

Interpretada por Eduardo Pinillos y Abril Cárdenas, quienes desde la caracterización de los personajes nos revelan a un Hamlet tatuado, herido, marcado por el peso de su historia; por su parte, Ofelia lleva los vestigios de su misteriosa muerte como accesorios, sumergiéndonos en una suerte de limbo entre la realidad y la locura, en un espacio oscuro, provisto de humo y utilería específica que termina de construir un universo casi poético y al mismo tiempo violento en el que se desarrollan el amor, la lucha, el poder y la muerte. 

La narrativa cíclica que propone Silva es también un reto para los actores que ejecutan las secuencias repetidas con dinamismo y destreza física, así, el movimiento es un valor agregado en la puesta, manteniendo al espectador atento a los detalles. Complementan la música y los cambios de luz entre escenas. La cadencia y manejo del texto (monólogos casi versados) fueron desarrollados con naturalidad. 

Hamlet & Ofelia. El último acto ofrece una visión interesante de esta tragedia, presentándonos a un Hamlet carente de garbo, por el contrario, se muestra más feroz y mortal. En contrapunto, está Ofelia, que se atreve a desafiar y contestar ante las manipulaciones de quienes la rodean. Ambos, llevados al extremo (la locura) se sumergen en una atmósfera irreal y hacen frente a los fantasmas de Polonio, la madre y el padre de Hamlet; apartándose por breves instantes del limbo incierto que los cobija, hacia un lugar donde sus promesas de amor sí se cumplen. 

Maria Cristina Mory Cárdenas

29 de octubre de 2025

Crítica: PAYAPALUZA: SOMOS EL MUNDO


Una tarde para volver a reír como niño 

Payapaluza: somos el mundo es una obra de teatro dedicada al público infantil, aún así igual de entretenida para los adultos. Nuestros personajes, Lupe, Teclas, Velita y Papayaso forman una familia que, por medio de la música y el humor, logran conectar con grandes y chicos. La idea de presentarse como si estuvieran en un concierto abre las posibilidades para mayor interacción, de modo que quienes nos encontramos sentados pronto nos vemos involucrados: conversamos, bailamos, cantamos y nos reímos todos juntos. Esto se refleja en los temas que se abordan, que parten del cuidado, extendiéndose a la importancia del respeto por los demás, la preocupación por el medio ambiente y la valoración de lo propio y la identidad nacional.

Así, las interpretaciones de Luciana Arispe, Francisco Haya de la Torre, André Portugal y Christian Ysla llenan el espacio de La Plaza con ritmo, colores y empatía por sus pequeños espectadores. Considero que la escenografía cobra especial lugar en este tipo de presentaciones, y en Papayaluza se muestra muy fresca, linda y dinámica. El uso de materiales como cartón y elementos reciclables a manera de percusión afianzan el mensaje ofrecido, sumado a la exploración con el empleo de imágenes y videos proyectados como fondo. Creo que esto es particularmente importante para el teatro en general, y fundamental en el teatro para niños: que lo que se presente en escena esté bellamente cuidado y pensado, pues demuestra un profundo cariño por el público, que merece participar de un mundo tierno y amable.

Jimena Muñoz

29 de octubre de 2025

jueves, 23 de octubre de 2025

Crítica: SUITE ITINERANTE


La memoria que se cocina

“Los recuerdos se cocinan en vivo y la memoria se convierte en banquete”, anuncia la sinopsis de Suite Itinerante, experiencia escénica interpretada por Kelly Aranguri, Lucero Calderón y Leonardo Barrantes. La obra articula memoria y migración a través del lenguaje del soundpainting, un método de composición en tiempo real que combina gestos e improvisación.

Desde su inicio, el espectador es invitado a un restaurante de carretera, lugar liminal donde confluyen viajeros y relatos. En este espacio, los recuerdos, propios y ajenos, son transformados en materia viva; en palabra, cuerpo y sonido. El anfitrión, interpretado por Barrantes, actúa como mediador entre escena y público, guiando dinámicas participativas que refuerzan la noción de tránsito y colectividad.

Sin embargo, gran parte de la acción se desarrolla en el suelo, lo que, dada la disposición frontal del público, dificulta la visibilidad y la comprensión de ciertos momentos. Este aspecto técnico resta fuerza a una propuesta que por momentos alcanza una sensibilidad muy auténtica, especialmente cuando las intérpretes comparten sus testimonios sobre la experiencia migratoria.

El juego escénico entre las dos mujeres transita entre lo cotidiano y lo onírico. Aunque se alude a una “suite”, el espacio muta constantemente, se convierte en ciudad, frontera o recuerdo. En una de las dinámicas más potentes, las intérpretes compiten en una cuerda de jalar, metáfora física de las tensiones y resistencias que implica migrar.

La escenografía, de carácter minimalista, concentra la atención en los cuerpos, las voces y los sonidos producidos en escena. La dimensión sonora, guiada por el soundpainting, permite que los discursos individuales se entretejan en una partitura colectiva que evoca la fragmentación de la memoria y la pluralidad de las experiencias migrantes.

Suite Itinerante es, en esencia, una exploración sensible sobre lo que se pierde y lo que se reconstruye en el desplazamiento. Aunque ciertos aspectos espaciales podrían afinarse para fortalecer su comunicación con el público, la obra logra activar una experiencia sensorial y reflexiva, donde el acto de recordar se convierte, literalmente, en un acto de cocinar juntos.

Daniela Ortega

23 de octubre de 2025

Crítica: ¿Y GIULIA?


Una historia sobre el amor (propio)

En ¿Y Giulia?, Ítalo Cordano propone una comedia romántica que, bajo la apariencia ligera del género, reflexiona con ironía sobre las presiones sociales que pesan sobre las mujeres de treinta años y la ansiedad que genera no “cumplir con el guion” del amor y la estabilidad. La protagonista, Giulia, que es interpretada con carisma y energía por Luciana Arispe, decide transformar su vida cuando su hermano anuncia su matrimonio. Invisible durante años dentro de su “tribu familiar”, emprende una carrera emocional por encontrar pareja, una búsqueda que pronto se vuelve tan delirante como reveladora.

El elenco se reduce a dos intérpretes: Arispe y Nacho Di Marco, quien asume el reto de encarnar a todos los hombres con los que Giulia intenta vincularse. Su versatilidad resulta uno de los puntos más atractivos del montaje. Cada personaje, desde el gurú de las pirámides nutricionales al fetichista de pies, pasando por el “hijo de mami” o el entrenador emocionalmente indisponible, posee una identidad clara, un cuerpo y una voz que los separa con precisión y humor.

La puesta en escena apuesta por una escenografía colorida y realista que, junto con una dirección ágil, sostiene un ritmo sostenido y un timing cómico impecable. Pero hay otro elemento que potencia el tono de la obra, Giulia vive y sufre al ritmo de un repertorio de canciones rompevenas, con clásicos de Daniela Romo, Rocío Dúrcal y compañía, que subrayan, entre risas, la intensidad melodramática con la que enfrenta el amor y la soledad. Esa banda sonora sentimental refuerza tanto la comedia como la vulnerabilidad de su personaje.

Cordano y los intérpretes logran que el público se mantenga entre la risa y la empatía. Detrás de cada cita fallida se asoma la frustración de una mujer que teme ser ella misma, que confunde la validación externa con el amor, y que poco a poco se reencuentra con su verdadera pasión, el diseño de modas.

El humor funciona como espejo y como defensa. Giulia se ríe de sí misma, pero también se reconoce; y en esa autocrítica radica el acierto de la obra. ¿Y Giulia? no solo se pregunta por el amor romántico, sino por el amor propio, por la posibilidad de dejar de buscar afuera lo que siempre estuvo adentro.

Divertida, cercana y bien ejecutada, la obra consigue lo que promete: una comedia romántica actual, con personajes entrañables, humor efectivo y un trasfondo emocional que resuena con honestidad.

Daniela Ortega 

23 de octubre de 2025

lunes, 20 de octubre de 2025

Crítica: AMISTADES PELIGROSAS


Noche de teatro y música 

Nuevamente, la oferta cultural de El Dragón de Barranco nos sorprende, esta vez con rock, funk y 3 micro obras muy entretenidas. Gracias al apoyo de Fátima Producciones, Amistades peligrosas nos ofrece las dosis teatrales exactas para disfrutar de la puesta en escena, por lo que se nos presentan Un puente llamado Rubén, Doble lío y Ah, qué terapia

La primera explora el siempre complejo vínculo entre suegra y nuera, que se va desarrollando, a pesar de un primer encuentro no tan agradable. Escrita por Juan José Oviedo y dirigida por Rodrigo Rodríguez, las actrices Pilar Delgado y Malú Menacho, madre y novia, logran conectar a sus personajes de modo firme y genuino. La segunda obra cuenta la historia de Rita, quien es imagen de una marca de shampoo, pero cuya vida es demasiado estresante y limitada; así, busca contratar a una doble, que le permita descansar de la rutina. Las intérpretes Gina Fernandez y Karito Barrios generan una gran complicidad en escena, bajo la dirección de Dante del Águila y la escritura de Tábata Fernández Concha. Por último, la obra que más me gustó, Ah, qué terapia, de Mario Soldevilla, es interpretada también por él junto a Katherina Sánchez; ambos forman una relación bastante curiosa entre médico y paciente que, de forma muy divertida, juega con sus límites, tanto sobre el vínculo como de la realidad. 

Esperamos que repongan pronto estas obras, y el formato en general, ya que la noche abre y cierra con música en vivo. Considero que esto da al público una energía distinta, que permite abrirse más a disfrutar de las obras y pasar un momento relajado. El espacio de El Dragón de Barranco es además muy agradable y bien organizado; me alegra haber asistido de nuevo.

Jimena Muñoz

19 de octubre de 2025

miércoles, 15 de octubre de 2025

Crítica: DOMINGO 7


Yerovi en clave de “clown”

Siempre es un placer asistir a la función teatral de una obra escrita por Leonidas Yerovi (1881- 1917), así esta presente algunos aspectos por mejorar. Yerovi fue un poeta, dramaturgo y periodista limeño muy querido hasta el día de hoy, fallecido prematuramente, que desarrolló una valiosa producción literaria, en la que destacaron sus alegres comedias en verso que criticaban las costumbres de aquella época. Domingo siete (1906) es una de las más conocidas, haciendo referencia al dicho popular “Ya vas a salirme con un domingo siete”; es decir, que se anuncia un evento inesperado no deseado.

Ubicada en nuestra capital, a inicios del siglo XX, la trama sigue las desventuras de un típico matrimonio en crisis, en el que luego de la partida de la esposa, se desatará una serie de divertidos enredos, involucrándose en ellos los vecinos, la suegra, el tio, la sobrina y hasta la criada. La directora Sandra Jimena toma una arriesgada decisión: utilizar el formato clown para presentar la pieza en escena; el resultado es por momentos irregular, pero entretenido, ya que las jocosas situaciones se prestan para ser interpretadas con el estilo mencionado (comedia física, intensidad rayando el absurdo), contando además con un entregado elenco de jóvenes actores con narices rojas, integrado por Marcelo Sánchez, Naysha Wankun, Gabriel Poma, Angie Orihuela, Joseph Catalán, Arleth Hernández y Micaela Chamorro.

Entre los detalles a revisar cabría mencionar el aspecto estético, como cuidar el uso de gigantografías, que no resultan teatrales para el Teatro Barranco, ya que rebotan demasiado con las luces; así como una mayor precisión en la vocalización y en la ejecución misma del elenco en general, para una correcta interpretación del texto en verso y en el formato elegido. Sin embargo, el carisma y energía de los actores y los versos sin pierde de Yerovi hacen de este Domingo 7, a cargo de Free Mistakes Producciones, una experiencia recomendable, especialmente para acercarnos a un notable dramaturgo peruano que siempre será bienvenido sobre las tablas.

Sergio Velarde

15 de octubre de 2025

Crítica: UN ESPEJO


Reflejos incómodos de un país en escena 

Hay obras que no temen mostrar su ficción, sino que la abrazan para hacerla vibrar frente a nosotros. Un espejo, de Sam Holcroft, dirigida con agudeza por Wendy Vásquez Larraín, comienza con una ilusión que, poco a poco, nos invita no solo a mirar su “realidad”, sino a ser parte de ella: una boda que parece festiva se transforma en un acto de resistencia que interpela e incomoda y nos invita a mirar más allá del telón: ¿qué se esconde detrás de lo que parece?

Desde esa propuesta, la obra nos envuelve, nos guía sutilmente por su juego metateatral que no solo cuestiona la censura estatal, sino también la autocensura cotidiana y nos recuerda que el teatro, en esencia, siempre es una forma de hablar cuando todo parece querer silenciarnos. La dirección de Vásquez Larraín es clara en su lectura política y hábil en el manejo del ritmo, aunque por momentos algunas transiciones podrían respirar más. Pero ese pequeño desajuste, propio de una primera función, no opaca la potencia de una puesta en escena que se siente viva lúcida y sobre todo necesaria y urgente. 

Uno de los grandes aciertos del montaje es la inteligencia en el uso escenográfico. Tres bloques móviles que se transforman en distintos espacios con mínima intervención, componiendo una escenografía funcional, precisa y simbólica. El diseño de luces acompaña con sutileza los quiebres de tono y los niveles de realidad. La puesta, en conjunto, parece un organismo que se piensa a sí mismo, que se interroga mientras actúa.

El elenco, conformado por Rodrigo Palacios, Renato Rueda, Daniela Trucíos, Jorge Villanueva, Iván Chávez, Adriano Alamo, Elihu Leyva, Germán Ojeda y José Villalobos, trabaja con cohesión y equilibrio y todas las actuaciones están en muy buen nivel. No hay protagonismo que sobresalga desmedidamente, lo que habla de un elenco sólido, equilibrado y bien ensamblado. Aun así, Chávez logra destacar en su breve aparición, construyendo un personaje que rompe con lo que solemos ver de él: contenido, preciso, casi irreconocible. Su presencia se vuelve un eco dentro de este juego de espejos que propone el texto.

Un espejo es una obra sobre la censura, pero también sobre la libertad del acto teatral. No solo denuncia el control del Estado, sino el modo en que todos podemos convertirnos en cómplices del silencio. Al final, lo que se refleja en escena no es un país ficticio, sino el nuestro: un país donde aún cuesta decir, crear y resistir. Y el teatro, como siempre, se convierte en el lugar donde lo indecible encuentra cuerpo.

Milagros Guevara

15 de octubre de 2025

lunes, 13 de octubre de 2025

Crítica: HAY QUE LLENAR LA NOCHE


Medias verdades o sueños posibles

El grupo EspacioLibre regresa de la mejor forma. Con el firme compromiso de seguir explorando la dramaturgia peruana, le tocó el turno al clásico en ciernes Hay que llenar la noche (1993) de César Bravo, pieza noventera escrita en una convulsionada época, que juega con las apariencias, la inseguridad y especialmente, la soledad. Vuelven a reunirse el excelente director Diego La Hoz y sus virtuosos actores Eliana Fry García-Pacheco y Karlos López Rentería, junto a la joven Sadith Arévalo (de su taller montaje, Café Inútil Orquesta) y a David Almandoz, quien regresa luego de haber protagonizado el estreno de Demonios en la piel en 2007. Los auspiciosos resultados conseguidos con la obra de Bravo confirman el buen momento que atraviesa el colectivo.

Muy pocos directores, como lo es La Hoz, pueden equilibrar con tanto brillo la forma que el texto reclama, con el fondo que propone el autor. Bravo nos cuenta la historia de un hombre que sueña y La Hoz nos lo presenta como un sueño dentro de otro. El Club de Teatro de Lima se transforma en un espacio estéticamente onírico, con luz tenue y melancólicos compases de fondo, en donde Coco (López Rentería), un hombre común y corriente, se encuentra (o no) con una ilusión del pasado, representada por Arévalo. Este suceso fortuito acarreará una crisis con su enamorada (Fry García-Pacheco) y además, revelará las intenciones de su mejor amigo (Almandoz). Una lograda atmósfera que sirve de fondo para este triángulo amoroso de cuatro esquinas, en el que nada es lo parece.

La Hoz no solo crea mundos tan particulares en cada una de sus propuestas escénicas, sino que además extrae lo mejor de sus intérpretes: Arévalo se convierte en una presencia intermitente y por ratos, inquietante, deambulando por todos los espacios; mientras que Almandoz maneja con convicción su doble moral. Como siempre, son Fry García-Pacheco y López Rentería quienes consiguen los momentos más contundentes y conmovedores, especialmente este último, quien asume con acierto el rol protagónico. Hay que llenar la noche, montaje ambiguo e impecablemente ejecutado de EspacioLibre, es, sin duda, el notable reencuentro con uno de los colectivos de teatro independiente más interesantes de nuestro medio. 

Sergio Velarde

13 de octubre de 2025

sábado, 11 de octubre de 2025

Crítica: MICRO CIUDAD I


Nuevo espacio, propuestas adecuadas

La movida teatral limeña no se detiene, aun viviendo en un clima tan políticamente inestable como el nuestro. Y ante la escasez de teatros, muchos colectivos se lanzan en la ardua tarea de conseguir nuevos espacios para presentar sus propuestas. Uno de estos últimos es Casa Kona, enorme vivienda ubicada en Miraflores, en donde se vienen presentando (provisionalmente) propuestas teatrales en formato breve. Si bien es cierto la adecuación del espacio en sí (una amplia sala que conecta con una escalera caracol al fondo) merecería una revisión para presentar puestas en escena que aprovechen las características propias del lugar, el repertorio escogido por Ciudad Gris Producciones no desmerece la visita, con la dramaturgia y dirección general de Romina Viñas.

En ¿Quién es el padre?, dirigida por Víctor Barco, dos amigas (Fabiola Vargas y la misma Viñas) descubren que una de ellas, la más joven y alocada, se encuentra en estado; sin embargo, la identidad del padre las pondrá en aprietos. Y en Viudas Negras, con la dirección de Johan Escalante, dos mujeres (Carola Mazzei y Rocío Montesinos) se encuentran en un velorio y descubren sorprendentes revelaciones respecto al difunto. Bien dirigidas, las historias funcionan con solvencia dentro de su sencillez, aprovechando el carisma de las actrices.

En ¡Sexo a Ciegas!, dirigida por Viñas, somos testigos de un curioso encuentro romántico (literalmente) a ciegas, cuando un apuesto joven (Francisco Zamora) recibe en su casa a una despampanante mujer (Adriana Benito), ciega pero muy superada. Y en Call Center, con la dirección de Diego La Hoz, las singulares operadoras (Mazzei y Michelle Tolentino) tienen que atender, por separado, las llamadas de dos mujeres en “problemas” (Montesinos y Viñas); ambas operadoras, ya curtidas en estas lides, sabrán resolver los casos muy a su manera. Bien resueltas las dos historias, aportando cada una su cuota de entretenimiento. Ya en el futuro, este nuevo espacio de Casa Kona podría ser aprovechado para otro formato de espectáculos que puedan aprovechar todo su potencial.

Sergio Velarde

11 de octubre de 2025

lunes, 6 de octubre de 2025

Crítica: TERAPIA AMOROSA


Conflictos de pareja… y del terapeuta

¿Qué se gana realmente cuando se acude a una terapia de pareja? Pues no solo mejoría en la comunicación y la modificación de patrones de comportamiento negativos, sino también la resolución de conflictos y la (re)construcción de la relación afectiva mutua. ¿Pero qué sucedería si nada de esto funcionara? Pues esto es, a grandes rasgos, lo que nos propone la más reciente apuesta de Piso 1 Producciones, la muy lograda comedia del austriaco Daniel Glattauer, en versión de Daniel Veronese, titulada Terapia amorosa, estrenada en el Teatro Barranco y con la dirección de Haysen Percovich. 

Un matrimonio en notoria crisis, conformado por Juana (Maria del Carmen Sirvas) y Valentín (Manuel Baca Solsol), asiste a la mencionada terapia, no muy convencidos ambos; mientras el terapeuta en cuestión (Iván Chávez) pareciera enfrentar su propia crisis personal. Narrada en tiempo real, y sin cortes, vamos conociendo en paralelo las rutinas, miserias y secretos de los esposos, junto con la creciente tensión del terapeuta, quien no deja de leer los mensajes de su celular en plena sesión. Sostenida básicamente por el impecable trabajo de los actores, la puesta en escena destaca por su fluidez y su corrosivo humor, especialmente cuando la pareja participa (sin éxito) de las dinámicas propuestas por el especialista.

La dirección sabe aprovechar el talento para la comedia del trío de intérpretes: Chávez convence como el experimentado terapeuta en problemas, mientras que Baca Solsol construye un cínico y engreído marido. Mención especial para Sirvas, una de las actrices más versátiles del medio, que compone a una esposa tan dominante como insoportable. Sin revelar el final, esta Terapia amorosa le propone a la pareja dos caminos a seguir: resolver los conflictos y permanecer juntos, o separarse para ser ambos más felices; aunque el terapeuta maneje sus propios métodos. Se trata de un espectáculo muy logrado que entretiene y busca la reflexión acerca de los problemas de pareja, un filón inagotable para la creación dramática.

Sergio Velarde

6 de octubre de 2025

Crítica: UN HURACÁN NOS HABÍA AZOTADO


Un huracán que no llega a ser huracán

Una madre escribe sobre su difícil relación con su hija y ambas aparecen en escena. La obra revela las típicas contradicciones en estos vínculos familiares, que se hacen más tensas cuando la madre y el padre se separan y la hija llega a la adolescencia, y luego cuando la madre tiene otras parejas. Hay reproches, pero también ternura; temores, pero también consuelo; ataques, pero también reconciliación. El solo hecho de contar la historia a otros (nosotros) ya es un desafío mutuo, pues cada cual tiene su versión y estas se confrontan y de eso trata la obra. Siendo una puesta en escena testimonial, es posible que muchas madres e hijas presentes se identifiquen y eso facilita su conexión con los personajes. 

El problema con esta obra es que no sucede nada especial que supere las expectativas: el título anuncia un momento crítico o conflicto que, presumimos, va a elevar la tensión dramática en algún momento, pero ese momento nunca llega. La curiosidad generada por el “huracán” se ve defraudada. Hay que tener cuidado con el título. Si el propósito de la obra es conmover al espectador con el drama de los personajes, el contenido no nos lleva a esa emoción. Ni el ingenio y los esfuerzos de su directora (Lita Baluarte) por darle mucha movilidad a los personajes y utilizar elementos escenográficos para generar cambios visuales salvan la monotonía de un discurso doméstico común. El contenido se pierde en la anécdota y deja cabos sueltos: se menciona a un hermanito que no aparece más, como si la autora hubiera sentido la obligación de no ignorar a su hijo en la vida real, aunque no tenga ningún efecto en la narrativa de su conflicto con la hija. En el final, la incertidumbre por el aparente embarazo no deseado de ambas es desaprovechado dramáticamente y se desvanece sin explicar completamente cómo se resolvió.

Acrecienta la pesadez el tono de la hija, interpretado por una actriz en formación con débil uso de matices. La madre aprovecha mejor los guiños humorísticos del texto y hasta puede tirarse al piso para describir las exageraciones de su personaje sin que la acción sea exagerada.

Al ingresar a la sala vemos a las actrices en el escenario. Saludan a sus conocidos. Recordamos el uso de este recurso en puestas recientes dirigidas por Jean Pierre Gamarra, pero en aquellas hay una justificación porque nos introducen al drama. En el "Huracán" solo están allí, conversan, salen, vuelven y empieza la obra. Luego, intentan interactuar con el público, pero se limitan a buscar la mirada afirmativa en algunas expresiones. En verdad, las dimensiones del escenario, con la platea en herradura, constituyen un reto. La sala Quilla se presta perfectamente para espectáculos que capturen la atención del público por la conjunción de conflicto temático, buena narrativa y capacidad actoral. Talvez el “huracán” resultaría mejor en un teatro más íntimo, para contar secretos de familia que no se pueden gritar a los cuatro vientos.

David Cárdenas (Pepedavid)

6 de octubre de 2025

Crítica: COMEDIA AL CUADRADO


Entre pelotazos y puntuaciones

Comedia al cuadrado es un proyecto de dos microobras: Pelotazo y Al pie de la letra, ambas escritas por Luisito Fernández y dirigidas por Tommy Párraga, en las que actúan Samir Sayac y Jeff Bello, en la primera; mientras que, en la segunda, Walter Escobar, Nicolas Bullón y Jesús Romero.

Pelotazo, una comedia breve que parte de un simple golpe de pelota en el parque para detonar una historia de encuentro entre dos jóvenes opuestos: uno lector e introspectivo, el otro un “FIFA” apasionado por el fútbol. Lo que empieza como un malentendido se transforma en un retrato sensible sobre la curiosidad, el afecto y la ruptura de prejuicios. 

La química entre los actores sostiene la obra con naturalidad y humor, logrando que lo cotidiano adquiera una ternura inesperada. Con pocos elementos (una pelota, un banco y un libro), la puesta construye un universo íntimo donde el humor y la vulnerabilidad masculina conviven con honestidad.

La dirección apuesta por un tono sencillo y cercano, dejando que los silencios y las miradas hablen tanto como las palabras. Algunos pasajes podrían condensarse para mantener el ritmo, y el cierre ganaría fuerza con un remate más simbólico, pero el resultado final emociona. Pelotazo es una pieza cálida y sincera que demuestra que lo pequeño también puede tocar fibras profundas: un juego entre risas, torpeza y amor que termina revelando la belleza de atreverse a sentir.

Al pie de la letra, una comedia metateatral que se mete de lleno en uno de los dilemas más sabrosos del oficio: ¿cuánto puede cambiar lo escrito cuando llega al escenario? Lo que arranca como un ensayo cualquiera pronto se convierte en un campo minado de instrucciones, tonos y puntuaciones, cuando una presencia sobrenatural irrumpe y desordena todo. Literalmente. Cada indicación se vuelve trinchera: “más dramático”, “menos dramático”, “di la coma”, “no digas la coma”. Y así, el ensayo se transforma en una guerra de interpretaciones.

El ritmo es clave, y aquí los intérpretes lo sostienen con precisión: órdenes y contraórdenes se encadenan como un contrapunto musical, donde los gags no solo hacen reír, sino que revelan manías reconocibles del mundo teatral. La risa no viene del chiste fácil, sino del espejo que la obra pone frente a quienes viven entre guiones, ensayos y cabinas.

Uno de los aciertos es que el conflicto no se queda en lo técnico. La obra plantea una pregunta que cualquiera puede entender: ¿de quién es el texto cuando se ensaya? ¿Del papel o del cuerpo que lo encarna? Incluir a luces y sonido en el juego escénico amplifica el caos y le da ritmo al absurdo. 

Hay, sin embargo, momentos que podrían afinarse. El ingreso sobrenatural necesita un pulso más claro para que el golpe cómico no se pierda entre gritos. Y algunas repeticiones, como la secuencia del “más/menos dramático”, podrían compactarse para que el gag no se desgaste. El cierre, aunque gracioso, ganaría fuerza si dejara una última imagen que resuma la tesis: una desobediencia final del texto, un accidente escénico que diga, sin decir, que el teatro siempre negocia entre lo que se escribe y lo que se vive.

En resumen, Al pie de la letra convierte la trastienda del ensayo en espectáculo. Y lo hace con humor, inteligencia y una pregunta que sigue resonando después del aplauso: ¿quién tiene la última palabra cuando el teatro empieza?

Milagros Guevara

6 de octubre de 2025

Crítica: HISTORIAS DE AMORES


La fiebre de Bollywood

No es la primera vez que el colectivo Cabac Teatro se anima a producir un espectáculo teatral basado en una popular cinta hindú, sumándose así al fenómeno de Bollywood. En 2019, por ejemplo, se estrenó Nos volveremos a encontrar, basada en la película Rab ne bana di jodi que protagonizara el ídolo Shah Rukh Khan, con correctos y discretos resultados en escena. Curiosamente, una de las actrices de aquella puesta, Sary Alvarez, es ahora la encargada de adaptar y dirigir Historias de amor, versión libre del film en idioma hindi más taquillero en el 2000, Mohabbatein. Si bien es cierto, como ya anotáramos en aquella ocasión, las dificultades del cambio de formato nuevamente se encuentran presentes, esta vez el producto final tiene las suficientes virtudes como para sostener las poco más de tres horas de duración del espectáculo.

La adaptación escénica es bastante fiel al material original: en un internado para varones, su estricto director (el primer actor Reynaldo Arenas) viene manteniendo durante años la tradicional disciplina en su institución, prohibiéndole a los alumnos cualquier tipo de distracción, como por ejemplo, el de involucrarse románticamente; hasta el centro de estudios llega el nuevo profesor de música (Gian Paul Miranda), quien motivará a tres muchachos a seguir los dictados del corazón, especialmente, teniendo cerca una universidad solo para damas. En ese sentido, los jóvenes Bruce Loui, Samir Sayac y Jean Pierre Sullon definen bien sus personajes, al igual que sus respectivos intereses amorosos, a cargo de Claudia Trucios, Valentina Vasquez y Karen Iberico. Con una escenografía bastante sencilla para organizar las historias en paralelo, la trama se sostiene y alcanza los mejores momentos, cómo no, en sus alegres y dinámicas coreografías, punto fuerte del espectáculo.

Algunos detalles por pulir, como la abundancia de apagones para ordenar las numerosas historias, que podrían solucionarse con iluminación por sectores, y la inclusión de canciones en vivo combinadas con melodías extraídas directamente de la película, bien podrían ser revisados para próximas reposiciones. El elenco en general cumple las expectativas, con la sólida presencia de Arenas y un efectivo Miranda, quien consigue buenos momentos no solo en su contrapunto con Arenas, sino también cuando invoca a su amor del pasado (Maria Cristina Mory). Complementan con eficiencia el ensamble conformado por los actores Gabriel Soto, Pierina Neyra, Zunitha Martinez, Aissa Lucho, Angela Ruiz, Grecia Centeno, Fiorella Quispe, Jean Carlo Rivera, Nick Delgado, Rafael Parreño, Manuel Canicela y Jhonzh Flores. Estrenada en el Teatro Juanita Tarnawiecki, Historias de amores nos permitió disfrutar de la contagiante magia de Bollywood en vivo.

Sergio Velarde

6 de octubre de 2025

jueves, 2 de octubre de 2025

Crítica: POR MIS ZARZUELAS


En la nota de la zarzuela

El Centro Cultural de España, entre la oferta de actividades y representaciones de su folclore, nos invita a un recorrido histórico del teatro español con la obra Por mis zarzuelas. Lejos de ser meramente una muestra cronológica, nos encontramos ante los recuerdos de un famoso cantante de zarzuela quien, sin perder la emoción por el presente, nos conmueve nostálgicamente. Este género, al que se dedicaba nuestro protagonista, añade música a las obras (en el formato que ya conocemos), por lo que disfrutamos de canto y baile además de las historias que proponen nuestros actores. Así, lo que vemos en el escenario son las memorias propias de Don Tomás, mezcladas con el registro artístico de sus interpretaciones que marcaron su carrera.

Dirigidos por Luciano Castro y Jaime Bazán, los artistas Mónica Villanueva y Arturo Vigo representan al adulto mayor y su cuidadora. Ellos, aun dentro de un asilo de ancianos en el Rímac, fantasean y vuelven parte de sus sueños a los personajes interpretados por Adriana Guevara y Carlos Callirgos, quienes igual nos deleitan con sus voces. Su incursión en escena es planteada de manera impecable, por lo que los saltos en el tiempo mantienen el acuerdo con el espectador: somos cómplices de las antiguas aventuras de Don Tomás, y oyentes de hermosas canciones que marcaron su trayectoria. Así, nos volvemos partícipes del coro, que entona Viva Madrid, que sí que sí, canciones como En un pueblecito español y de zarzuelas como El dúo de la africana.

Invitamos especialmente a nuestros lectores que disfrutan de los musicales, para que puedan asistir a este espectáculo, tan dinámico como bello. La obra no tiene mayor restricción de edad, pero consideramos que puede ser más apreciada por un público adulto. El Teatro Antonio Banderas, donde se presenta, es un ambiente muy cómodo, y rodeado por otras salas del Centro Cultural que nos transportan a España y abrazan su identidad. Así, las voces de nuestros artistas nos llevan en un viaje a otro país, pero también al pasado, pero volviendo siempre al presente, sin dejar de envolvernos entre la pasión por la música y la vida. Aún quedan fechas, en esta semana, para que puedan asistir.

Jimena Muñoz

2 de octubre de 2025