sábado, 1 de junio de 2019

Crítica: VIENTO


Dejar ir para volver a vivir

La Casa de la Creatividad presentó por una corta temporada, entre abril y mayo, el montaje “Viento”, bajo la dirección de César Ulloa, también autor del texto, con las actuaciones de Daniela Rodríguez León y Verónica Miranda.

La trama se desarrolla alrededor de dos mujeres: Esperanza y su madre (Rodríguez y Miranda, respectivamente), quienes viven envueltas en lo que podría llamarse un ‘círculo vicioso’, pues a pesar de vivir juntas –y de su vínculo- se evidencia la desconexión que existe entre ellas, sobre todo al comunicarse y exteriorizar sus miedos, sus inseguridades y sus anhelos. Así, con el paso del tiempo, la relación se va deteriorando y se convierte en una letanía casi interminable, que transita entre la esperanza y la fijación de un cambio o no para estas mujeres.

Recibe al público, en la sala de estar, una serie de fotos en blanco y negro que hacen referencia a los personajes. El espacio principal denota intimidad, debido a su extensión no tan amplia; por su parte, el escenario es totalmente blanco y minimalista (las telas que hacen de fondo, la mesa, las sillas, el ovillo de lana, las cartas, los vestuarios y la iluminación), tal vez, como signo de la relación fría y distante entre los personajes. En ese sentido, la elección de este color generó un impacto visual del plano, muy particular.

Las interpretaciones se concretaron con naturalidad, incluso, al romper la cuarta pared se percibió la fuerza de las miradas, logrando una conexión con el espectador. La mímica para aludir a los utensilios y a la comida, funcionaba para matizar las acciones que trascurrieron en un ambiente multiusos (cocina-comedor). Además, el recurso musical aportó un nivel más de emotividad. Sin embargo, algunos detalles hicieron que la energía decayera por momentos: uno de ellos fue la dinámica entre escena y escena, algunos cambios eran muy rápidos o muy lentos, distrayendo la atención del público; otro podría haber sido el manejo de la iluminación, cuando al iniciar una escena no llegó a tiempo.

Dejando a un lado las observaciones, “Viento” es una puesta interesante y arriesgada, que puede desconcertar por sus múltiples lecturas. Pero claramente representa las formas de vida que se quedan atrapadas en el recuerdo y la melancolía; en contraparte, con aquellas que desean reinventar su camino, sin importar que las cartas que esperan, nunca lleguen.

Maria Cristina Mory Cárdenas
1º de junio de 2019

2 comentarios:

El Impaciente dijo...

Por favor mejora tu redacción, no se entiende nada.

"[...]El espacio principal denota intimidad, debido a su extensión no tan amplia[...]" ¿Extensión no tan amplia? ¿Cómo es eso?

Extensión: Hacer que una cosa ocupe más espacio del que ocupa, abriéndola, desdoblándola, desenrollándola, etc.

¿Cómo puedes describir un espacio como extenso y no tan amplio a la vez?

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"[...] “Viento” es una puesta interesante y arriesgada, que puede desconcertar por sus múltiples lecturas [...]" ¿Por qué es arriesgada? ¿Dónde está el riesgo? No lo has mencionado. ¿Qué sea minimalista? Muchas otras obras también lo son. / ¿múltiples lecturas? ¿Cuáles? Sólo mencionaste una sola lectura.

Sin ánimo de ofender, tómate un poco más de tiempo para poder explicar bien tus ideas. Por favor.

Maria Cristina Mory C. dijo...

Buenas tardes

Contrario a ofenderme, agradezco los comentarios y los tomo en cuenta. Sin embargo, me gustaría aclarar lo siguiente:

Además del concepto que usted menciona, otro de los significados de la palabra 'Extensión' es: "[...] Medida del espacio ocupado por algo [...] (Según la RAE). Estaríamos hablando del tamaño, la proporción, etc. Es a esta acepción a la que hago referencia. ¿Podría haber utilizado otra frase para evitar la ambigüedad?, seguro que sí.

Respecto al riesgo del montaje, lo consideré así, no solo por el aspecto visual, sino también por la construcción de la narrativa y los diálogos, que mostraban un lenguaje muy particular. Ello, permite al espectador interpretar de distintas formas la propuesta. Al describir la fábula, mencioné la desconexión entre los personajes, la falta de comunicación; y, en el último párrafo describí la que más llamó mi atención.

Como dije, valoro las apreciaciones, que ayudan a mejorar siempre.

Maria Cristina Mory C.